En los últimos veinte años, el mapa mundial de la paleontología cambió, y hoy China aparece como la gran meca de los restos fósiles de dinosaurios. De allí surgieron los últimos y más contundentes aportes que demuestran que hace 160 millones de años el mundo no estaba habitado por inmensas bestias verdes con escamas (como las de la película Jurassic Park) sino por animales cubiertos de plumas multicolores, que fueron los que abrieron el camino evolutivo –incluso siendo enormes– a las aves que vemos volar hoy. El gran hacedor de este cambio de paradigma se llama Xu Xing, es investigador del Instituto de Paleontología de Pekín y gracias a las más de sesenta especies que ya descubrió se lo considera el paleontólogo vivo que más dinosaurios nombró.
En el marco de un convenio entre el Conicet y la Academia Nacional de Ciencias china, Xu Xing estuvo en Buenos Aires para dar una charla de divulgación en el Centro Cultural de la Ciencia, pero sobre todo para reunirse con sus colegas argentinos e intentar avanzar en un proyecto de cooperación que no sólo incluya el intercambio de información, sino también la posibilidad de hacer expediciones conjuntas en la Patagonia y en la zona china del desierto de Gobi (ver columna de opinión).
Cuando al terminar la secundaria le dijeron que había sido aceptado en la facultad para estudiar paleontología, Xu Xing no sabía de qué le estaban hablando. Nunca había oído el término y no sentía, ni nunca había sentido, ningún interés por los dinosaurios.
Pero no tenía muchas chances de protestar, así que se embarcó rumbo a lo desconocido. Nadie podría sospechar que los primeros dos años de estudio los pasó mal al escucharlo contar con pasión el detrás de escena de algunos de sus hallazgos. Como cuando mientras hacía que excavaba para un documental sobre su trabajo, que preparaba la televisión japonesa, dio por casualidad con un hueso enorme. Enseguida comprendió que se trataba de algo desconocido y suspendió la grabación. Al tiempo, determinó que se trataba de un ejemplar carnívoro al que bautizó Gigantoraptor.
El aporte más importante de Xu Xing tiene que ver con la evidencia de plumaje que halló en muchos de sus fósiles y su teoría sobre la importancia de las plumas en la evolución de los dinosaurios. Para él, no fueron solamente una herramienta que luego permitió el vuelo, sino que además tuvieron otros fines, seguramente relacionados con el apareamiento o la protección frente a condiciones climáticas desfavorables.
¿Cómo fue ese “momento eureka” en el que se dio cuenta de que quizás todos los dinosaurios tenían plumas?, le preguntó PERFIL. “En verdad, fue un proceso gradual. Pero sí, cambia todo lo que pensábamos acerca de ellos. Cuando empecé a estudiar, para mí el mundo de los dinosaurios era el de bestias feas y descoloridas. Sin embargo, si ahora busco una imagen en mi cabeza me aparece un mundo colorido, con distintos tipos de plumajes. Mucho más bello de lo que nos imaginábamos”, respondió el miembro honorario de la Geological Society de Londres.
—Pensar en un T-Rex con plumas resulta extraño…
—Sí, es cierto. Espero que pronto tengamos alguna evidencia real de esto. Porque el fósil que yo encontré –el Yutyrannus– no es un T-Rex, sino un pariente cercano, pero que nos permite pensar que el T-Rex también tenía plumas.
—¿Qué significa Argentina para la paleontología?
—La disciplina empezó en los países europeos y con el tiempo América del Norte se transformó en el centro de la investigación paleontológica. A diferencia de China, acá tienen una tradición y una historia en paleontología. Y en los últimos años han descubierto nuevos fósiles maravillosos, con lo cual este territorio se está convirtiendo en un lugar más interesante todavía. Además, tienen paleontólogos de primer nivel, que están haciendo un trabajo formidable. O sea que con esa combinación de buenos científicos y buenos fósiles estoy seguro de que Argentina será uno de los países líderes en paleontología.
Xu Xing no se conforma con lo realizado y sueña con descubrir un saurópodo todavía más grande. Y con lograr que sus hijos –de 11 y 16 años– se interesen por los dinosaurios. “Desafortunadamente, como muchos chicos de hoy, ellos están entusiasmados con una disciplina mucho más popular: los videojuegos. Pero mi propia experiencia demuestra que uno nunca puede saber qué va a pasar”.