La ley de cannabis medicinal, que el Senado aprobó por unanimidad esta semana, fue celebrada por miles de pacientes y familiares que utilizan la planta para tratar ciertas enfermedades, como la epilepsia refractaria. La nueva norma, que el Ministerio de Salud de la Nación deberá reglamentar en sesenta días, crea un programa nacional, regula la investigación clínica y científica, permite el cultivo y la producción por parte del Estado y garantiza el suministro gratuito de los derivados del cannabis para los pacientes que se inscriban en un registro.
Uno de los puntos más importantes de la nueva ley es que autoriza la investigación clínica y científica; lo que genera gran expectativa. “Los investigadores del Conicet en distintas áreas de la ciencia biomédica (neurociencia, genética, inmunología, cardiovascular, cáncer, etc.) tenemos una oportunidad enorme de realizar estudios básicos y aplicados multidisciplinarios”, le dijo a PERFIL Marcelo Rubinstein, profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigador del Conicet. Junto a su equipo, Rubinstein está comenzando un proyecto de genética molecular de endocannabinoides.
“Hay que comenzar a trabajar cuanto antes para que la ley se materialice en producir un fitofármaco de calidad y que los médicos acompañen. Argentina está muy desarrollada en tecnología y producción química, lo que falta es educación médica”, sostuvo por su parte Marcelo Morante, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata. El investigador tiene dos proyectos en agenda: uno tiene que ver con el uso del cannabis para el tratamiento del dolor refractario en cáncer y otro con el efecto neuroprotector y cardioprotector de la planta evaluado en las moscas.
Además, desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva avanzan en un convenio con la Universidad La Trobe de Australia. Allí el investigador uruguayo Germán Spangenberg trabaja en la caracterización de distintas variedades de cannabis. “La idea es trabajar en conjunto, importar estas variedades para hacer investigación”, informó Agustín Campero, secretario de Articulación Científico-tecnológica.
Aplicación. La gran duda es cómo se va a implementar la nueva norma. Ayer, a 48 horas de sancionada la ley, aún eran pocas las definciones y entre los principales organismos involucrados reina cierto desconcierto. Desde el Ministerio de Salud, aseguraron que en los próximos días se va a conformar una comisión para avanzar en la reglamentación con representantes de la Academia Nacional de Medicina, la Dirección de Salud Mental y la Anmat, entre otros.
La ley autoriza al Conicet y al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) a cultivar la planta con fines médicos y de investigación. “Este tema no lo teníamos en agenda. Seguramente nosotros ofreceremos instalaciones y recursos pero para trabajar con la gente del Conicet que ya viene investigando el tema”, reconoció Héctor Espina, director nacional del INTA. “Tenemos que ver en qué condiciones y cuál es el encuadre legal para hacer las investigaciones. Por ejemplo, si nosotros hacemos un invernáculo en Castelar, el riesgo de que el día de mañana desaparezca una línea puede ser grande. Debería haber todo un mecanismo de seguridad. Hay muchos temas todavía por debatir”, agregó.
La producción de los derivados del cannabis que tengan fines medicinales se fomentará a través de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (Anlap). Actualmente existen cuatro o cinco laboratorios en condiciones pero hasta el momento ninguno manifestó intención de producir el aceite de cannabis.
Actualmente el producto se importa desde Canadá a US$ 300 la botella de 100 ml. La Anmat autorizó el año pasado el uso del aceite de cannabis para el tratamiento de la epilepsia refractaria a través de la actualización de la disposición Nº 10.401. Para eso Anmat complementó su posición con una revisión sistemática sobre la evidencia científica respecto a la eficacia del cannabis. “A un año de vigencia, son 600 los pacientes que han importado productos para su tratamiento”, le dijo a PERFIL Roberto Lede, subadministrador nacional de la Anmat, quien además aclaró que hasta el momento no recibieron pedido de autorización de un fármaco derivado del cannabis.
“Hay que acompañar a los que vienen cultivando”
Ana María García es médica y lideró una lucha quizás para muchos impensada dada su profesión: despenalizar el uso, el cultivo y la producción de cannabis con fines medicinales. Es mamá de Julieta, de 27 años, quien padece epilepsia refractaria, un mal que no responde a los anticonvulsivantes tradicionales. En la búsqueda de encontrar un tratamiento, Ana María se topó con el caso de Charlotte Figi, una niña de 8 años de Colorado, EE.UU., con epilepsia refractaria, que fue tratada con aceite de cannabis. Como no había información sobre el tema, decidió crear Cannabis Medicinal Argentina. Junto con MamáCultiva se convirtieron en las grandes impulsoras de la ley.
“Ahora tenemos un marco legal para el uso, investigación y tratamiento en cannabis medicinal. Se abre una puerta muy grande. Vamos a empezar a trabajar para saber qué se importa, cómo se acompaña para que haya calidad en los que viene cultivando”, opinó Ana María.