Cada día los diarios traen más referencias a contenidos de otros diarios y medios de comunicación. Esto no es ni bueno ni malo. La autorreferencialidad, que fue un recurso para sorprender a unos lectores de pergaminos con la paradoja de contar algo que contiene algo contado, terminó dando lugar a una literatura inspirada en las mitologías y después en versiones poéticas y dramáticas de mitos grecorromanos y judeocristianos. Todos –hasta nuestra presidente, o denta– se interesan por los efectos de los medios, pero la gran novela de la modernidad se inspiró en los efectos demenciales del consumo de libros estúpidos por la recién nacida industria gráfica. Desde entonces, en poesía y narrativa, emerge una literatura destinada a intervenir en la literatura y a sugerir, referir y comentar en oposición a la fabricación de escritos para alimentar a la imprenta. Damián Tabarovsky traza muy bien esta diferencia aplicándola al campo literario argentino, aunque lamentablemente llama a la primera con la infeliz expresión de “literatura de izquierda”, como si la izquierda fuese algo bueno. Claro que Fidel, ícono de la izquierda, tiene cosas buenas, por ejemplo sus intervenciones sobre la crisis ambiental y la sociedad de consumo desenfrenado. “¿Dónde y quiénes van a suministrar los más de 500 millones de toneladas de maíz y otros cereales que Estados Unidos y Europa necesitan para quemar etanol?”, se preguntaba hace más de dos años. La conversión a biocombustibles produce más desmonte –más crisis ambiental– y un alza brutal en los precios de los alimentos que generará más pobreza. El demonio es el auto: el automovilista americano que use biocombustibles consumirá anualmente el alimento de siete personas. La semana pasada volvió sobre este tema el ingeniero Víctor Bronstein, explicando por qué los biocombustibles no son ni serán nunca viables. Le faltó agregar que la producción de un litro de etanol requiere casi cuarenta de agua de riego y destilación. Días después, se lanzó aquí el Toyota Prius, que consume la cuarta parte de un auto corriente y es casi enteramente reciclable y no contaminante. Pero aunque la industria de autos convierta sus modelos en híbridos eléctricos como el Prius, la crisis terminal de los hidrocarburos no se postergará más de cinco o diez años. La solución será acabar con los autos y con la necesidad de autos. El auto, lo auto: el gobierno de Extremadura ha lanzado una campaña publicitaria masiva destinada a perfeccionar las técnicas de masturbación de sus ciudadanos. Bienvenida sea: el auto-erotismo no genera miseria y sólo contamina sábanas y pañuelitos que son ciento por ciento reciclables.