Se privatizó Alberto Fernández. Desconcierta a Cristina con su actitud autónoma y no puede creerlo el coloso militante de La Cámpora: al alfeñique político que pusieron en el gobierno se le han subido los humos y ni les contesta el teléfono. Justo él que vivió agobiado como un títere estos dos años porque su Vice lo desconocía y ninguneaba. Para colmo, otro raquítico del gabinete, Martín Guzmán, se permite declaraciones insolentes que exceden el rubro de la economía, contra la doctora y sus acólitos.
Dos tipos audaces dispuestos a fulminar el monomito femenino y ocupando la Casa Rosada que, según el escribano frustrado Andrés Larroque, el Cuervo, es “de ellos”. Aunque no pueden echar a los inquilinos, quienes además amenazan con dejar de pagar el alquiler y poner otros habitantes en lugares clave celosamente custodiados por Cristina & La Cámpora. YPF, por ejemplo. A Florencio Randazzo le ofrecieron ponerse ese traje para reemplazar al titular actual, el ex gobernador santacruceño Gerardo González. Ambos coinciden en un punto: no saben casi nada de petróleo y gas. En la mesa de Alberto, Randazzo quería Transporte; pero ese territorio es de Massa, mejor no ampliar las escaramuzas.
Si se concretara el pase sucesorio en la herencia de Mosconi, sería un golpazo para la dama y, sobre todo, el bolsillo de la dama. El ex ministro insurgente resulta una contumaz pesadilla para Cristina: Randazzo la enloqueció cuando, apartándose, le hizo perder la Presidencia a Daniel Scioli.
Ahora, si aceptara, podría recortar presupuestos en YPF y la orga cristinista que la maneja. Es que no entiende la razón por la cual, una empresa con 55% del market share gasta tanto en publicidad. Es como atosigarse con dulce de leche y volver a comer dulce de leche. Si le tocan esa área a Cristina, ella se vuelve Hulk. O verde. De ahí que Randazzo duda: no quiere una secuela cinematográfica del esperpento y, para él, asumir sería un compromiso insensato. Pasaría a encaramarse en una compañía que, tal vez deba pagar ya montos extraordinarios en juicios. En junio padece el desenlace por Maxus en los Estados Unidos y, al otro mes, la situación judicial se repite por la demanda de Budford.
A cualquiera podría inquietarlo presidir una empresa a punto de quebrar. Determinación pendiente para Randazzo, entonces, aunque dispuesto a seguir con Alberto en la patriada anticristina junto a otro ex ministro, Agustín Rossi, hoy acompañante del mandatario en casi todas las actividades, un consejero en su entorno preferido de Olmos, Ibarra (incluyendo hermano), Vitobello, Beliz, Aníbal Fernández, Moroni. Todos sospechan que habrán de aparecer más candidatos para la escuadra si Alberto decide pestañear algunas de las cajas de La Cámpora y Cristina.
Otro caso de novedosa resiliencia a favor de Alberto es Gerardo Martínez (sindicato de la Construcción, disminuido por el apelativo “media cuchara” de invención periodística), quien prepara una convocatoria masiva en su camping de Esteban Echeverría con otros gremialistas y políticos. Falta el slogan del llamado, teñido más por el cuestionamiento a Cristina que por el apoyo al Presidente.
Interpretan a cierta parte de la sociedad, con los empresarios a la cabeza, todos avergonzados por sostener a Alberto pero aterrorizados ante el avance de la Vice. El eterno Martínez ha dicho: “No necesito que ella me felicite por haber mejorado mi paritaria. Me arreglo solo”. Vive y sobrevive desde antes que existieran los Kirchner, y por andamios de todo tipo.
Cristina, con escaso tino comparativo, se había congratulado de la paritaria de su admirador y dador radical Palazzo, en la que los bancarios obtuvieron 60% de aumento. Estiró su satisfacción a Moyano, quien logró el mismo nivel de incremento. Nada dijo del 62 de la Uocra y tampoco del 56 del mercantil Cavalieri que, al ser acumulativo, cerrará el año con 70%. Al revés de Camioneros que, por acordar 4 tramos de aumento, al final terminará con menor poder adquisitivo del pactado.
La ofensiva putinesca de Cristina sobre Guzmán
Interesa ver lo de Moyano: ya no logra más que otros gremios, está distante de la CGT, solo espera que el gobierno le conceda los 40 mil millones que le ha prometido y encima quiere irse del club Independiente sin que lo denuncien. La plata quizás le resuelva entuertos con su conflictivo hijo Pablo, peleado con su madrastra por el control de la obra social. Pero hay un dato que tranquiliza al veterano: está bien de salud, en contra de distintas versiones.
Por su parte, el activo Martínez, se garantiza concurrencia para el próximo acto con su gremio y con la llegada de grupos sociales, en particular los de Pérsico (ladrilleros) y Grabois, quienes inspiran la relación gracias a llevar monotributistas a la obra social de Uocra y compartir un óptimo trato con prestadores y no prestadores.
Alberto y Cristina en un jaque perpetuo
Distintas islas para fomentar un “albertismo” que enfrente, según ellos, la intencional campaña del cristinismo para que la inflación sea más alta, por aumentos de todo tipo o proyectos legislativos con mayores gastos. Semejanza al fogonazo que los militares de Massera y Videla encendieron antes de voltear al desencajado gobierno de María Estela Martínez de Perón.
Ya ocurre con el deliberado fomento de la indexación, hoy inscripto en ciertas demandas salariales y en la última pretensión por los jubilados, bajo el atuendo de la kirchnerista justicia social. Esa misma que dicen proteger cada tres meses y que debe corregirse cada dos, luego cada uno. Antesala de la híper, como dice la Historia. Alberto y Guzmán se creen capaces de modificar ese destino ya redactado por el cristinismo, pero es difícil ganar al truco con dos cuatros, uno de la Paternal, el otro de Columbia.