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fuegos artificiales que duran poco y no cambian nada

Blanqueo y votos

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Según los considerandos del proyecto de ley que se está tratando en el Congreso, el blanqueo de capitales tiene como objetivo el incremento de la inversión en los sectores de la energía y la construcción. En el contexto de una economía que no crece hace más de un año, la idea de reactivar la inversión es bienvenida. El reconocimiento implícito de que fue un error tratar de pesificar la economía en general, y el mercado inmobiliario en particular, también es bienvenido.

Sólo es un reconocimiento implícito porque los considerandos de la ley señalan, en un desafío al sentido común, que la Argentina está sufriendo una crisis en el mercado inmobiliario como consecuencia de la crisis internacional. La conexión entre ambas crisis no existe. La buena salud de los mercados inmobiliarios de todos los países de la región es una demostración de que no hay ningún contagio inmobiliario en América latina. De la misma manera que nadie puede culpar al mundo de que Argentina haya crecido menos que el resto de América latina desde 2008. Pero, en fin, como sabemos, el relato no admite errores aunque haya que falsear la realidad, incluyendo las estadísticas.

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Dejando de lado la retórica oficial y sin entrar en consideraciones éticas del inédito segundo blanqueo en menos de cinco años llevado a cabo por un mismo gobierno, no parece que esta medida sea capaz de revertir la disminución de la inversión en la construcción y en los hidrocarburos, objetivos explícitos del gobierno. Si bien el blanqueo posiblemente incentive básicamente la compra de vivienda usada, lo cual podría ser un primer paso para ayudar a la alicaída construcción, ¿qué es lo que viene después de ese “primer paso”? Cuál es el cambio de fondo que permitirá recuperar la construcción? ¿Se va a reducir el cepo cambiario, por ejemplo, permitiendo el crédito en dólares para que los que no han evadido tengan también la posibilidad de acceder a la compra de vivienda? ¿Se va a permitir que los que tengan dólares blancos en el exterior puedan ingresarlos sin tener que transformarlos en pesos al tipo de cambio oficial? (¿No es una ironía que los que tienen dólares blancos estén perjudicados respecto a los evasores?).

Para incrementar la inversión es necesario tomar medidas que reduzcan la incertidumbre, para lo que se requiere un marco institucional que establezca un futuro previsible, un programa antiinflacionario, la mejora de la competitividad y la reducción gradual de las distorsiones de precios que se han ido acumulando en los últimos años. Nada de eso es lo que vemos en estos días; por el contrario, la reforma de la Justicia, las expropiaciones y la brecha en el mercado cambiario ahuyentan a los inversores.

Ese contexto en el que se desenvuelve la economía no da para pensar en un aumento de la inversión. Resulta difícil que el Gobierno desconozca esa realidad. Se puede inferir que el objetivo de las medidas parece ser otro: corregir el comportamiento de dos indicadores que, de cara a las elecciones, generan una sensación de crisis; ellos son la pérdida de reservas internacionales y la cotización del dólar blue. Al surgimiento de problemas en el sector externo le siguieron la restricción a las importaciones, el cepo cambiario y ahora el blanqueo para tratar de evitar que sigan disminuyendo las reservas. Uno puede imaginar un aumento inicial de las reservas internacionales al vencimiento del blanqueo, de la misma manera que el cepo cambiario pudo haber demorado la pérdida de reservas internacionales.

Pero esos parches no pudieron evitar su caída: las reservas se redujeron 17% desde el inicio del cepo. Además, considerando que es probable que los certificados de depósitos garantizados por el Banco Central (Cedin) concentren gran parte de los dólares blanqueados, el aumento de las reservas se revertirá rápidamente, ya que es difícil imaginar que alguien quiera mantener cuasi-dólares garantizados por el Banco Central de la Argentina si puede tener dólares verdaderos garantizados por la Reserva Federal. Seguramente el dueño de la vivienda que reciba los Cedin correrá al Banco Central para obtener los dólares verdaderos.

Respecto a la brecha cambiaria, el impacto inicial será de un aumento de la demanda (los que tienen pesos y quieren blanquear) y una probable disminución de la oferta (los que tienen dólares no declarados que ahora pueden blanquear). Sin embargo, al momento del cierre del blanqueo habrá un aumento de la oferta de “cuasi-dólares” (los certificados de depósito garantizados por el Banco Central) que puede llegar a disminuir la brecha cambiaria por un breve período.

La intensidad de este efecto dependerá del monto del blanqueo y de las regulaciones del Banco Central, entre ellas, si las transacciones se pueden hacer tanto en pesos como en dólares.

Estas medidas pueden asimilarse a los fuegos artificiales: un rato, muy breve, de distracción sin que nada cambie, y con el peligro de que alguien se queme en el camino. ¿No será que el quemado en este caso es el que encendió los fuegos artificiales? De cara a las elecciones de octubre pareciera que hay pocos efectos económicos positivos y varios costos políticos.

* Ex ministro de Economía.