Hace dos años, una protesta online por la falta de centros de atención infantil en Japón se viralizó en los medios sociales y parecería haber iniciado un movimiento, que llevó a las madres que trabajan a protagonizar protestas en las que exigían al Gobierno que las tomara en serio y ofreciera más posibilidades de cuidado de niños.
Desde entonces, ha habido escasos avances: si bien se han incorporado miles de espacios, éstos se han llenado con rapidez y sigue habiendo largas listas de espera, lo que hace que las mujeres permanezcan en su casa por más que quieran volver a trabajar. Eso ilustra la profundidad del problema de las madres que quieren regresar al trabajo en Japón, un país que no puede permitirse rechazarlas en momentos en que combate una persistente escasez de trabajadores y en que el primer ministro Shinzo Abe impulsa políticas tendientes a una fuerza de trabajo favorable a las mujeres.
“Sin duda hay más atención infantil en Japón, pero es un juego de gato y ratón y las listas de espera se alargan”, dijo Tsukiko Tsukahara, que preside Kaleidist K.K., una firma consultora y de análisis con sede en Tokio.
Después de aprovechar la liberal licencia por maternidad de Japón, muchas madres se ven ante la realidad de que no tienen dónde dejar a su bebé para poder volver a trabajar
Yukie Watabe, de 38 años, es una de las madres que dejó de trabajar. Como muchas mujeres japonesas, tuvo una educación y una primera vida laboral igual a la de los hombres de su generación. Se graduó en la prestigiosa Universidad Waseda en 2002 y trabajó en una serie de importantes instituciones financieras –Sumitomo Mitsui Banking Corp., Nikkei Shimbun Group y Mitsubishi UFJ Morgan Stanley Securities- antes de incorporarse a una firma de gestión de fondos de Tokio.
Luego descubrió que estaba embarazada. Eso puso fin a la carrera empresarial de Watabe, un camino que había seguido durante 10 años. Una vez que nació su hijo en agosto de 2013, se vio ante el siguiente obstáculo que enfrentan muchas madres en Japón: la larga espera para acceder a centros de cuidado infantil en muchos vecindarios. Optó por cambiar de rubro y en 2015 creó una compañía de modas online, Ayuwa Inc.
“Todavía no entiendo por qué tuve que abandonar el mundo empresarial después de años de trabajo por haber quedado embarazada”, dijo Watabe.
Poca inmigración
Las madres que trabajan enfrentan en Tokio obstáculos que no hay en otros centros financieros como Hong Kong y Singapur. Además de la presión social para que las mujeres se ocupen ellas mismas de sus hijos, la tradicional oposición japonesa a la inmigración significa que las familias no cuentan con opciones asequibles para el cuidado de los niños en su casa.
Es por eso que, después de aprovechar la liberal licencia por maternidad de Japón, muchas madres se ven ante la realidad de que no tienen dónde dejar a su bebé para poder volver a trabajar. Se permite a los padres solicitar una licencia –en su mayor parte son las madres quienes lo hacen- hasta que un niño cumple el año y pueden extenderla a 24 meses si no consiguen quién lo cuide, cobrando alrededor del 67 por ciento del salario básico o más. Muchas terminan por extender la licencia sin goce de sueldo pasados los 24 meses debido a la falta de atención infantil.