La sorpresiva muerte de la periodista Débora Pérez Volpin causó conmoción en la sociedad. El escueto parte médico difundido por el Sanatorio de la Trinidad de Palermo informó que la legisladora porteña falleció por un “paro cardiorrespiratorio que no respondió a las maniobras habituales de reanimación” durante la realización de una endoscopía digestiva alta. De inmediato, la seguridad de este procedimiento –que sirve para diagnosticar y tratar enfermedades del esófago, el estómago y el duodeno– fue puesta en duda. El miedo y la ansiedad de los pacientes se tradujeron en más cancelaciones de endoscopías que las habituales para esta época del año.
Médicos consultados por PERFIL sostuvieron que entre el miércoles y el jueves hubo un ausentismo de entre el 30% y el 40%. En algunos centros de salud, como el Hospital Municipal de Bahía Blanca, el faltazo fue masivo: siete pacientes tenían turno el miércoles, pero ninguno concurrió al estudio. “En los últimos días hubo aproximadamente un 30% de cancelaciones, pero ahora está tendiendo a la normalización”, aseguraron desde el Servicio de Gastroenterología del Hospital Británico de CABA. Por su parte, Lorenzo Padín, vicepresidente de la Sociedad de Endoscopistas Digestivos de Buenos Aires, dijo que “a raíz del caso hubo cancelaciones de endoscopías en algunos centros de la ciudad”.
La entidad emitió un comunicado para llevar tranquilidad a la población en el que afirman que la endoscopía alta es segura e imprescindible para el diagnóstico y el tratamiento de diversas patologías. “La utilidad más relevante está dirigida al diagnóstico temprano y el eventual tratamiento de lesiones graves, como cáncer o hemorragias que pueden comprometer la vida del paciente o requerir una cirugía de urgencia”.
Desde Gedyt (Gastroenterología Diagnóstica y Terapéutica) aseguraron que no hubo “más ausencias que lo habitual por el verano”, pero que sí percibieron mucha angustia y ansiedad entre los pacientes.