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Theresa May se niega a bailar como Steve Bannon

No fue difícil para Theresa May hacerlo mejor que en su discurso en la conferencia del Partido Conservador del año pasado. Un ataque de tos, la caída de las letras del mensaje de fondo y una broma de una persona del público lo convirtieron en una de las actuaciones políticas más desastrosas de la que se tenga memoria y eclipsaron por completo el contenido.

U.K. PM Theresa May's Keynote Speech At Conservative Party Annual Conference
U.K. PM Theresa May's Keynote Speech At Conservative Party Annual Conference | Bloomberg

No fue difícil para Theresa May hacerlo mejor que en su discurso en la conferencia del Partido Conservador del año pasado. Un ataque de tos, la caída de las letras del mensaje de fondo y una broma de una persona del público lo convirtieron en una de las actuaciones políticas más desastrosas de la que se tenga memoria y eclipsaron por completo el contenido.

Pero el baile de la primera ministra del Reino Unido de este año en Birmingham hizo mucho más que solo mejorar el bajo nivel en su discurso. Ella pareció ser lo único que pareciera faltarle a la política en este momento, y no solo en Gran Bretaña: un adulto.

May ha luchado desde que se convirtió en la líder de los conservadores por ser algo más que la líder del brexit. La enorme tarea de negociar la salida británica de la UE y la preparación para la posibilidad de no alcanzar un acuerdo consume casi la totalidad de los recursos del gobierno. Eso significa que se ha prestado poca atención a los problemas socioeconómicos que sustentaron la votación del brexit y a la pérdida de una mayoría parlamentaria de May en 2017. Y, sin embargo, esos son los temas que definirán la próxima elección, incluso si, como se espera, May ya no es la líder.

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Lo que diferenció el discurso del miércoles no fue un anuncio de política en particular, aunque ayudó la promesa general de poner fin al tan odiado programa de austeridad. Hubo anuncios que iban desde lo prometedor (permitir a las autoridades locales que inviertan en vivienda) hasta lo dudoso (un límite en la migración de personas poco calificadas). Pero más significativo fue el atrevido intento de May de recuperar el terreno central de la política británica para los conservadores golpeados por el brexit, y para quienquiera que la suceda en el puesto más importante del país.

Ese es un desafío urgente para su partido, que ha sido capturado durante demasiado tiempo por su extrema minoría de parlamentarios eurofóbicos. La oposición del Partido Laborista de Jeremy Corbyn se definió claramente en el extremo izquierdo del discurso político, con políticas que incluyen nacionalizaciones forzadas, que obligan a las empresas a compartir las ganancias con los trabajadores y otorgan un papel todopoderoso al Estado.

Desde luego estuvieron presentes los clichés políticos habituales de May, acerca de dar a las personas “la libertad de tomar decisiones por sí mismas, en lugar de que el gobierno las tome por ellos”. Aparentemente, el Partido Conservador todavía respalda a las empresas (a pesar de la gran aversión al brexit de los máximos ejecutivos), además de abogar por bajos impuestos y prudencia fiscal.

Pero algunos aspectos del discurso de May lo elevaron más allá de lo habitual. Uno de ellos fue su voluntad de tomar en serio a Corbyn y reconocer dónde ha ganado terreno con los votantes. En Birmingham esta semana, vi a muchos conservadores que se burlaban de los laboristas sin refutar su crítica a la austeridad. May no hizo eso.

Se molestó en exponer su argumentación para el capitalismo. “Cuando se nacionaliza algo, las personas lo pagan dos veces, una vez cuando usan el servicio y otra vez cada mes a través de sus impuestos. Y la inversión en ellos disminuye, porque cuando los gobiernos establecen presupuestos, siempre elegirán escuelas y hospitales en lugar de embalses y ferrocarriles, por lo que la gente recibe un servicio peor ”.

May también tuvo un objetivo interno en su batalla por el alma del partido. En la víspera de su discurso, Boris Johnson, el oportunista del brexit y aspirante a primer ministro, se dirigió a una sala llena de simpatizantes del partido con un discurso que era en parte el de Winston Churchill y en parte el de Steve Bannon. Él evocó la gloriosa historia de Gran Bretaña antes de llamar a los conservadores a rechazar el plan de Chequers, refiriéndose a la muy criticada propuesta de May para la relación de la UE con el Reino Unido después del brexit. Fue un discurso divisivo y mezquino en algunos momentos. Johnson ha intentado establecer un plan alternativo del brexit, pero es incluso menos convincente que el de Chequers.

May, a su vez, dio un mensaje para alejar a los políticos británicos de las guerras culturales que tanto han marcado a Estados Unidos. "El debate riguroso entre los opositores políticos se está pareciendo más a una confrontación entre enemigos", advirtió. Hacer las cosas se torna más difícil "cuando nuestra política se polariza y concesión se convierte en una mala palabra".

Más importante para las perspectivas del partido fue el intento de recuperar el terreno económico perdido frente al laborismo. "El empleo ha aumentado, pero demasiadas personas no han tenido un aumento salarial decente", dijo. Reconoció que resolver la crisis de viviendas asequibles en Gran Bretaña es el "mayor desafío de política interna de nuestra generación" y un factor importante detrás del aumento de la popularidad de Corbyn en las elecciones de 2017, especialmente entre votantes de entre 30 y 40 años.

Esto podría, por supuesto, ser el golpe de despedida de May como primera ministra en una conferencia del partido. Es posible que otros aspirantes a líderes conservadores, incluido Johnson, prefieran dejarla terminar el cáliz envenenado que es el brexit, programado para marzo. Pocos esperan que ella permanezca en el cargo mucho más allá de eso.

Pero para un país que está clamando por soluciones pragmáticas a sus innumerables problemas, desde el brexit hasta viviendas y salarios bajos, este fue un mensaje audaz para las bases intermedias. Si el discurso trazó un curso para su partido más allá de la incertidumbre rocosa del brexit y de las próximas elecciones, entonces lo habrá dejado en mejores condiciones.

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.