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Australia, entre Asia y Occidente

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Brisbane. La principal puerta de salida para las exportaciones australianas. El destino más importante es China. | cedoc

En un momento en que se observa una difusión del poder relativo hacia fuera de Occidente, la política exterior australiana enfrenta el enorme desafío estratégico de tratar en forma positiva y simultánea a su aliado estratégico más importante –EE.UU.–, y a su mayor socio comercial –China–. 

Para Australia, antigua colonia británica que como país independiente reconoce aún a la cabeza de la corona británica como jefe de Estado, la relación con EE.UU. es un pilar fundamental de su política exterior. En efecto, Australia ha peleado junto a EE.UU. en todas las guerras en que Washington ha participado en los últimos 100 años, primero como parte del imperio británico y luego como país independiente. Además, ambas naciones firmaron junto con Nueva Zelanda en 1951 el tratado de seguridad Anzus, estableciendo una alianza militar entre estas naciones. A su vez,  Australia es miembro de la sofisticada red de inteligencia “5 ojos”, junto con EE.UU., Canadá, Nueva Zelanda y Gran Bretaña. Adicionalmente, Australia es miembro del QUAD –junto con EE.UU., Japón e India–, un foro estratégico informal que procura asegurar la libre navegación en el Indo-Pacífico. 

Pero tomando consciencia de su ubicación geográfica, Canberra ha buscado desarrollar mayores lazos económicos con sus vecinos asiáticos, incluso con China. Así, esta reorientación económico-geográfica se potenció con la llegada del ministro del tesoro del partido laborista Paul Keating en 1983, que enfrentó el desafío de reorganizar una economía que estaba enfocada en el mercado interno, a una que estuviera más integrada al mundo. En esta mayor integración al mundo, Asia tendría un rol prominente. Keating logró el apoyo de los sindicatos para implementar esta estrategia, lo que convertiría este esfuerzo en una política de Estado para los sucesivos gobiernos liberales y laboristas. 

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Producto de esta estrategia, Australia exporta hoy el equivalente al 22% de su PBI –de 1.543 mil millones de dólares–, donde las exportaciones de cinco productos –hierro, carbón, combustibles minerales, oro y carne bovina– representan el 48% del total. De singular importancia son los porcentajes que representan los destinos asiáticos: China 30%, Japón 9%, Corea del Sur 5%, India 3%, Taiwán 3% y la Asean 11%. Solamente estos mercados representan el 61% del total.  A su vez, las exportaciones a EE.UU. apenas alcanzan un 3% del total. 

En un contexto político-económico internacional de prepandemia, Australia tenía –según el experto australiano Rod Lyon–, algunas opciones estratégicas como para complementar su alianza con EE.UU. y su propio fortalecimiento. Estas eran: 1) seguir con la construcción de un orden regional, a través de instituciones regionales, conexiones económicas y cooperación en materia de seguridad; 2) la construcción de capacidades militares regionales, trabajando estrechamente con potencias regionales como Indonesia; 3) prolongar el liderazgo de una potencia asiática dominante, aunque en varios casos sería incompatible con la alianza con EE.UU., y 4) continuar con una estrategia de difusión de poder en Asia, aprovechando la naturaleza “anticoagulante” de la situación geopolítica en ese continente, donde se destacan más las distintas potencias que las alianzas formales entre ellas. Para Lyon, las dos primeras opciones eran las aconsejables.

Sin embargo, la irrupción de la pandemia del coronavirus en Wuhan en diciembre de 2019, su expansión al resto del globo a partir del primer trimestre de 2020 y las consecuencias de esta tragedia sanitaria obligaron a Australia a repensar aspectos de su sofisticada política exterior. Este proceso incluiría el rever tanto su relación con China como su relación con EE.UU. La relación con China se complicaría seriamente, ante el pedido de Canberra de que se clarifique/investigue en profundidad el origen del Covid 19, algo que disgustó enormemente a Beijing.  Esta respondió con duras medidas económicas, como la aplicación de tarifas del 288% sobre la importación de vinos australianos.  Ante esto, Australia ha procurado expandir y diversificar más aún sus exportaciones a Asia, con foco en la Asean y la India. 

Con respecto a EE.UU., se llegó a cuestionar cuán confiable era como socio para su estrategia nacional de seguridad. En primer lugar, los tempranos éxitos de Australia en la batalla contra la pandemia y su relativamente bajo nivel de fallecidos contrastaban con el enfoque que adoptó el gobierno de Donald Trump, que resultó en un alto nivel de fallecidos. También preocupó la tendencia de Trump a enfocarse en lo doméstico y retraerse de lo internacional.  

A su vez, no se compartió la visión de que China debía ser excluido de los foros económicos regionales. 

Más tarde, ya con Biden como presidente, y dada la interacción de Australia con Asia, se le ha hecho complejo adherir al relato norteamericano –un tanto simplista– del enfrentamiento entre “autocracias versus democracias”, como tampoco lo han hecho socios regionales como India o Indonesia.  Sin embargo, el primer ministro liberal Scott Morrison (2018-2022) afirmaría: “Nuestra alianza con EE.UU. es nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro”. En ese contexto, Australia firmó el  pacto de seguridad Aukus (Australia, Reino Unido, EE.UU.) para compartir tecnología avanzada de defensa, incluyendo submarinos nucleares.

Con respecto a China, un evento reciente y significativo ha sido la firma del tratado de seguridad entre China y las vecinas islas Salomón, que preocupa a Australia. Por otra parte, en lo comercial se ha visto una mejora en la relación, probablemente a causa del interés de China en el litio australiano. Australia tiene la quinta reserva de litio en el mundo y posee una industria minera sumamente eficiente. Así, el nuevo primer ministro laborista Anthony Albanese tuvo una positiva reunión con Xi Jingpin, durante el G20 en Bali. Sin embargo, queda flotando la duda sobre qué consecuencias militares directas tendría para Australia una potencial invasión china de Taiwán, a pesar del reconocimiento formal australiano de “una sola China”.

* Especialista en relaciones internacionales. Autor del libro Buscando consensos al fin del mundo. Hacia una política exterior argentina con consensos (2015-2027).