COLUMNISTAS
los CONSEJOS DE ROUBINI

Argentina tiene que preservar la competitividad

Días atrás, el notorio economista Nouriel Roubini, por medio de una videoconferencia en ocasión de la Convención de la Cámara Argentina de la Construcción, hizo reflexiones sobre la economía mundial y la argentina.

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Días atrás, el notorio economista Nouriel Roubini, por medio de una videoconferencia en ocasión de la Convención de la Cámara Argentina de la Construcción, hizo reflexiones sobre la economía mundial y la argentina.
Además de aludir al “lento rebote” de la economía global, enfatizó el tema de la depreciación a nivel internacional del dólar, lo que calificó como una “mala noticia” para los países emergentes, que, así, tenderían a perder competitividad.
En rigor, este comentario vale si no se hace como China y otros países asiáticos, que “repegaron” su moneda al dólar americano, asociándose a la ventaja competitiva adquirida por los EE.UU., vía el dólar más débil. Obama le reclamó recientemente a Jintao por esta asociación molesta para los americanos.
Roubini no es Obama, pero emite, matizadas, opiniones parecidas a éste. Critica la compra de divisas que hacen diversos países, como los citados y otros, en función de la cual, con sus más y con sus menos, se busca limitar la apreciación monetaria con respecto al dólar.
El argumento esgrimido por el colega es tradicional: aquella compra suscita expansión monetaria y ésta podría avivar la inflación. Disentimos. No hay una conexión obligada del tenor recién citado. Incluso, la autoridad monetaria puede usar políticas esterilizantes en el frente monetario. Y la asociación de políticas de ingresos y de carácter fiscal puede servir para encauzar la inflación por fuera del carril monetario.
Ante esto, los lectores pueden aducir, y con razón, que “se trata del tema de siempre”. Todas estos temas discurrieron durante el período de nuestro exitoso modelo competitivo productivo de pocos años atrás y, a la postre, la gestión concluyó abandonando el debido respeto de los resortes no monetarios y no cambiarios de control de la inflación, por lo que finalmente la inflación se empinó.
Lo que, de facto, nos aconseja Roubini es que nos resignemos definitivamente en materia de competitividad cambiaria y que, de base, desconfiemos de la expansión monetaria. Eso sí, aporta un toque progresista: alienta aplicar algún impuesto al ingreso de capitales (como en Brasil y como se rumorea en Colombia) buscando desalentar posibles burbujas. Como si dijera: “Piérdase, competitividad, pero con un piso”.
¿Qué vale y qué no de lo dicho por Roubini? Nosotros debemos, al revés de lo que sugiere, preservar la competitividad (ya perdimos bastante al respecto) y seguir comprando divisas. En su caso –todavía es prematuro hablar del riesgo de burbuja en nuestra experiencia–, vale o valdrá la pena aplicar, ratificar o extender tributos y otros mecanismos al ingreso de capitales especulativos. Las herramientas: la compra de divisas y el manejo de capitales son sumables y no opcionales. Llegados a un punto, deberíamos más bien comprar divisas del superávit comercial (con un trato más “normalizado”) y no las especulativas. Y en cuanto a la inflación, éste es un tópico ligado a serias políticas de ingresos y fiscal más que a políticas cambiaria y monetaria y de tasas.      
Claro que lo recién aludido coincide con lo preferible; con un “primero mejor” o con un “segundo mejor” bastante robusto. Y, según lo que vimos en varias notas, la propia posibilidad de un “segundo mejor” concreto es, aun, una mera hipótesis de trabajo. Surgen entonces dudas e interrogantes. Recuérdese que nosotros nos movemos con un diferencial positivo de inflación no trivial frente a otros países que compran divisas, sin que todavía haya visos de que ese fenómeno tienda a encauzarse. Ante esto, ¿persistirá el Banco Central en la compra de dólares (ya la divisa perdió unos centavos) o se dejará llevar por la visión opuesta? Véase que aun manteniendo el valor nominal del dólar, persistiendo la inercia de la inflación efectiva  –no la ilusoria–, se perfila una apreciación real. Asimismo, interesando más en el nuevo “giro” el apalancamiento financiero externo, ¿no ayudaría la caída interna del dólar para reforzar la zanahoria de los altos rindes financieros en dólares? Es en un contexto tan peculiar donde “caen” los consejos de Roubini.   

  *Economista.