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Macron deberá hacer un gran gesto para terminar la crisis

Aislado en su palacio presidencial, Emmanuel Macron buscan un milagro. Una Francia enojada está esperando para ver si encuentra uno. Galería de fotos

Paris Braces for Unrest As Yellow Vest Protesters Take To The Streets
Paris Braces for Unrest As Yellow Vest Protesters Take To The Streets | Bloomberg

Aislado en su palacio presidencial, Emmanuel Macron buscan un milagro. Una Francia enojada está esperando para ver si encuentra uno.

Macron se dirigirá a la nación el lunes por la noche. Todos, desde los “chaquetas amarillas” hasta un número cada vez menor de simpatizantes, anticipan alguna solución para poner fin a la espiral descendente de la segunda economía más grande de Europa, que comenzó el mes pasado con un movimiento popular contra el aumento de los impuestos a los combustibles.

El vocero oficial Benjamin Griveaux prometió el domingo que su jefe brindará "soluciones a medida" para "encontrar el camino de regreso a los corazones de los franceses".

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"Macron ha dejado que las cosas sigan su curso por tanto tiempo que ahora la gente está esperando un gran gesto”, dijo Arthur Goldhammer, investigador asociado del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard. "Se encuentra en una situación imposible en la que tiene que admitir sus errores, no cambiar la esencia de su mandato y ofrecer una nueva secuencia de prioridades".

"Momento crucial"

Goldhammer dijo que el discurso planificado de Macron era un "momento crucial de su presidencia".

El líder francés hablará (su oficina ha declinado entregar detalles sobre el contenido) después de cuatro sábados consecutivos de protestas y violencia callejera. Una asociación recién formada de “chaquetas amarillas” convocó a un quinto sábado de manifestaciones el 15 de diciembre, pero insiste en que sea "pacífico".

Antes de su discurso, Macron está organizando una serie de reuniones, incluida una el lunes por la mañana con líderes sindicales, opositores políticos y jefes del Parlamento. El viernes se reunió con alcaldes de los suburbios de París que afirmaron en la radio Europe 1 que le "hablaron duro" sobre lo que consideran sus fracasos.

El sindicato Solidaires dijo en una declaración que no asistiría a la reunión porque "no estamos seguros de que los sindicatos en este momento tengan que hablar con un presidente desesperado". Desestimó la respuesta de Macron como un "plan comunicacional".

El líder francés más joven desde Napoleón, quien no ha hecho apariciones públicas ni ha emitido comentarios desde el 5 de diciembre, enfrenta un dilema político y económico.

Los expertos dicen que no hay manera de que Macron, quien ya dio marcha atrás en el aumento de los impuestos a la energía, pueda satisfacer las múltiples demandas, a menudo contradictorias, de los diversos grupos de manifestantes. Sus propuestas también podrían incrementar la carga económica de Francia (miles de millones de euros que eventualmente tendrían que compensarse con recortes de gastos) que serán vigilados de cerca por la Unión Europea y los mercados.

El ministro de finanzas, Bruno Le Maire, dijo el lunes que los trastornos hasta el momento han eliminado un décimo de punto porcentual del crecimiento económico en este trimestre.

No complacer a todos

Los votantes están divididos sobre si el presidente puede continuar con sus planes para reformar Francia después de las protestas. Según una encuesta de Ifop publicada el lunes en La Lettre de l’Expansion, el 49 por ciento de los encuestados cree que aún podrá promulgar cambios significativos, mientras que el 51 por ciento dijo que no.

"Este resultado indica que el mandato de cinco años de Emmanuel Macron no ha terminado", dijo Frederic Dabi, subjefe de Ifop, a La Lettre.

Macron tiene varias opciones posibles: cancelar las medidas que redujeron las pensiones de los jubilados; derogar los recortes al impuesto a la riqueza; obligar a las empresas a otorgarles a los trabajadores un bono único en efectivo; restaurar los beneficios de vivienda al nivel que heredó el año pasado; cancelar el límite de velocidad en los caminos rurales que molestó a muchos; suspender o posponer las conversaciones para restringir los beneficios de desempleo; o retrasar las reformas al sistema de pensiones.

Pero desde el principio está limitado: el ministro de Trabajo, Muriel Penicaud, dijo el domingo que el gobierno no aumentará el salario mínimo. El primer ministro, Édouard Philippe, dijo que Francia no podía permitirse profundizar su déficit. "Ese es mi único requisito previo", dijo.

Macron también podría celebrar reuniones informales con ciudadanos comunes en los próximos meses, informaron medios franceses.

Le Maire dijo el domingo que el movimiento de los “chaquetas amarillas” ha sido "una catástrofe para nuestra economía". El fin del aumento del impuesto a los combustibles le costará al Estado 4.000 millones de euros (US$4.600 millones) en 2019.

Para el político inconformista que hizo campaña desde una plataforma de transformación que traería su versión de una "revolución" a Francia, el discurso será un acto de equilibrio.

El ministro de Relaciones Exteriores, Jean Yves Le Drian, uno de los primeros partidarios de Macron y un asesor cercano del gobierno, dijo en la radio RTL el domingo que el presidente necesitaba hablar "directamente" con la gente y ofrecerle "un nuevo contrato social", sostuvo, debería "prepararlos para lo que deberían ser el estado de bienestar y el reparto de la riqueza del siglo XXI”.