COLUMNISTAS
sigue la aversion al riesgo

Argentinos de siempre

A pesar de los intentos del Gobierno y el cambio de rumbo del último año, la Argentina sigue siendo un país para pocos.

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REPETIDOS. Elsztain, Pagano, Macfarlane, Mindlin y Werthein, referentes ya conocidos. | cedoc

A pesar de los intentos del Gobierno y el cambio de rumbo del último año, la Argentina sigue siendo un país para pocos. Tomemos la última semana. Un grupo de empresarios de la misma escuela de negocios, la de la valorización financiera, fue la protagonista de las noticias.

Después del regreso a los mercados de deuda, de las nuevas reglas energéticas, las últimas semanas tienden a confirmar que la inversión en la Argentina sigue estrechamente ligada a actores con conocimiento profundo de la economía del país. Ojalá que cambie hacia adelante, pero no desaparece la aversión al riesgo argentino. Y el problema es que a la visibilidad de los efectos de esas inversiones ató el Gobierno su suerte. Y, por ahora, lo padece.

Marcelo Mindlin, comprándole la empresa  a Angelo Calcaterra, el primo del Presidente. En apuros (el Presidente y su primo) y de apuro. Alejandro Macfarlane deshaciéndose de dos distribuidoras de electricidad bonaerenses y vendiéndoselas a Rogelio Pagano, dueño de otras tres distribuidoras en el norte argentino. La familia Werthein, desarmando sus posiciones en Telecom después de permanecer más de una década, en favor de David Martínez, el accionista mayoritario y mexicano que más conoce y confía en la Argentina. Eduardo Elsztain protagonista de un sorpresivo intento de desembarco y conquista inmobiliaria de las islas Malvinas.

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¿Qué los une? No es sólo el origen judío de la mayoría de ellos. Sino la especialización en financiamiento, y su cercanía con el Gobierno. Son los “expertos en mercados regulados” que sobrevivieron a las inclemencias de la economía kirchnerista. O los que supieron moverse con mayor destreza. No temen a lo desconocido, porque conocen el riesgo. Y saben de las altas tasas de ganancias que permite esta bendita tierra a quien en ella deposite sus esperanzas, rezos y cintura política.

 Elsztain y Mindlin fueron socios durante años. En los 90, Mindlin incluso había encabezado el fondo Dolphin, que ahora, desde su filial uruguaya y bajo control accionario de Elzstain, ofertó por la empresa malvinense.

Tras un sonado “divorcio”, Mindlin junto con Macfarlane y Rogelio Pagano emprendieron la compra de Edenor, cuando los franceses de EDF se retiraron de la empresa argentina, corridos por el congelamiento de tarifas y los palos de Kirchner.

Los tres siguieron caminos individuales. Macfarlane más recientemente fuera del universo de Pampa y de Edenor, se quedó con Edelap y Edea, distribuidoras de electricidad de La Plata y la costa atlántica. Antes se había abierto Pagano; con las llaves y conocimiento en finanzas y en cómo procurar financiamiento, compró primero la distribuidora de Salta para lanzarse a una conquista regional, que llegó ahora a las pampas.

Los Werthein llegaron a Telecom comprándoles las acciones también a franceses, los de France Telecom, en retirada por una crisis en su casa matriz y espantados por la propia caída libre de la Argentina y de la empresa posdevaluación y default.

Mindlin en Edenor y los Werthein en Telecom aterrizaron para ganar con la reestructuración financiera de la deuda. Compraron de regalo, y recuperaron con creces. Ambas firmas estaban en default de deudas en dólares. Sus acciones valían nada, y el contexto del país y las reglas del kirchnerismo cerraban fuentes de recursos tradicionales.

David Martínez, desde fuera del país, también ingresó al mercado argentino por los primeros 2000, con la compra de bonos de la deuda soberana en default, y pequeñas porciones accionarias en empresas de energía, e incluso en otras como Cablevisión, también en default. Fue un aliado del kirchnerismo al sostener su estrategia de inversión comprando bagatelas y apostando a la recuperación de la economía.


Suspenso. Que los principales deals de estas semanas provengan de estos actores baqueanos en el mercado y la historia argentina implica que todavía la Argentina no está del todo madura para que se desplieguen las inversiones que el Gobierno coloca como piedra angular del despegue.

Uno de los principales empresarios de Argentina comentaba así el problema de agenda del país. “Los inversores entran a países como el nuestro cuando los activos están baratos y están seguros de una renta. La Argentina está barata, pero para terminar de decidirse negocian cláusulas de salida con los vendedores, como ser cláusulas de recompra de acciones. Eso es función de la política”, explicaba.

Otro importante referente del mercado energético se quejaba: “El problema ahora es que están todos en campaña electoral”. De fondo en las oficinas del centro se escuchaba el paso de columnas de movimientos sociales. Venían de una de las marchas que asolaron la ciudad durante la semana.

No se habían difundido los brotes verdes de los datos de mejora de empleo, con una tasa de desempleo de 7,9% desde el 8,5% del trimestre previo. Una primera brisa del cuarto trimestre que la mayoría de la gente no llega a percibir. O le cuesta percibir. la ardiente impaciencia de los que esperan.