“El autismo es una parte importante de mi vida, pero quiero que sepan que soy doctora en Ciencias de los Animales. Soy profesora en la Universidad de Colorado (Estados Unidos) y científica, eso va primero en mi identidad”. Así se presenta Temple Grandin, la especialista en comportamiento animal que esta semana fue distinguida con el título de doctora honoris causa de la UBA por su “destacada labor en el campo educativo”. En su segunda visita a la Argentina, luego de más de veinte años, brindó conferencias sobre bienestar animal y autismo, temas de los que es referente mundial. Hoy dará una charla para padres con hijos autistas desde las 9 en la Facultad de Agronomía de la UBA (San Martin 4453).
“El autismo tiene un espectro muy grande, que abarca desde casos severos hasta genios superdotados. En un extremo puede haber personalidades como Albert Einstein, que no habló hasta los tres años, y en el otro, personas que no pueden vestirse solas”, define, y se diferencia de las clasificaciones tradicionales en las que no se hacen distinciones. “Se lo puede pensar como un tablero de música en el que los distintos volúmenes son como las características de las personas. Están aquellas con autismo severo que no pueden socializar, y los genios”, ejemplifica Grandin, autora de los libros El cerebro autista, Pensar en imágenes e Interpretar a los animales.
Dentro de este espectro, Grandin describe tres formas de pensamiento: la que tiene un predominio de lo visual –como en su caso–, la que favorece lo matemático y la más relacionada con la palabra. “La mente normal tiene una combinación de las tres”, explicó a PERFIL. Su pensamiento en imágenes le sirvió para su trabajo con animales, y así fue “una de las primeras personas en descubrir que el ganado se niega a caminar si hay sombras o alguna distracción, como un abrigo en una cerca o una manguera en el suelo”.
—¿Qué consejos les daría a los padres que tienen un hijo con autismo?
—Si una familia tiene un niño de 3 años que no habla, primero debe asegurarse de que no es sordo. Si no es así, debe inmediatamente empezar a trabajar con un profesor durante veinte horas a la semana. Lo peor que pueden hacer es esperar, porque se vuelve más difícil con el paso del tiempo. Si trabajás duro con ellos es muy probable que el 50% de los chicos que no hablan a los 3 años puedan hacerlo más adelante. También es importante desarrollar las fortalezas del niño. Si es bueno en la música, el arte o en matemática, hay que alentarlo. Mi habilidad en el arte cuando era pequeña se convirtió en la base para mi carrera de diseño de instalaciones para el ganado.
—¿Sólo se trabaja en el lenguaje?
— También es muy importante trabajar todas las cuestiones relacionadas con la interacción social, como si le enseñaras a una persona en un país extranjero cuáles son las reglas sociales de convivencia, a quién se abraza, se le da un beso o la mano. Son muy importantes los amigos que se hacen por medio de intereses comunes, como un club de cocina, teatro o música.
—Según explicó, las personas con autismo son muy buenas en cuestiones específicas, pero ¿pueden aprender algo fuera de esa especificidad?
—Yo era terrible en álgebra y nunca podré ser buena en eso. Hay que construir en aquellas cosas que son una fortaleza. Un gran error es sobreproteger a los chicos, deben aprender habilidades básicas para el manejo de su vida, como comprar, manejar dinero y conducir.
—¿Cómo hizo para superar los obstáculos?
—En mi vida fue muy importante mi madre, que siempre me empujó a hacer, y en la escuela tuve un gran profesor de ciencia que me mostraba siempre cosas interesantes.
Grandin está de viaje el 85% de su tiempo para ofrecer charlas. “Pronto daré una conferencia en la NASA, hay mucha gente del espectro allí”, afirma con un tono pícaro. Cree que hay gran cantidad de personas con autismo sin diagnosticar. “Quiero que los chicos con autismo como yo sean exitosos, que salgan adelante”, dice con la firmeza de una gladiadora. “Quiero dejar el mundo sabiendo que hice bien las cosas”.
Un mejor ganado
“Los dos grandes errores en el manejo del ganado son pegarle y gritarle, no hay que hacer eso”, advierte la doctora en Ciencias de los Animales, Temple Grandin, conocida por diseñar corrales, mataderos y otras instalaciones ganaderas. Según la académica norteamericana, que cuenta con una película sobre su vida protagonizada por la actriz Claire Danes, “con el bienestar animal las estadísticas de producción mejoran, porque una vaca calma y bien tratada aumenta de peso y la inseminación artificial es más exitosa. Además, reduce los moretones y lastimaduras”.
Para algunos, su interés en el bienestar de los animales que terminan en un matadero es una contradicción. “Las personas olvidan que la naturaleza es muy dura. El ganado es una invención humana, y lo que podemos hacer es garantizar una buena vida, que valga la pena”, justifica Grandin.