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Trump se arriesga a una resurrección de ISIS

En la Marina de EE.UU., decimos que cada marinero es un bombero. Eso se debe a que cuando nace un incendio en un barco en el mar –una verdadera amenaza, dada la mezcla de combustible, munición, circuitos eléctricos y provisiones– toda la tripulación está entrenada para dar un paso al frente y extinguirlo. No es que puedan cruzar la calle y dejar que las llamas se consuman. He luchado contra incendios muchas veces, y esta es la lección más importante: nunca subestimar el poder de un incendio para

U.S. President Donald Trump Departs White House For Camp David
U.S. President Donald Trump Departs White House For Camp David | Bloomberg

En la Marina de EE.UU., decimos que cada marinero es un bombero. Eso se debe a que cuando nace un incendio en un barco en el mar –una verdadera amenaza, dada la mezcla de combustible, munición, circuitos eléctricos y provisiones– toda la tripulación está entrenada para dar un paso al frente y extinguirlo. No es que puedan cruzar la calle y dejar que las llamas se consuman. He luchado contra incendios muchas veces, y esta es la lección más importante: nunca subestimar el poder de un incendio para "resurgir". Si se apaga las primeras llamas, pero se deja algo de material ardiente, hay una alta posibilidad de que vuelva a convertirse en incendio. El protocolo de la Marina es dejar marineros vigilantes preparados para volver a la acción si se da un resurgimiento.

Esa también es la manera de mirar al Estado Islámico actualmente. En los últimos años, y bajo las dos últimas administraciones presidenciales, EE.UU. y las fuerzas aliadas han arrebatado a ISIS aproximadamente 95 por ciento de su terreno. Sin embargo, sin vigilancia de resurgimiento, existe una posibilidad real de que el grupo reviva. Alguien que lo sabe bien es el jefe del Comando Central de EE.UU., General Joe Votel, un operador de carrera de las fuerzas especiales que ha liderado la lucha desde 2016. Si los principales actores y sus representantes se involucran en una competencia por la influencia en Siria, dijo al Congreso recientemente, "esto puede abrir espacio para que los remanentes de ISIS u otros grupos terroristas vuelvan a formarse o constituirse". Hizo eco de la perspectiva del exsecretario de Defensa James Mattis, quien renunció luego de la tonta declaración del presidente Trump sobre el retiro total de las tropas estadounidenses de Siria.

Trump promete que los territorios de ISIS serán totalmente recuperados

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La única preocupación no es el territorio físico. ISIS sigue teniendo mucha capacidad en el mundo digital. Ha usado inteligentemente las redes sociales para atraer reclutas, recaudar dinero y establecer una red de comando y control. Sigue lanzando ataques terroristas en todo el planeta, incluida la bomba mortal del mes pasado en una catedral al sur de Filipinas.

Hay que tener en cuenta que el Estado Islámico de hoy surgió del colapso de la insurgencia suní en Irak y el desacertado retiro de las tropas estadounidenses en 2011 sin dejar establecido un contigente que asegurara una transición estable. Es fácil establecer el paralelo entre esa salida precipitada y el aún virulento y peligroso ISIS que se encuentra actualmente en Siria. ¿Por qué repetir el mismo error?

¿Cómo se vería una vigilancia de resurgimiento efectiva? En primer lugar, contrario a lo que dice Trump, significaría mantener entre 7.000 y 10.000 tropas estadounidenses en Irak y Siria para operaciones especiales, recopilación de inteligencia y apoyo a los aliados regionales –especialmente Israel, Jordán y Arabia Saudita–. EE.UU. necesita revitalizar la coalición global contra el Estado Islámico, la cual está perdiendo impulso ante la renuncia del enviado especial de EE.UU., Brett McGurk, quien se fue después de Mattis. El Pentágono debería enfatizar más la cooperación entre agencias, el Departamento de Estado y la Agencia Antidrogas, cada una con herramientas diferentes para la lucha. Por otra parte, aunque el Comando Cibernético de EE.UU. está haciendo su mejor esfuerzo por proteger las redes, debe pasar a la defensiva.

El Ejército estadounidense también debe pensar con más coherencia en la cooperación público-privada. Esto incluye trabajar más con la Cruz Roja y la Media Luna Roja Internacional, así como con grupos educativos no gubernamentales, como lo hizo al proveer ayuda humanitaria y "diplomacia médica" en Latinoamérica y el Caribe cuando yo fui jefe del Comando Sur de EE.UU. Por encima de todo, debe obtener la cooperación de las empresas tecnológicas y las redes sociales que el Estado Islámico ha usado con tanta astucia. Incluso Google, que en ocasiones se ha rehusado a cooperar con el Departamento de Defensa, ha sido muy efectivo para contrarrestar el extremismo violento a través de proyectos generados por su semillero tecnológico Jigsaw (antes conocido como Google Ideas). Uno de ellos redirige a potenciales extremistas hacia sitios web más benignos, por ejemplo. Pero las grandes compañías tecnológicas, en conjunto, podrían hacer mucho más.

Finalmente, EE.UU. y sus aliados en la coalición harían bien en no sentirse excesivamente triunfalistas o reclamar la "victoria" sobre ISIS. Todos deberían sentirse orgullosos del progreso alcanzado en esta batalla implacable, pero el trabajo está lejos de terminar.