Los Gobiernos deberían seguir recortando los déficits presupuestarios que generaron durante la pandemia, incluso si pretenden ayudar a los hogares afectados por el vertiginoso aumento de los precios de la energía y los alimentos, señaló el Fondo Monetario Internacional.
Se estima que la deuda pública mundial alcanzará un 91% del producto interno bruto este año, unos 7,5 puntos porcentuales por encima de su nivel anterior al covid-19, indicó el FMI en la última edición de su Monitor Fiscal, publicada el miércoles.
Si bien los índices de deuda han retrocedido frente a sus máximos de 2020, mientras las economías se recuperan y los gobiernos reducen las medidas de emergencia, el costo de su pago aumentará a medida que los bancos centrales aumenten las tasas de interés para combatir la inflación. Y el aumento de los precios de los productos básicos de este año ha generado nuevas presiones para el gasto.
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Los países europeos han tratado de limitar los costos del gas natural y la electricidad después de que la invasión rusa a Ucrania dejara al continente sin combustible. El Reino Unido desencadenó un colapso del mercado de bonos cuando intentó combinar la ayuda energética con recortes de impuestos, lo que obligó al Gobierno a retroceder. Los países de bajos ingresos tienen dificultades para pagar sus facturas de importación en lo que el FMI ha calificado como la peor crisis alimentaria en más de una década.
Mientras buscan abordar esos desafíos, los políticos a cargo de los presupuestos nacionales deberían evitar los subsidios generalizados y asegurarse de que el apoyo esté dirigido a quienes más lo necesitan, dijo el FMI. De lo contrario, corren el riesgo de avivar la inflación que sus bancos centrales están tratando de controlar.
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“En vista de los presupuestos más restringidos que manejan los gobiernos, resulta cada vez más crucial ordenar las prioridades de políticas y programas”, indicó el fondo. “Las máximas prioridades consisten en garantizar que los alimentos sean asequibles para todos y en proteger a los hogares de bajo ingreso de la creciente inflación”.
Para las economías en desarrollo que tienen una capacidad de gasto limitada para proteger a sus ciudadanos del impacto de los precios de los alimentos, se deberían realizar “esfuerzos mundiales redoblados” para proporcionar financiamiento de emergencia y ayuda humanitaria, señaló el FMI. Más de la mitad de los países de bajos ingresos ya están agobiados por deudas o corren un alto riesgo de contraerlas.