En Washington y Pekín, la idea de que China está dispuesta a diluir sus planes de dominio industrial en alta tecnología para calmar al presidente Donald Trump ya genera escepticismo.
Enfrentados a los aranceles de unos US$250.000 millones sobre las exportaciones chinas a EE.UU. y las amenazas de Trump de que aplicará aranceles adicionales, funcionarios chinos ahora trabajan en planes para ampliar los objetivos de la estrategia Made in China 2025 en otra década y abrir los sectores hacia otros países a fin de intentar satisfacer las demandas de Estados Unidos, según fuentes cercanas.
De hecho, funcionarios de ambas administraciones señalan que ese esfuerzo no sería más que un ejercicio estético.
Si China hiciera cambios fundamentales a una idea que ha sido una piedra angular de la política económica reciente, contribuiría en gran medida a satisfacer las demandas de Estados Unidos y podría ayudar a poner fin a la guerra comercial que ha consumido a las dos economías más grandes del mundo e inestabilizado a los mercados financieros.
En una entrevista con CNBC, Wilbur Ross dijo que los funcionarios chinos claramente habían dejado de mencionar Made in China 2025. Sin embargo, "eso no significa que lo hayan abandonado", señaló Ross, y agregó que sigue siendo de interés económico de China perseguir esos objetivos.
"Claramente van a subir el espectro de valor agregado de la tecnología. Tienen que hacerlo porque ya no son el lugar más barato del mundo en términos de fabricación", indicó Ross.
Fácil Concesión
Por otro lado, también se reconoce que poco ha cambiado. Un funcionario comercial chino describió los planes para revisar el programa Made in China 2025 como una concesión fácil para Pekín. El gobierno cree que su política industrial ha sido un éxito comprobado y que alterar el nombre del documento no cambiará la naturaleza de la economía política del país, dijo el funcionario, quien solicitó anonimato.
El funcionario dijo que el gobierno creía que su guerra comercial con EE.UU. no iba a terminar pronto, porque la nación estadounidense aún no ha comenzado a reducir su lista de varias docenas de demandas ni ha iniciado las discusiones técnicas necesarias para llegar a soluciones. China no considera que todas las posiciones estadounidenses sean serias, indicó.
La guerra comercial sigue siendo un tema político sensible en China, donde el presidente Xi Jinping trata de contener una desaceleración económica mientras se prepara para celebrar el aniversario n°40 de la decisión del Partido Comunista de aceptar los mercados capitalistas.
"Creo que esta historia va a dominar la inversión durante muchos años: la tensión entre las dos economías más grandes del mundo y cómo luchan en esta cuarta revolución industrial", dijo Mark Tinker, jefe de Framlington Equities Asia en AXA Investment Managers en Hong Kong.
China "no va a ceder en sus ambiciones. Quizás se muestre algo más tranquila al respecto", puntualizó.