El banco central de Rusia, uno de los pocos emisores europeos en recortar sus tasas de interés este año, podría considerar un alza ante la caída sufrida por el rublo tras las últimas sanciones impuestas por Estados Unidos y el riesgo de otras más en el corto plazo.
La peor semana para su moneda desde el desplome del petróleo en 2015 y las presiones inflacionarias que se podrían desencadenar se suman a la lista de preocupaciones del Banco de Rusia, que ya postergó sus planes para adoptar un sesgo más expansivo este año. La gobernadora Elvira Nabiullina indicó que se considerarían todas las opciones en caso de “un fuerte aumento de los riesgos inflacionarios”, por lo que un aumento de las tasas de interés podría materializarse en los próximos meses, según algunos economistas, incluido Alexey Pogorelov, de Credit Suisse Group AG.
Apenas meses después de que el emisor levantara el pie del acelerador en su trayecto de relajamiento monetario con una pausa en tres reuniones consecutivas, el prospecto de un alza de la tasa de interés destaca el cambio de escenario generado en las últimas semanas por las sanciones estadounidenses y la volatilidad que está golpeando a los mercados emergentes desde Turquía a Argentina. Con la inflación ya en aumento, un rublo más débil podría aumentar la balanza a favor de un alza, pues aumenta los riesgos, que incluyen desde las expectativas de una cosecha débil a un aumento en el impuesto al valor agregado en 2019.
“El Banco de Rusia puede fácilmente retomar la opción de un alza de tasas, dada la combinación de factores de un rublo débil, un aumento en las expectativas inflacionarias y un aumento del impuesto al valor agregado”, dijo Pogorelov.
La moneda rusa ha estado bajo una fuerte presión vendedora, en medio de las tensiones con Estados Unidos y el contagio de la crisis en Turquía. El impacto de las últimas sanciones estadounidenses en el rublo ya obligó al banco central a detener el relajamiento de su política monetaria, manteniendo la tasa en 7,25 por ciento desde abril, cuando entraron en vigor las medidas.
La semana pasada, el rublo cayó aún más, con un retroceso de más de 6 por ciento frente al dólar, antes de recuperar parte de las pérdidas el martes.
Incluso antes de esta última ola de depreciación, el banco central había advertido que la inflación podría superar temporalmente su meta de 4 por ciento. El emisor prevé que el aumento de precios se acelerará a entre 3,5 por ciento y 4 por ciento hacia final de año desde un 2,5 por ciento en julio, como resultados del plan del gobierno de elevar el impuesto al valor agregado de 18 por ciento a 20 por ciento.
Solo un paso separa los costos del dinero ruso de un nivel considerado “neutral” -que el banco central previamente describió como una tasa nominal de interés de entre 6 por ciento y 7 por ciento-, que es cuando la política monetaria no contribuye ni a una desaceleración ni a una aceleración de la inflación en relación a la meta. La última guía del emisor es que es “altamente probable” que se alcance dicha posición neutral en 2019, un año después de lo previsto.
Los miembros del banco central ruso tienen tres decisiones de política monetaria previstas para el resto del año, comenzando con su reunión del 14 de septiembre. Una encuesta de Bloomberg, realizada a finales de julio, reveló que la mayoría de los economistas cree que la tasa se mantendrá sin cambios en lo que queda del año antes de retomar las bajas en 2019.