Gary Wenk es un provocador y lo sabe. Por eso logra que una porción de carne o un helado se conviertan en objetos de debate al momento de investigar el sistema nervioso. El doctor en neurotoxicología y profesor de la Universidad Estatal de Ohio (EE.UU.) escribió el libro Tu cerebro bajo los efectos de los alimentos, en el que plantea que al comer determinados alimentos, el cerebro nos recompensa liberando ciertas sustancias químicas que producen los mismos efectos que al consumir algunas drogas.
El investigador norteamericano, que además estudia la neurobiología del Alzheimer y el impacto de la inflamación crónica cerebral en las enfermedades neurodegenerativas, plantea que para el cerebro no hay diferencias entre drogas y alimentos, ya que ambos son productos químicos que se metabolizan en energía y que producen efectos deseados y no deseados. En diálogo con PERFIL, Wenk aseguró que “con el paso del tiempo y el desarrollo de la industria alimenticia, la línea que separa a la droga de los alimentos es cada vez más borrosa”.
Circuitos. El experto aclara que los alimentos son necesarios para vivir y las drogas no. Y afirma que en ambos grupos hay compuestos que afectan al cerebro de forma directa y otros, indirecta. Los que producen efectos al instante son los que se consumen en altas dosis como café, azúcar, té o mate, a los que compara con drogas como la heroína, el alcohol, la nicotina y la marihuana. En el otro grupo están los alimentos que afectan al cerebro de forma indirecta, algo que se empieza a notar cuando el sistema nervioso no recibe el porcentaje suficiente de algunas sustancias específicas. “Se demostró que si se consume poco triptófano (aminoácido que se encuentra en huevos, lácteos, cereales) nos deprimimos y enojamos con mayor frecuencia”, dijo.
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