Los pasajeros se amontonaban rápidamente en la plataforma del "subte" en otro caluroso día de verano en Buenos Aires y Micaela Goncalves estaba harta de las multitudes, que eran mayores de lo habitual.
"Hay mas gente porque hoy la situación económica del país está medio complicada, entonces hay mucha inflación y la gente no tiene posibilidad de poder irse a vacaciones", comentó Goncalves, asistente administrativa de 24 años que espera el tren subterráneo sin aire acondicionado.
La capital de Argentina suele ser testigo de un éxodo masivo cuando comienza el verano sudamericano a fines de diciembre, pero con la economía en recesión, el peso que ha perdido la mitad de su valor desde mayo y salarios que no pueden mantener el ritmo de la inflación, muchos desecharon sus planes de viajar. En casa, encontraron un aumento de la delincuencia, una temporada de lluvias de intensidad inusual con inundaciones ocasionales y una disminución general de su calidad de vida.
Las calles no están llenas de manifestantes, pero el desencanto con las políticas favorables al mercado del presidente Mauricio Macri crece al tiempo que el mandatario se prepara para enfrentar a la exjefa de Estado Cristina Fernández de Kirchner, su probable oponente en las elecciones presidenciales de octubre. Para los inversores, Macri representa una antítesis de las ideas populistas de Kirchner que llevaron al país a una crisis económica. No obstante, para la mayoría de los argentinos, sus reformas aún no se han traducido en mejores niveles de vida.
"La verdad es que la gestión de Macri es horrible", señaló Goncalves. "Lo que es el transporte público, todo el tiempo aumenta, todo el tiempo aumenta y es siempre lo mismo".
En el subte bonaerense, la cantidad de pasajeros y los reclamos sobre el sistema alcanzaron niveles récord el año pasado. El total de pasajeros llegó a 338 millones, 20 millones más que en 2017. En los primeros nueve meses de 2018, las quejas ya superaron las 11.000, un 25 por ciento más que en el mismo período del año anterior, según cifras de la ciudad y Subte.Data, firma de investigación sin fines de lucro de la capital.
Para reducir el gran déficit presupuestario que desencadenó una crisis monetaria en mayo pasado, Macri tuvo que acelerar los recortes de gastos. Sus medidas de austeridad incluyen la eliminación de subsidios que durante años mantuvieron bajo control los precios del transporte y servicios públicos.
Por ejemplo, la tarifa del subte será 21 pesos en abril, en comparación con los 7,50 pesos del año anterior. Los salarios no subieron suficiente como para seguirle los pasos a la inflación y los recortes de subsidios. Los precios al consumidor se dispararon 49 por ciento en noviembre con respecto al año previo, mientras que los sueldos solo crecieron 28 por ciento. Con la tasa de interés clave del Banco Central en un 55 por ciento, prácticamente ningún consumidor o empresa tiene acceso a crédito.
Nada se vende
Los dueños de negocios también están entre los más afectados por la recesión. Sebastián Rossin estima que las ventas en su ferretería del centro de Buenos Aires bajaron un 30 por ciento el año pasado, mientras que la electricidad, el alquiler y la matrícula de la escuela de su hija aumentaron. Tuvo que despedir a uno de sus dos empleados y redujo las salidas a comer con su familia.
"Es lo peor, no se vende y hay mucha inflación", lamentó Rossin, de 42 años. "Las expensas son más caras, la luz es más cara, entonces (...) los sueldos no aumentan como aumentan esas cosas, entonces ahí es el problema".
Con tal disminución en el poder adquisitivo, la pobreza comenzó a aumentar nuevamente en el país, al igual que la cantidad de robos en Buenos Aires, según un informe anual sobre la delincuencia. De los 45 millones de habitantes de Argentina, 12 millones viven actualmente con menos de US$358 al mes, por debajo del umbral de pobreza.
Las condiciones climáticas tampoco ayudan. Luego de que una sequía histórica azotara a gran parte de los terrenos agrícolas del país el año pasado, las fuertes precipitaciones recientes en cuatro provincias argentinas han obligado a 6.000 personas a evacuar y el gobierno declaró estado de emergencia.
Los que tienen la suerte de escapar del mal momento comprenden una porción reducida de la población. La cantidad de argentinos en vacaciones en Uruguay, por ejemplo, cayó un 36 por ciento entre el 24 de diciembre y el 22 de enero en comparación con el año anterior, según datos del gobierno argentino.
Goncalves no está entre ellos. Estudia arquitectura y gana 22.000 pesos al mes (US$587) en su trabajo de asistente. Se trata de una cifra 38 por ciento mayor que cuando comenzó en 2015, pero el peso ha caído 77 por ciento durante ese período.
"No me voy a ir de vacaciones", afirmó.