El consumo global de proteínas animales ha estado aumentando, al parecer inexorablemente, durante las últimas seis décadas. Pero la pandemia de coronavirus finalmente ha cambiado esa tendencia.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) estima que la producción de carne, un buen indicador del consumo, disminuyó en 2019, y pronostica una nueva caída este año. El año pasado fue solo el segundo desde 1961 en que cayó la producción. Nunca antes se había visto dos años consecutivos de declive y podrían significar el comienzo de algo duradero. Ya hemos alcanzado el pico de pasturas, en términos de demanda, y parece que también nos estamos acercando al pico de carne de res, incluso en lugares amantes de la carne como Brasil.
La caída de 3% en el consumo de carne per cápita esperado para este año será la mayor disminución desde al menos el año 2000. Pero hay más de fondo, especialmente si consideramos lo que esto podría significar para el medio ambiente y el cambio climático.
El consumo de carne cambia en conjunto con dos factores: la población y la riqueza general. El crecimiento de la población se está desacelerando y la pandemia de coronavirus ciertamente afecta la riqueza, aunque la producción de carne no cayó ni siquiera durante la crisis financiera mundial.
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Cuando los mercados alcanzan su punto máximo, el crecimiento dentro de ellos solo puede llegar a expensas de un bien comparable. Si nos estamos acercando al pico de la carne, esto significa que la única forma de hacer crecer el mercado para una carne en específico es quitando participación de mercado a otra. Por lo tanto, vale la pena observar como ha crecido el mercado de la carne en las últimas seis décadas, tanto en términos absolutos como relativos.
Estos son los términos absolutos. La FAO rastrea la producción de 18 carnes, incluyendo camellos, gallinas de Guinea y animales salvajes, pero solo tres son significativas en volumen global: la carne de res, de cerdo y de pollo. La producción mundial de carne en 2018 totalizó 340 millones de toneladas, de los cuales 302 millones corresponden a esas tres categorías.
Al analizar atentamente esta tabla, es evidente que la producción de carne de cerdo y pollo está creciendo a un ritmo mayor que la de carne de res.
Al evaluar las tres en términos relativos, como porcentaje del consumo total de carne, evidenciamos dos cosas. Lo primero es que su cuota de mercado total se ha mantenido muy estable en el tiempo, entre 85% y 88% de la producción total durante las últimas cinco décadas.
Lo segundo es que la carne de res está claramente perdiendo peso como porcentaje de la producción total de carne, pasando de 39% en 1961 a solo 20% en 2018. El cerdo representa exactamente el mismo porcentaje de la producción total de carne ahora que en 1961: 35%. Todo el crecimiento está en el pollo, cuya producción se ha más que triplicado pasando de 11% a 34% de la producción total de carne.
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Si observamos la producción de carne per cápita, vemos otro tipo de pico, uno de comportamiento, por decirlo de alguna manera. El consumo de carne de res por persona alcanzó su punto máximo hace mucho, desde fines de la década de 1970. El consumo de carne de cerdo alcanzó su punto máximo en 2015. El pollo está repuntando, y las tasas actuales de consumo per cápita pronto superarán las de cerdo.
A continuación explicaremos por qué estas tendencias son importantes para el clima. La producción de carne de res es un sector de producción mundial de alimentos que genera emisiones extremadamente altas. Las emisiones de la producción de carne de res son aproximadamente 10 veces más altas que las de cerdo o pollo. Las emisiones derivadas de la carne de res no solo tienen que ver con la granja en sí. También provienen del cambio de uso de las tierras, como la deforestación, para crear nuevo espacio para el pastoreo. Se están desarrollando formas de reducir las emisiones agrícolas. Burger King espera que su dieta bovina con adición de limoncillo reduzca las emisiones en un tercio durante los últimos tres o cuatro meses de la vida de una vaca (está pendiente la revisión académica por pares).
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Reducir las emisiones derivadas del uso de la tierra también será fundamental en el futuro, ya que la agricultura, la silvicultura y el uso de la tierra representan 18,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Podría haber soluciones tecnológicas para reducir las emisiones agrícolas, y ciertamente el mercado confía en las compañías que las prometen. La empresa de comercio digital de cultivos Indigo Ag es ahora la startup de tecnología agrícola más valorada.
La carne de res usa mucha tierra y emite mucho a partir de la tierra que usa. No obstante, bajo cualquier cantidad de medidas, el consumo de carne de res se ve muy cerca de su pico, y los inversionistas que están apostando más de US$1.000 millones en proteínas alternativas este año esperan lograr reducir aun más la demanda de carne. Por ahora, sin embargo, la solución más fácil y más cercana para reducir las emisiones del uso de la tierra es simplemente usar menos tierra. Sustituir la carne de res por el pollo ya ayuda con esto en el margen. Un alejamiento mensurable del consumo de carne podría llevar esa tendencia mucho más lejos.
* Analista de BloombergNEF escribe el boletín Sparklines sobre la transición global a las energías renovables.
P-M