A prueba de ensayo y error. Así logró el laboratorio de Biotecnología Animal de la Facultad de Agronomía de la UBA, que dirige el veterinario Daniel Salamone, que su innovadora técnica de clonación equina se transformase en referencia internacional. Hoy, sus tecnologías y conocimientos se exportan a América Latina, Europa, Asia y Oceanía. Y aunque los caballos de polo y salto continúan siendo las vedettes, cada vez ganan más terreno los clones, para preservar la genética de los animales en peligro de extinción.
Tras el nacimiento del primer clon equino de Latinoamérica, Ñandubay Bicentenario, el laboratorio de la UBA puso a punto una nueva técnica de clonación: la agregación embrionaria. “Al inicio del desarrollo embrionario, en el laboratorio, se colocan tres embriones muy próximos entre sí para que se unan formando un “superembrión”. Luego, éste es transferido a una yegua receptora para obtener preñeces”, explicó Andrés Gambini, integrante del equipo que dio vida al primer clon equino argentino y quien realizó su tesis de doctorado sobre esta nueva técnica. “Nos dimos cuenta de que con este método mejoraba la calidad de los embriones y aumentó la taza de preñez de 40% a 70%”, agregó.
Gracias a los logros alcanzados –nacieron dos caballos criollos, uno de salto y otro de polo–, la técnica argentina hizo eco en el exterior y cada vez más países están interesados en utilizarla. “Estamos aplicando la tecnología que desarrollamos en Argentina en Australia, ellos aportan el equipamiento y la financiación y nosotros, los conocimientos. Recientemente, hemos comenzado a transferir los primeros embriones de equinos aquí, y los resultados son muy alentadores”, describió Gambini desde el laboratorio Turretfield Research Centre, en la ciudad australiana de Adelaide.
La clonación permite preservar la genética de un animal valioso o con buena performance y perpetuarlo en el tiempo. En los deportes de competición, como el polo o el salto, la técnica es muy utilizada para reproducir yeguas jugadoras con genética valiosa. “Clonar a una yegua jugadora te permite que su clon siga teniendo descendencia sin la necesidad de que la original se tome descanso por maternidad. También se utiliza con animales castrados para lograr que de esta forma tengan descendencia”, detalló.
Solución. Además de caballos, se están aportando conocimientos para clonar otros animales. “Las tecnologías, además de usarse con fines reproductivos, sirven para conservar especies, curar enfermedades y hasta para generar tejidos dañados”, señaló Salamone. “Estamos generando embriones de chitas, tigres, vacas y gatos, y tenemos diferentes acuerdo de cooperación y asistencia entre los países tanto para transferir la técnica como para cooperar en trabajos de investigación. Ellos aportan los animales, mientras que nosotros, la tecnología y el conocimiento”, agregó el experto en clonación.
De hecho, con Alemania se trabajó en un proyecto de transgénicos en bovinos; en Noruega, sobre la genética de los clones porcinos, y con Vietnam se está avanzando en la técnica para clonar vacas lecheras. También en Chile se trabajó con la calidad de los embriones de gato y chita, y en Brasil, sobre la clonación de corzuelas (ciervo).
El interés es tanto que en el laboratorio que dirige Salamone se entremezclan diferentes culturas. Entre los 16 jóvenes que realizan prácticas, hay una de Brasil y la semana que viene llegan dos de Perú para aprender a clonar alpacas y vicuñas (dos animales en peligro de extinción en esos país). Además, este año el Centro Argentino-Brasileño de Biotecnología financiará a un grupo de estudiantes de Paraguay, Uruguay, Brasil y Colombia para que realicen prácticas en el laboratorio de la UBA. “Es que Argentina es muy fuerte en biotecnología reproductiva y somos uno de los principales países en hacer transferencia de embriones”, justificó Salamone.
Un procedimiento utilizado en el polo pero con reservas
En estos últimos años, creció el interés por clonar caballos de polo y se transformó en un mercado fuerte. “La técnica en caballos interesa por su perfil comercial y la posibilidad de realizar investigación con material que se puede lograr en muy pocos países”, detalló Gambini.
Adolfo Cambiaso marcó un antes y un después con el debut de Show Me, el primer clon que jugó al polo en Argentina y en el mundo. Siguieron sus pasos Mariano Aguerre, quien duplicó a su histórica yegua Califa, y Sebastián Merlos, quien decidió nombrar a su primer clon Silvina Luna, en honor a la modelo.
Cada deporte tiene su reglamentación: el polo es más permeable a la implementación de este tipo de técnicas (la transferencia embrionaria o la inseminación artificial) mientras que las disciplinas de carrera restringen en cierto sentido estas tecnologías. De hecho, los caballos de carrera se pueden clonar, pero el clon no puede correr según el reglamento del Stud Book Argentino.
Más allá de los avances tecnológicos y del mejoramiento de las técnicas, la clonación todavía sigue siendo un procedimiento costoso y difícil de garantizar. Aunque existen diversas variables, la clonación de un caballo puede llegar a costar cien mil dólares.
En el ambiente del polo no todos están de acuerdo con la clonación. No sólo por los altos costos sino porque aún no existen garantías de que los clones rindan de la misma manera que su progenitor. “Se debe aconsejar a quienes quieren clonar caballos que cuiden su genética, no es una cuestión de clonar por clonar sino de usar la clonación inteligentemente. Ya que si se producen muchos clones de un animal, su genética pierde valor”, concluyó Gambini.