INTERNACIONAL
EL "AFFAIRE BENALLA"

Emmanuel Macron tuvo que aclarar que su guardaespaldas no es su amante

La popularidad del presidente de Francia quedó manchada después de que su protegido Alexandre Benalla golpeara a unos manifestantes. El gobierno lo ocultó y la oposición habla un "escándalo de Estado".

alexandre benalla macron 20180726
La prensa francesa asegura que el "asesor" es tan especial que tiene un salario de 10.000 euros al mes, un apartamento en pleno corazón de París y credenciales para acceder a la Asamblea Nacional. | AP/AFP

El "affaire Benalla" sacude estos días al Palacio del Elíseo, la sede de la presidencia de Francia. Adopta su nombre del jefe de la seguridad del presidente francés, Alexandre Benalla, que ostentaba el cargo de adjunto del Director del Gabinete del presidente. El joven de 26 años, máximo responsable de la seguridad de Emmanuel Macron, fue despedido pero el escándalo sigue latente.

El pasado 1 de mayo, cuando París vivía una de las manifestaciones más violentas del año, Benalla acudió como "observador" del despliegue policial. En cierto momento, el guardaespaldas presidencial redujo a golpes a un joven griego que habían lanzado objetos a las fuerzas del orden. Segundos más tarde, intentó tirar con una llave de judo a la compañera del manifestante, que había insultado. Ninguno de los dos presentaba lesiones, pero ese no fue el problema: la agresión fue captada por otro manifestante en su teléfono.

La prensa francesa alega que el guardaespaldas presidencial no tenía ningún derecho de actuar como policía y su acción supone un delito. Al día siguiente, los mandos policiales de París reconocieron en el video al colaborador del presidente, a pesar de esconder su rostro con un casco de policía. Se observa además, que Alexandre Benalla usaba insignias policiacas y se comunicaba con un walkie-talkie con los responsables del operativo policial, algo a lo que tampoco tenía derecho.

El 1 de mayo, el guardaespaldas presidencial redujo a golpes a un joven griego que habían lanzado objetos a las fuerzas del orden

Alexandre Benalla es la persona que más cerca estuvo de Emmanuel Macron durante los últimos dos años. El actual presidente lo mantuvo a su lado cuando era candidato al Elíseo y movió los hilos administrativos para que fuera contratado en el Palacio presidencial. La prensa francesa asegura que el "asesor" es tan especial que tiene un salario de 10.000 euros al mes, un apartamento en pleno corazón de París y credenciales para acceder a la Asamblea Nacional. Su importancia es tal que algunos franceses bromearon con una imagen del guardaespaldas y Macron preguntándose "quién es la persona que acompaña siempre a Alexandre Benalla".

Ahora Macron enfrenta la más grande tormenta de su mandato: la prensa, incluso periódicos muy serios, como "Le Monde", lo acusa de haber intentado ocultar el delito que se le reprocha a su "protegido protector". La oposición, en tanto, asegura que el presidente todo lo posible para salvar a su colaborador especial: ¿Por qué se le permite actuar con tal impunidad delante de las fuerzas del orden? ¿Por qué no se inició una investigación judicial hasta que los medios destaparon el escándalo?

Según "Le Monde", una fuente del Elíseo asegura que el presidente fue informado del incidente. De acuerdo con la legislación francesa, cualquier funcionario que tenga conocimiento de delitos aparentemente graves debe comunicarlo inmediatamente a la Justicia. De hecho, el pasado lunes el ministro de Interior, Gerard Collomb, confirmó que conocía lo sucedido y no lo denunció.

Collomb indicó que su jefe de gabinete le informó el 2 de mayo, al día siguiente de los hechos, de la existencia de un video en el que se ve a Alexandre Benalla, vestido de policía, golpeando a manifestantes, pero estimó que no le correspondía a él recurrir ante la justicia. "Me indicaron haber informado al jefe de la policía y a la presidencia, lo que era apropiado ya que le corresponde a la autoridad jerárquica de tomar todas las medidas necesarias, en el plano administrativo o legal", dijo Collomb ante una comisión de investigación.

Con la opinión pública en contra —6 de cada 10 franceses desconfían de él—, Macron aprovechó una fiesta de su partido (LREM) para ofrecer sus primeras declaraciones sobre el escándalo: "Soy el único responsable", dijo a sus fieles. "Si quieren un responsable, que vengan a buscarme", dijo antes de afirmar que lo que pasó el 1 de mayo fue para él "una traición". "Benalla no es mi amante", aclaró ante su audiencia en respuesta a los rumores que rondan en las redes sociales.

Pero la contraofensiva para intentar desactivar este escándalo que desluce su presidencia no convenció a la oposición, que criticaba este miércoles que el jefe de Estado tomara la palabra ante su mayoría y no ante todos los franceses. "Hubiera preferido que se dirija a Francia y a los franceses. El presidente de la República no debe hablar ante los diputados de LREM, solo entre ellos, sino ante los franceses, que son quienes le dieron su legitimidad", estimó el presidente del Senado, Gérard Larcher.

El presidente del partido conservador "Los Republicanos en el Senado", Bruno Retailleau, denunció por su parte lo que considera como un "corte de mangas a la oposición, a la prensa y a los franceses". "Que reserve la primicia (de sus declaraciones) solo a los suyos es algo muy desconcertante", opinó. Para intentar enmendar los errores, el portavoz presidencial Benjamin Griveaux aseguró este miércoles que el gobierno "sacará todas las lecciones" de este caso, pero negó que se tratara de un "escándalo de Estado". "Construir una República ejemplar", como prometió Macron al asumir el poder, "no significa haber prometido una República infalible".