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asi que habia inseguridad, nomas?

Andropenia y derechización

Durante todo el siglo XX, los comunistas de todo el mundo se la pasaron discutiendo (a favor o en contra de lo que sucedía en la “gloriosa” o “nefasta” Unión Soviética) cuál debía ser el lugar del partido y cuál el sentido del Estado.

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Durante todo el siglo XX, los comunistas de todo el mundo se la pasaron discutiendo (a favor o en contra de lo que sucedía en la “gloriosa” o “nefasta” Unión Soviética) cuál debía ser el lugar del partido y cuál el sentido del Estado. El Pepe Stalin lo resolvió fácil. Asumió el mando de los dos y chau picho, cosa que horrorizó a los más correctos camaradas de la Europa occidental, quienes, con Antonio Gramsci a la cabeza, intentaron darle una vuelta al asunto planteando la cuestión de la “hegemonía” más como una construcción a largo plazo que como el efecto inmediato de un decreto redactado a punta de fusiles AK-47.

Los Kirchner jamás fueron comunistas. Pero se asegura que mamaron de la “gloriosa Jotapé” (sobre todo Cristina) cierta identificación intelectual con Gramsci. Sería injusto negarles una dosis de creatividad: hoy, en la Argentina, el Estado y el partido son conducidos desde el mismo living room. El personalismo ha mutado en matrimonialismo, si bien se sigue dando por hecho que el “conductor” es Néstor y CFK, “apenas”, la Presidenta.

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Estuvimos tanto tiempo entretenidos en analizar las debilidades de ella que fuimos pasando por alto el paulatino debilitamiento de él. Y muchos analistas confundidos llegaron a la conclusión de que el kirchnerismo había entrado en una especie de menopausia política cuando, en realidad, iba ingresando en una andropenia bastante galopante. Se llama menopausia al final del ciclo reproductivo femenino, un fenómeno inexorable y siempre abrupto. La andropenia es otra cosa: también les llega a todos los varones, pero implica un decaimiento paulatino de la virilidad.

Los que saben de esto en términos médicos (y no políticos, que es de lo que estamos tratando de hablar por analogía) afirman que el efecto más complicado de este decaimiento hormonal radica en una anticipada sensación de fracaso que daña la autoestima y provoca iras o depresiones. El varón andropénico sufre la pérdida de los que considera sus principales atractivos.

Las encuestas parecen estar diciéndole a Néstor que ya no es el mismo. Que si encabezara la lista de candidatos a diputados por la provincia de Buenos Aires los resultados podrían ser mucho peores que si es Daniel Scioli quien ocupa ese lugar.

La autoestima de Kirchner está en crisis: nunca respetó a Scioli, salvo como tractor de votos. Y ahora debe ponerse a pensar muy en serio que un casi recién llegado a la política pase a ser alguien más importante que él en el futuro del PJ y, por qué no, del propio Estado.

La andropenia, en casos severos, se trata con inyecciones de testosterona. Así se llama la hormona de los machos. Y eso es lo que fue a buscar Kirchner cambiando sus delicadas transversalidades del principio por la alianza con los radicales K primero y, una vez tirado a la basura todo aquello, abrazándose hasta la asfixia con los exponentes de la “vieja política” que deploraba en 2003. Intendentes, punteros y sindicalistas sostienen hasta hoy al frente del PJ a quien antes odiaba la “pejotización”.

En términos de kirchnerismo básico, Kirchner no ha parado de “derechizarse” desde que asumió Cristina. La última señal de ese envejecimiento ha sido poner a todos sus legisladores a debatir, desde el martes próximo, un proyecto de ley para bajar a 14 años la edad en que un delincuente puede ser considerado como tal. Y no lo hizo convencido, sino muy apurado por una población a la que él u otro kirchnerista le pedirán su voto el 28 de junio y que ya no resiste más el gatillo fácil de la marginalidad.

Repasemos:

*Hace apenas seis meses, durante una conferencia de prensa en La Plata, Scioli propuso: “Hay que bajar la edad de la imputabilidad para delitos graves”.

*Tres días después, en Pilar, Cristina miró de reojo al gobernador y lo retó: “La construcción de la seguridad de los argentinos y los bonaerenses no se hace con leyes más duras y más terribles”.

*El jueves pasado, durante un acto en San Miguel y junto al propio Scioli, fue Kirchner quien dijo: “Ha llegado la hora de que el Congreso debata el Código Penal Juvenil”. Fue 24 horas después de que un chico de 14 asesinara al camionero Daniel Capristo en Valentín Alsina.

Al culpar al Congreso por la demora, el jefe del PJ olvidó que él mismo y su esposa habían bloqueado el debate de esos temas. Y también que el día antes, con un simple llamado telefónico, había desactivado la declaración de la emergencia sanitaria por la epidemia de dengue. Ojalá no haya que declararla cuando sea tarde.

Durante todo este tiempo, los Kirchner culparon a los medios de comunicación por generar una terrible “sensación de inseguridad”. Hoy apuestan a dar “sensaciones de gobierno” en materia de seguridad.

Las idas y vueltas debilitan. Envejecen. Sólo falta que quieran convencernos de que, además del Estado y el partido, es buenísimo que la “izquierda” y la “derecha” compartan la almohada.