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Europa

Francia: Macron se impone y sus exrivales presidenciales dejan la política

A principios del año pasado, Arnaud Montebourg era candidato a la presidencia de Francia. Ahora vende miel.

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La prensa francesa asegura que el "asesor" es tan especial que tiene un salario de 10.000 euros al mes, un apartamento en pleno corazón de París y credenciales para acceder a la Asamblea Nacional. | AP/AFP

A principios del año pasado, Arnaud Montebourg era candidato a la presidencia de Francia. Ahora vende miel. El exministro de Industria durante la presidencia de François Hollande no es el único que busca un futuro fuera de la política. Como los dos principales partidos del establishment francés todavía están en crisis después de su aplastante derrota a manos de Emmanuel Macron el año pasado, muchos de los candidatos perdedores están buscando nuevos desafíos.

Es algo novedoso en un país que tradicionalmente ha mimado a su clase política. Para Montebourg, que fue despedido por Hollande en 2014 por criticar la reducción del déficit fiscal del Gobierno, y luego, 18 meses más tarde, buscó sin éxito la nominación de los socialistas para participar en las elecciones presidenciales, la apicultura es solo una forma alternativa de servicio público.

"Es otra manera de servir a la sociedad", dijo Montebourg, de 55 años, en una entrevista con Ouest-France. "Ciertamente más modesta, pero mucho más concreta".  Su negocio, llamado "Bleu, Blanc, Ruche" o “Azul, Blanco, Colmena", paga precios por encima del mercado a los productores de miel franceses a cambio de un compromiso de ayudar a reconstituir la decreciente población de abejas de Francia.

Durante décadas, los políticos franceses no se preocuparon por el rechazo de los votantes, simplemente esperaron dentro del sistema, por lo general empleados por su partido, entrando en la política local o uniéndose a las filas de altos funcionarios. Le tomó 16 años y tres campañas al socialista François Mitterrand ser elegido presidente en 1981. Lo mismo le sucedió al conservador Jacques Chirac.

Ese molde se rompió el año pasado cuando Macron, poco conocido y que afirma no ser un político profesional, barrió con todo y asumió la presidencia en su primer intento. Su partido recién creado invadió la Asamblea Nacional con sus filas llenas de gente como empresarios y médicos provenientes de la sociedad civil.

‘No me tienta’

El impacto todavía se siente a través de la política francesa. Nathalie Kosciusko-Morizet, de 45 años, dos veces nombrada ministra durante la presidencia de Nicolas Sarkozy y que finalizó cuarta en la primaria de centroderecha del año pasado detrás de François Fillon, renunció oficialmente como miembro electo de la oposición en el ayuntamiento de París esta semana. Se unirá a la compañía tecnológica Capgemini SE en Nueva York para trabajar en ciberseguridad.

"Me apasiona la política", le dijo a Le Parisien en julio. "Pero francamente, lo que veo estos días en círculos políticos no me tienta". Incluso aquellos que se quedaron en la política se han lanzado en nuevas direcciones.

Marine Le Pen, que perdió la segunda vuelta en las elecciones con Macron, cambió el nombre de su partido, de Frente Nacional a Agrupación Nacional, en un intento de deshacerse de los últimos vestigios de su padre, que lo fundó. Benoît Hamon, el candidato socialista que terminó en un humillante quinto lugar, está tratando de crear su propio movimiento, llamado Génération.s.

Manuel Valls, un exprimer ministro, está considerando su próximo paso en la política, pero no en Francia: piensa postularse como alcalde de Barcelona, la ciudad española donde nació antes de que su familia se mudara a Francia.

En cuanto a Hollande, que ni siquiera se presentó a la reelección debido a las encuestas humillantes, está ocupado promocionando un libro sobre su tiempo en el Palacio del Elíseo. Ha sido un éxito inesperado, y su gira atrajo largas colas en Francia durante el verano boreal.