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Panorama//La prioridad de raul castro

¿A dónde va la nueva Cuba?

La Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (614 miembros) elegirá hoy un nue-vo Consejo de Estado (31 integrantes), que incluirá un nuevo presidente, tras la renuncia presentada por Fidel Castro. Su sucesor en el poder político en los últimos 19 meses es Raúl Castro, en su doble condición de jefe del Ejército (Fuerzas Armadas Revolucionarias/FAR) y continuador constitucional.

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La Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (614 miembros) elegirá hoy un nue-vo Consejo de Estado (31 integrantes), que incluirá un nuevo presidente, tras la renuncia presentada por Fidel Castro. Su sucesor en el poder político en los últimos 19 meses es Raúl Castro, en su doble condición de jefe del Ejército (Fuerzas Armadas Revolucionarias/FAR) y continuador constitucional.
Raúl Castro estableció una nueva orientación para el proceso revolucionario cubano iniciado en enero de 1959; las prioridades ahora son de orden interno y residen en la necesidad de resolver la crisis sistémica de la estructura económica, caracterizada por la nula productividad, la acentuación de las desigualdades sociales y la aparición en gran escala de “conductas antisociales y una tolerancia cada vez más entronizada con la indisciplina social” (discurso de Camagüey, 26 de julio de 2007).
El resultado de esta crisis sistémica, en la cual la estructura de la producción frena el desarrollo de las fuerzas productivas, es que el salario no alcanza en Cuba para satisfacer las necesidades básicas de sus habitantes. La productividad nula o negativa del sistema hace que el salario se haya desvinculado tanto de la capacidad (nivel de formación) como de las características del trabajo.
Los salarios mensuales promedio en Cuba ascienden a 6 dólares; los maestros ganan de 8 a 9 dólares, y los médicos, ingenieros y profesores universitarios, de 11 a 12 dólares. Pero un chofer de taxi para extranjeros logra entre 100 y 460 dólares; los dueños de pequeños restaurantes (“paladares”) tienen ingresos que oscilan entre 2.500 y 5.000 dólares, y los artistas y músicos, sobre todo los conocidos en el exterior, alcanzan los 6.000/10.000 dólares. Por eso en 1989, antes del colapso económico provocado por la caída de la Unión Soviética (1991), la máxima diferencia salarial en Cuba era 4,5 a 1 (era una de las sociedades más igualitarias del mundo), y ahora es 800/830 a 1.
La desvinculación del salario de la estructura económica, mediado por la nula productividad, hace que el ausentismo y la pasividad en los lugares de trabajo se hayan transformado de excepción en regla, mientras se generalizan las “conductas antisociales”. Sobre todo entre la “generación perdida”, que es la quinta parte de la población nacida después de 1980. Son 2,5 millones de cubanos sobre 11,3 millones de habitantes.
Este segmento de la población es el que nació y se crió en el “período especial” del colapso económico provocado por la caída de la Unión Soviética. Entre 1991 y 2003, el PBI cayó 35%, y el comercio internacional se hundió 75%.
A esta generación se refirió el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque, (diciembre de 2005) como “los que no tienen memoria histórica” ni están vinculados al régimen, lo que mostrará su importancia cuando “esté el hueco que nadie puede llenar y que tendremos que llenar todos como pueblo”.
Cuba recibió 65.000 millones de dólares, sólo de la Unión Soviética, entre 1960 y 1990, entre créditos subsidiados, sin obligación de retorno, y préstamos nunca devueltos. Hay que sumar la ayuda militar, que osciló en 3.000 millones de dólares anuales.
Esta gigantesca transferencia de capitales se realizó sobre una estructura económica nacionalizada a partir de 1960, cuyo eje era la producción agrícola de la industria azucarera, y permitió un desarrollo industrial destinado a satisfacer, en gran parte, un mercado interno en expansión. La desaparición del subsidio soviético provocó el colapso de esa estructura, y la virtual desaparición, en términos económicos, de su segmento industrial.
El parcial vuelco al capitalismo resuelto por Fidel Castro en 1991, que implicó la atracción de la inversión extranjera directa (IED) sobre todo en turismo, alivió la situación, pero no modificó la estructura básica preexistente, en la que el sector agrícola-azucarero mantuvo su carácter primordial.
La economía cubana ha sido una de las de mayor crecimiento en América latina y el mundo en los últimos tres años. Creció 12,5% en 2006, pero la producción agrícola cayó sistemáticamente en el mismo período: se desplomó 22,1% sólo en 2005. 
Cuba, en síntesis, se expande por el turismo, las remesas en dólares enviadas por la comunidad cubano-norteamericana, las compras de níquel que realiza China y el subsidio venezolano. Pero su producción agrícola se hunde en el momento en que el precio mundial de los alimentos aumenta cada vez más.
Raúl Castro sostuvo en Camagüey que la producción agrícola-ganadera cubana se encuentra frenada o frustrada por el despliegue en gran escala de la plaga del marabú. Se estima que 65% de las tierras estatales son azotadas por este mal. Curiosamente, no hay marabú en las tierras de Cuba que explotan las cooperativas privadas, que son 1.541, emplean a 90.000 trabajadores y utilizan 42% de las tierras productivas del país.
La producción de arroz, componente básico de la alimentación cubana, se hundió en el colapso de 1991, y luego se recuperó en gran escala. Es el resultado del programa Arroz Popular, realizado por iniciativa privada y que ahora es responsable del 70% de la producción nacional.
La tierra en Cuba es “propiedad estatal socialista de todo el pueblo”, según reza el artículo 15 de la Constitución reformada en 1992; en términos prácticos, sociológicos, significa propiedad del Estado y desinterés colectivo.
Cuba es la segunda productora de azúcar de América latina, después de Brasil. El eje de la política internacional de Brasil gira desde el año pasado sobre la afirmación de una estrategia global de biocombustibles (etanol/caña de azúcar), en asociación estratégica con Estados Unidos.
Las piezas del dominó adquieren sentido. Raúl Castro orienta a Cuba a una alianza con Brasil. Se unen el primero y el segundo productor de azúcar de América latina. La prioridad cubana es de orden interno y tiene su eje en la recuperación de la producción agrícola-azucarera. Hay una oscura armonía en las cosas humanas.