Supongamos que pudiéramos adoptar dentro de poco, o ahora mismo, una estrategia que reduzca sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero, al mismo tiempo que cueste muy poco, o posiblemente nada. No solo eso, esta opción no requeriría de prohibiciones o mandatos, ni nuevas regulaciones o impuestos sobre el carbono. Los consumidores conservarían la libertad de elegir.
La pura idea suena fantasiosa, incluso un poco loca. Sin embargo, varios condados de California han adoptado este enfoque y en Alemania está siendo ampliamente difundido y su impacto ha sido significativo.
La estrategia “verde por defecto” registra a los consumidores en servicios de energías renovables, con derecho, si así lo desearan, a no participar.
Si se adoptara este enfoque en todo Estados Unidos, desempeñaría un papel más importante en la reducción de emisiones que las medidas, aparentemente más agresivas, como es el caso de los requisitos de eficiencia energética para los electrodomésticos. En los condados de California, cientos de miles de personas reciben actualmente energía 100% renovable y eso significa reducciones drásticas en las emisiones de gases de efecto invernadero. En toda Alemania, la inscripción automática en energías renovables también está funcionando, en el sentido en que la mayoría de las personas continúan inscritas.
Si la idea es tan simple y rentable, ¿por qué no la aplicamos en todas partes?
Por prometedora que suene, la iniciativa plantea preguntas. Algunos ambientalistas podrían objetar que la gente optará simplemente por no participar, cuando todo lo que tienen que hacer es marcar una casilla para cambiar a una fuente de energía más sucia y posiblemente más barata. En ese caso, ¿no sería mejor una regulación oficial?
Hasta ahora, las cifras en California, y en Alemania en general, sugieren que es poco probable que la inmensa mayoría de los consumidores opten por no participar. Una razón es la conciencia. Si las personas se inscriben automáticamente en energías limpias, podrían sentirse un poco irresponsables si cambiaran a, por ejemplo, el carbón. Otra razón podría ser la inercia; las personas están ocupadas, por lo que se apegan al valor predeterminado, incluso si es un poco más caro.
¿Realmente deberíamos inscribir a los consumidores en una fuente de energía que les resulte más cara? ¿No perjudicaría eso a los pobres? El verde por defecto se convertiría en un impuesto sobre la energía.
La primera respuesta es que el costo de las energías renovables está bajando rápidamente y, en algunos lugares, lo más ecológico no es más costoso que los combustibles fósiles. Incluso podría ser más barato. Cuando eso es así, la preocupación se disipa.
Pero sigue siendo cierto que las energías renovables pueden ser más caras. En California, aquellos que se mantienen 100% ecológicos pueden terminar pagando alrededor de 8% más por su electricidad, lo que significa que en una factura mensual de US$100, pagan US$8 más. No es una fortuna, pero tampoco es nada.
Sin embargo, recordemos que si las personas decidieran ahorrar dinero, podrían optar por no participar. Y en California, los condados ni siquiera cobran a los clientes de bajos recursos ese 8% adicional. Si EE.UU. y otros países se dirigen hacia la iniciativa verde por defecto, deberán pensar en la mejor manera de proteger de un aumento de precios para aquellos en la parte inferior de la escala económica.
Ahora, está la cuestión de la capacidad. EE.UU. sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles, y aunque el uso de energías renovables está creciendo rápidamente, no es realista decir que el verde por defecto funcionaría en todas partes. Lo que tiene sentido para California podría no tenerlo para Pensilvania.
Para ser justos, el enfoque debe considerarse seriamente. Una de sus virtudes es que creará un incentivo inmediato para aumentar la capacidad. Si las empresas saben que mucha gente va a utilizar (y pagar) energía renovable, es probable que intenten satisfacer la demanda.
También hay que considerar cuestiones administrativas importantes. En California, el verde por defecto ha sido posible gracias a lo que se llama Agregadores comunitarios. Los Gobiernos locales pueden obtener energía de un proveedor alternativo, al mismo tiempo que reciben servicios de su proveedor existente.
Cada estado podría elegir a sus proveedores, negociar mejores tarifas con el proveedor existente o decidir cambiarlo por uno más ecológico
Los agregadores comunitarios están ahora autorizados no solo en California, sino también en Illinois, Ohio, Massachusetts, Nueva Jersey, Nueva York y Rhode Island. Todos estos estados podrían moverse rápidamente en la dirección del verde por defecto, y muchos otros podrían aprovechar la flexibilidad que les brinda el programa. Aún sin agregados comunitarios, los estados y las empresas de servicios públicos podrían explorar otras formas de inscribir a los clientes automáticamente en la energía verde.
La Administración de Joe Biden promete ofrecer diversos enfoques en respuesta al cambio climático. Estos incluyen nuevos estándares de ahorro de combustible para vehículos de motor, nuevos estándares de emisiones para plantas de energía y grandes inversiones en energía limpia, junto con una estrecha cooperación con los Gobiernos estatales y locales, así como con otras naciones.
Eso suena bien, incluso genial, pero algo falta en el programa de Biden. Si los funcionarios nacionales, estatales y locales quieren una acción rápida y resultados inmediatos, deberían agregar algo prometedor y rentable a la combinación ahora mismo: la iniciativa verde por defecto.