COLUMNISTAS
ERRORES OPOSITORES Y EMPRESARIALES

Autocrítica necesaria

El kirchnerismo aprovecha las mezquindades ajenas. Pago a holdouts. Interna empresaria. Y el ego PRO.

ENERGIA EOLICA Daniel Sabsay
| Pablo Temes

Axel Kicillof quedó sorprendido y molesto cuando supo los detalles de la reunión que Alejandro Vanoli mantuvo con un grupo de banqueros en Nueva York a principio de mes. La conversación que hubo entre el ministro de Economía y el presidente del Banco Central sobre ello no fue agradable. Kicillof le reprochó a Vanoli lo imprudente de su conducta; sin embargo, nada dijo sobre el contenido de su exposición. El detalle es significativo.

El ministro es consciente de que la disputa con los holdouts debe ser solucionada. No es que ahora haya nacido en él el deseo de pagarles; reconoce que no tiene otra opción. El asunto es cómo compatibilizar esa medida con las exigencias del “relato”. La necesidad de mantener esa premisa lo llevó a cometer un grosero error en la aciaga tarde del 31 de julio. Ocurrió durante la conferencia de prensa que tuvo lugar en el consulado argentino.

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Allí Kicillof, creyendo que todo estaba arreglado, se fue de boca y dijo cosas inapropiadas en el momento mismo en el que la delegación de la Asociación de Entidades Bancarias Argentinas (Adeba), encabezada por Marcos Brito y Sebastián Palla, estaba cerrando el acuerdo con los representantes de los fondos buitre. Tales expresiones hicieron que todo volviera a fojas cero. Lleno de furia ante esa inesperada contrariedad, el entonces presidente del Banco Central (BCRA), Juan Carlos Fábrega, llamó a Kicillof para recriminarle su imprudencia.

Ahora, el ministro considera que el acuerdo es imperioso. Caso contrario, el desmadre de la economía puede entrar en un sinfín de consecuencias. Ruega que llegue cuanto antes el 1º de enero de 2015, para que la cláusula RUFO (right upon future offers) caiga y se pueda entrar en una negociación rápida con los holdouts. La solución en la que se piensa se asemeja a la que se utilizó en el caso de Repsol: pagar una parte en efectivo y otra en bonos.

Mientras, Kicillof intenta mostrarse ajeno a cualquier preocupación y continúa sumando poder. Ese es un juego que le gusta. Por eso, en los pasillos del Ministerio de Economía suena cada vez con más fuerza la interna que mantiene con su par de Industria, Débora Giorgi. El ministro puso primera en su idea de desplazarla y proceder a unificar las dos carteras. Una fuente que conoce los vericuetos de esa disputa aseguró –entre risas y asombro– que el ministro preferido de la Presidenta encontró un “aliado” inesperado en la denuncia aparecida en La Nación acerca de los funcionarios del Ministerio de Industria que deciden el pago de subsidios por la fabricación de bienes de capital y que, al mismo tiempo, son los dueños de un conglomerado de empresas destinatarias de esos fondos. La orden de Kicillof fue clara: “Si la causa avanza, nadie moverá un dedo para desligar a la ministra de los hechos bajo investigación”. Hay que señalar que la diputada Elisa Carrió denunció en la Justicia no sólo a Giorgi, sino también a los funcionarios de su cartera mencionados en el artículo periodístico.

La edición del coloquio de IDEA, que concluyó el viernes en Mar del Plata, tuvo un voltaje crítico hacia el Gobierno del que careció desde 2003 hasta ahora. Ello refleja no tanto un acto de valentía sino lo inexorable del fin de ciclo del kirchnerismo en el poder. El tema excluyente entre los empresarios pasó por la resolución del frente externo para obtener financiamiento, problema para el que aún no avizoran una salida. Para todos, 2015 es una incógnita.

Casi como en un ritual masoquista, todos los presentes esperaban la respuesta del jefe de Gabinete luego de las duras palabras de Miguel Blanco en la apertura del Coloquio. Quedaron satisfechos; lamentablemente, nadie esperaba menos. Cada intervención de Capitanich generó más risas que comentarios. Se le ha perdido el respeto.

En este marco, también hubo algunas voces del empresariado que exhibieron una imprescindible cuota de autocrítica: “Es cierto, hay más apertura y disposición de los hombres de negocios para alzar la voz con nombre propio a la hora de frenar los embates del Gobierno; sin embargo, ya se observan algunos derrapes innecesarios”. La misma fuente puso de relieve lo que, a su entender, son algunos ejemplos de esta conducta: “Los documentos del Foro de Convergencia son enunciativos pero no tienen gran profundidad y habría que discutir hasta dónde representan el sentir nacional y hasta dónde los propios intereses de sus miembros. El G6 también se está equivocando: la judicialización de la ley de abastecimiento como un manotazo de ahogado va y viene y no tiene un horizonte claro. Este grupo tampoco cristaliza una idea certera de burguesía nacional que proponga un rumbo a seguir. Los bancos –continuó la fuente– parecen volver a preocuparse por salvarse a sí mismos y el campo –aun con razón en sus planteos– no logra aportar soluciones concretas”. En fin, un acto de honestidad brutal. Las internas empresariales estuvieron a la orden del día en este Coloquio, cuyo título (“Integración: un compromiso de todos”) no tuvo nada que ver con mucho de lo que allí se vivió y se dijo.

Claro que no sólo entre los empresarios hay necesidad de autocrítica. También hace falta en la oposición. La ausencia de Mauricio Macri en el debate de cierre del Coloquio con Hermes Binner, Julio Cobos, Ernesto Sanz y Sergio Massa tuvo que ver con problemas de ego. Al parecer, el jefe de Gobierno se molestó con los organizadores porque le impusieron el formato de cierre sin darle lugar a matices personales. Los debates son así: la norma debe ser igual para todos.

Este egoísmo lo capitaliza el oficialismo que, astutamente, continúa marcando la cancha cada vez que se lo propone. Y la propuesta del kirchnerismo es clara: por un lado, asegurar la impunidad de muchos de sus funcionarios y, por el otro, dejarle al gobierno que viene un verdadero campo minado, condición esencial para darle vida al proyecto de Cristina 2019, que desvela e ilusiona a la Presidenta y a su entorno.

Producción periodística: Santiago Serra.