Sin controles oficiales ni aprobación científica, aplican en pacientes terapias con células madre
Algunas clínicas privadas argentinas cobran hasta US$ 100 mil por tratamientos con células madre que todavía son experimentales. Muchos pacientes desesperados venden sus casas o apelan a las donaciones para poder pagar por lo que les prometen que ayudará a superar enfermedades crónicas o terminales, como la diabetes, el cáncer o los males de Alzheimer y Parkinson. Lo cierto es que todavía no hay ninguna evidencia científica en el mundo que demuestre que son realmente eficaces. El vacío legal y la desidia del Ministerio de Salud, la ANMAT y el Incucai. Las críticas de los expertos.
Pensar en células madre es imaginar una nueva forma de hacer medicina. Tratamientos casi milagrosos, que podrían acabar con la diabetes, detener el avance del Parkinson y hasta aniquilar un cáncer. Lástima que todavía los tratamientos con células madre están en un estadio experimental. Y que para la comunidad científica internacional no hay evidencias certeras de que hoy puedan funcionar.
Sin embargo, en la Argentina existen al menos cuatro establecimientos, en su mayoría privados, que desde hace varios años, y sin ningún tipo de control, ofrecen terapias basadas en estas prometedoras células. Algunos hasta cobran cifras millonarias.
¿Estafa? Como bien promocionó el ex Súperman Christopher Reeve, l as células madre pueden significar casi un regalo divino para alguien con una enfermedad terminal o crónica. Son células “vírgenes”, que tienen la potencialidad de convertirse en cualquier tejido del organismo. Así, la zona del cerebro afectada por el Alzheimer podría ser “revivida” si se consiguiera que estas células regeneraran a las dañadas. Pero para eso, aunque acá haya quienes digan que ya lo logran, todavía falta.
Uno de los centros que más críticas recibió por los especialistas consultados por PERFIL fue Regina Mater (RM), donde dicen que cobran entre US$ 20 mil y US$ 100 mil por estas terapias que no están autorizadas por los organismos de salud. “Es poco ético cobrar por algo que está en etapa de investigación y no está regulado por el Estado. Además, están generando una falsa expectativa en la gente. No hay diferencia con la crotoxina”, disparó Pablo Argibay, director de investigaciones del Hospital Italiano.
“Hablar de curación es muy prematuro. Lo que se puede decir es que las células madre frenan el avance de una enfermedad. En Parkinson es notable cómo mejoran al paciente”, aseguró Esteban Estrada, director de Stem Cells Argentina, centro que, según él, por ahora no cobra el tratamiento. “Pero vamos a empezar a cobrar porque ya estamos seguros de que es efectivo”, dijo y aclaró: “Estamos investigando para los europeos. Son como nuestros mecenas”.
Sin control. “Nadie debería usar las células madre porque todavía son muy inestables. No se puede saber si son efectivas y tampoco se sabe qué pueden causar en el futuro”, advirtió Ester Polak de Fried, especialista en fertilización asistida.
Para Roberto Sica, jefe de Neurología del Hospital Ramos Mejía, “en ningún lugar del mundo se deberían aplicar estas terapias en humanos. Hay muchas investigaciones en laboratorios, pero no es lo mismo un tubo de ensayo que el cuerpo”.
Sica se mostró muy crítico sobre todo con RM, que en su web asegura que puede hacer “grandes avances” para tratar la esclerosis lateral amiotrófica, el mal que afecta a Roberto Fontanarrosa. “Eso es imposible de tratar con células madre”, aclaró. De hecho, el escritor se sometió hace un año a un tratamiento de este tipo en Uruguay, pero su mal avanza.
Incluso Roberto Fernández Viña, que a través de su fundación en San Nicolás ofrece estos tratamientos, reconoció que “en algunos pacientes se logran resultados y en otros no”. El médico señaló a PERFIL que, “al tratarse de experimentación”, sólo cobra por el costo del los instrumentos e insumos: entre 2 mil y 5 mil pesos. Pero amparado en el vacío legal en estos temas, Fernández Viña hace sus estudios en pacientes con un protocolo que no presentó ni al Minisiterio de Salud ni a la ANMAT.
Richard Burt, de la Universidad de Northwestern, EE.UU., trató a 170 personas en un estudio clínico. Consultado por PERFIL, el experto remarcó: “No es algo listo para ser usado por médicos privados, sólo es aceptable en universidades o centros de investigación, como un ensayo clínico”. Y aclaró: “No uso la palabra ‘cura’, Dios nos castigaría si lo hiciéramos”.
Hablan los pacientes. Desde un foro sobre cuestiones médicas en Internet, una mujer identificada como T.C. aseguró que fue tratada en un instituto porteño y criticó sus tratamientos enfáticamente. PERFIL se comunicó con ella y sólo aceptó hablar si se mantenía a resguardo su identidad.
Según comentó a este diario, la mujer llegó al instituto porque una amiga se lo recomendó para las serias complicaciones que tenía en uno de sus brazos desde que le habían quitado un seno por un cáncer de mama: había perdido la circulación linfática. Se hizo un tratamiento con “vacunas especiales”. Pero no tuvo el resultado esperado. “Me atendí ahí y casi me matan. Te dan medicamentos que no están aprobados por la ANMAT, que los desarrollan ellos mismos y encima te los venden, algo que es ilegal”, dijo con una voz que conjugaba bronca y resignación, y con el objetivo de que nadie vuelva a sufrir lo mismo. “Esos son médicos que te dan cualquier cosa y lo peor es que toman enfermos terminales y hasta les hacen vender la casa porque saben que se van a morir.”
Pero no todos piensan igual. Marta Pinella hace poco empezó a tratar con células madre a su hija de 23 años, cuadripléjica por un accidente. “Ya le hicimos dos implantes de células y estamos muy contentos con los resultados. Pase lo que pase con mi hija, ellos hicieron lo mejor”, dijo en referencia a los especialistas del Regina Mater.
La burocracia del Gobierno. Los especialistas coinciden: en la Argentina existe un vacío legal en los tratamientos con células madre. Muchas de estas clínicas operan al margen de los organismos de control. “No le hemos otorgado ningún permiso a Regina Mater, ya que nunca presentaron documentación que demuestre la eficacia de lo que hacen”, dijo un alto funcionario de la ANMAT, organismo que con el Incucai debería impedir que se realicen estas prácticas.
Desde el Ministerio de Salud confirmaron que saben de su existencia y que, por cuestiones burocráticas, aún no está claro quién tiene competencia en este tipo de prácticas. Pero fueron claros con respecto al lucro: “ Como no hay evidencias y se considera aún experimental no se debería cobrar”, le dijo a PERFIL Carlos Alberto Soratti, viceministro del área.