En forma periódica y constante la tecnología empuja, a paso acelerado, nuevas fronteras de la medicina. Un caso reciente es el uso de equipos de realidad virtual (RV) empleados para realizar el diagnóstico de diversos trastornos de aprendizaje.
“Lo estamos utilizando con chicos que llegan a la consulta por algún problema de aprendizaje y el uso de los aparatos de realidad virtual nos sirve para evaluar en detalle la atención de cada paciente”, le contó a PERFIL la psiquiatra Andrea Abadi, jefa del Departamento Infanto Juvenil del Instituto de Neurología Cognitiva.
En concreto, esta herramienta, que está disponible en Argentina desde hace pocas semanas, consta de un hardware de anteojos de realidad virtual, del mismo tipo de los que se usan para los videojuegos, pero con un software médico especial, que sirve para trabajar con chicos de entre 6 y 16 años. El programa fue desarrollado por una empresa española y es capaz de generar un informe, cuyos resultados ayudan a los profesionales a evaluar en detalle las características atencionales del paciente y si éstas impactan en su problemática en particular. “Es una herramienta práctica que nos ayuda a diagnosticar cómo es el trastorno y los déficits de atención, patologías que son cada vez más comunes”.
Con el equipo colocado, el paciente tiene una sesión de veinte minutos de duración en la que se ve inmerso en el medio de un aula típica, con los bancos, el pizarrón, sus compañeros y el docente. “Durante la evaluación, el software va generando elementos que funcionan como distractores de la atención: compañeros que conversan y se levantan o el sonido de una ambulancia que pasa junto a la ventana”, ejemplificó Abadi.
El programa analiza las respuestas y genera un informe que detalla cómo “filtra” y responde a cada tipo de estímulo, tiempos de reacción, movimientos corporales que hace, hacia dónde mira y otros detalles con los que los neuropsicólogos pueden ser más exactos en el diagnóstico del funcionamiento de la mente.
“Estos tests se pueden hacer con lápiz y papel, pero usando la tecnología se vuelven más precisos. Y también se vuelve una experiencia más atractiva para los chicos, que ya no se aburren durante las pruebas”, afirmó la experta.
Por otra parte, según Abadi, “usar esta herramienta también puede servir para evaluar las mejorías del paciente y ver si las dosis de medicación están siendo, o no, efectivas en personas diagnosticadas con déficit de atención o con hiperactividad e impulsividad (TDAH). Además facilita el monitoreo de estos chicos a lo largo de varios años, incluso aunque el paciente esté cambiando y madurando”.
Aunque el uso de la RV para diagnósticos neuropsicológicos es reciente, también parece prometedor para otros casos. “Por ahora son investigaciones preliminares, pero hay expertos estudiando trastornos motores o a pacientes con problemas de equilibro y de ubicación en el espacio”, finalizó Abadi.