La administración Trump tiene la intención de bloquear a Irán en su solicitud de un préstamo de emergencia por US$5.000 millones al Fondo Monetario Internacional. Teherán afirma que planea gastar el dinero para hacer frente a la epidemia de coronavirus. Pero Estados Unidos tiene excelentes motivos para el rechazo: considera que un préstamo facilitaría que el régimen continúe financiando su vasta red de grupos terroristas y milicias delegadas en todo Medio Oriente. EE.UU. dice que Irán tiene los fondos para hacer frente a la crisis, citando los miles de millones de dólares en su fondo de riqueza soberana. El presidente Hassan Rouhani retiró 1.000 millones de euros del fondo para dicho fin esta semana.
Se anticipaba un bloqueo por parte de EE.UU. en la solicitud de préstamo, y las principales figuras del régimen han respondido con indignación ante lo que afirman es el "crimen de lesa humanidad". Ahora, Rouhani critica lo que él considera discriminación entre naciones y recuerda a la comunidad internacional sus "deberes en esta crisis pandémica".
Rouhani exige que los países que simpatizan con el argumento de la República Islámica intenten una línea de defensa contra el bloqueo estadounidense en el FMI. ¡Les deseo buena suerte con eso! EE.UU. representa un poco más de 16,5% de los derechos de voto del FMI, un veto efectivo que Washington ha mantenido celosamente contra toda objeción de otros miembros.
Se necesitaría la influencia combinada de la Unión Europea, China y Rusia para persuadir al resto del mundo de que pueden intimidar al Gobierno de Trump. Sin embargo, EE.UU. no está solo. Trump puede contar con el respaldo de una sólida lista de Estados árabes. Algunos de estos países han enviado ayuda a Irán para combatir la epidemia, y han recibido a cambio una gratitud reticente, pero se negarán a darle a Teherán acceso a US$5.000 millones.
El comportamiento de Irán no ha ayudado a su causa. Pese a la pandemia, no ha reducido el apoyo a grupos sectarios y organizaciones terroristas. En lugares como Irak, sus milicias delegadas han intensificado la violencia. Esto solo fortalece el argumento de EE.UU. que sostiene que, dado el acceso a la ayuda del FMI, el régimen canalizará más dinero de su gasto actual en la epidemia hacia tales actividades.
La República Islámica tampoco ha frenado su búsqueda de tecnología nuclear desde que el virus comenzó a infectar a decenas de miles de iraníes. El mes pasado, el organismo de control nuclear de las Naciones Unidas informó que Irán estaba obstruyendo los esfuerzos por aclarar actividades nucleares pasadas. Debemos recordar que el régimen ahora está amenazando con renunciar al tratado de no proliferación si sus acciones fueran presentadas ante la ONU.
Para completar la trifecta de comportamiento pernicioso, los iraníes aparentemente están ofreciendo liberar a un rehén estadounidense, Michael White, a cambio de los US$5.000 millones, un monto de rescate que eclipsa el récord anterior, establecido por el Estado Islámico para un grupo de 26 qataríes.
A medida que mantiene su comportamiento amenazante hacia sus vecinos y EE.UU., el régimen aún no ha demostrado suficiente seriedad frente al manejo nacional de la epidemia. Desde el líder supremo hacia abajo, los altos funcionarios aún mantienen que el coronavirus es un arma biológica estadounidense.
Rouhani, quien afirma despreocupadamente que las sanciones no han afectado la capacidad de su Gobierno para enfrentar la crisis, dice que algunas actividades comerciales pueden reanudarse la próxima semana, pese a que funcionarios de salud han advertido que el peligro está lejos de terminar. El Parlamento de Irán se ha vuelto a reunir, incluso cuando la infección aún se extiende entre sus miembros: el presidente, Alí Larijani, fue uno de los últimos en ser puesto en cuarentena con el virus.
No obstante, la comunidad internacional tiene la responsabilidad de ayudar a los iraníes atrapados en la crisis. Como he argumentado, esto se puede hacer de una manera que no empodere al régimen: proporcionando asistencia en especie, no efectivo, bajo la estrecha supervisión de la ONU y la Organización Mundial de la Salud.
Si personalidades como Jamenei y Rouhani se oponen, es necesario recordarles su deber hacia los iraníes.