A lo largo del siglo XX, se hallaron restos de dinosaurios en numerosos países sudamericanos. Argentina y Brasil, pero Chile, Perú, Bolivia y Colombia han provisto restos también en forma de miles de huellas fósiles y a veces en forma de esqueletos o huesos aislados. De hecho, hay quienes piensan en la región Andina como un vasto corredor norte-sur que favoreció el intercambio de dinosaurios y otras faunas a la vera de un brazo de mar que inundara el continente a fines del período Cretácico (hace unos setenta millones de años). Sin embargo, hasta el momento, ningún hueso había sido reportado para Ecuador.
Investigadores de la Fundación Azara (Conicet-Universidad Maimónides), de Argentina y el Departamento de Geología y Minas e Ingeniería Civil de la Universidad Técnica Particular de Loja, de Ecuador, descubrieron los restos de una nueva especie de dinosaurio, que fue nombrada como Yamanasaurus lojaensis, en referencia a la localidad del hallazgo (Yamana en la provincia de Loja). Se trata del primer dinosaurio que, se tiene registro, vivió en Ecuador hace 85 millones de años.
El análisis de los fósiles reveló que se trataba de restos de dinosaurios saurópodos, los herbívoros de cuello largo, del grupo de los titanosaurios, los más abundantes en el Hemisferio Sur. Pero dentro de los titanosaurios, los fósiles fueron asignados al pequeño grupo de los saltasaurinos, un grupo muy especial de saurópodos. Se conoce apenas un puñado de especies de saltasaurinos: Saltasaurus, Neuquensaurus y Rocasaurus. Todos estos dinosaurios vivieron entre los 85 y 65 millones de años atrás y se los considera como los últimos saurópodos en aparecer, casi al borde de la extinción del grupo.
Se trata del primer dinosaurio que vivió en Ecuador hace 85 millones de años.
Lo interesante de los saltasaurinos es su pequeño tamaño (hasta 6 metros de largo), su robustez (los huesos de sus miembros son cortos y gruesos), su coraza protectora (poseían una malla protectora de pequeños huesecillos metidos en la piel) y su gran neumaticidad: todos los huesos de sus vértebras estaban perforados por cámaras de aire que los hacían más livianos.
El trabajo científico fue publicado en el último número de la prestigiosa revista científica Cretaceous Research. El estudio fue liderado por el paleontólogo argentino, Sebastián Apesteguía, quien dirige el Area de Paleontología de la Fundación Azara y es investigador del Conicet. También participaron el paleontólogo argentino Pablo Ariel Gallina y el geólogo ecuatoriano John E. Soto Luzuriaga. Se sumaron los aportes de José Tamay Granda y Galo Alexander Guamán Jaramillo.
C.F. / D.S.