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UN PAIS EN SERIO

Bolsillo mata big data

Un súbito ataque de chetofobia en las urnas dejó al descubierto a las encuestas de imagen víctimas del Photoshop.

cristina kirchner 08152019
La candidata a vicepresidenta por el Frente de Todos, Cristina Fernández de Kirchner. | Twitter /@CFKArgentina

“Parece que Cristina resultó ser una mejor candidata a vicepresidente que Pichetto. Yegua mata Michael”.

Termino de escribir esa frase y me entusiasmo. Creo que voy a hacer un gran análisis de los resultados electorales y de lo que vendrá. Estoy en mi oficina, sentado frente a la compu de escritorio, cuando entra Carla, mi asesora de imagen, que se ríe a carcajadas después de mirar su iPad.

—¿De qué te reís? –pregunto.

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—Nada, encuestas –responde–. Me causan gracia.

—Pensar que decían que María Eugenia Vidal era la política con mejor imagen del país. Y le ganó casi por 20 puntos el ex ministro de Economía de un gobierno que, supuestamente, fue desastroso en economía.

—Me parece que a Vidal no la medían con encuestas, sino con Photoshop –opina Carla–. Por eso, si pretendo datos serios, leo la revista Atalaya. Los Testigos de Jehová están mejor informados y dan mejores diagnósticos.

—¡No seas así! Todos tenemos derecho a equivocarnos.

—¿Por tanta guita? Mmm… no sé si tantos. Igual, no voy a discutir con vos, que sos un campeón en eso de equivocarse.

—Dejá de bardearme que estoy inspirado –le digo y le leo el párrafo del comienzo de mi columna.

—Un bochorno –me dice–. Lamentable. Igual hay que reconocer que hay coherencia: cada vez estás escribiendo más gansadas.

—¿Qué te parece que haga?

—Echale la culpa a Fontevecchia.

—¿Vos estás loca?

—Para nada –responde Carla–. Si el oficialismo acusó a la oposición de fraude, si le echó la culpa al gobierno que vendrá por la suba del dólar y la estampida inflacionaria, vos bien podés decir que tu columna de Perfil es horrible por culpa de Fontevecchia.

—Bueno, fueron tres años y medio de echarle la culpa a la gestión anterior, está bueno que el Gobierno cambie, ¿no?

—De la pesada herencia a la pesada sucesión. No es gran cosa, pero mientras no haya segundo semestre ni brotes verdes, vale como argumento.

—Igual ya no hay tiempo para eso –digo–. Ahora llega Alberto, un tipo sencillo, campechano, que saca a pasear a Dylan, es hincha de Argentinos Juniors, le gusta tocar la guitarra y usa un bigote como el de Litto Nebbia.

—Y parece que eso le alcanzó para disimular que siempre fue un tipo del riñón de la rosca política, un armador más que un carismático, casi un monje negro que siempre estaba a la sombra y nunca se había presentado como candidato en ninguna elección.

—¿Nunca? –pregunto–. ¿Y cómo es que va a ser presidente después de presentarse por primera vez a elecciones?

—No sé, parece que el bigote de Fernández pudo más que la Duran Barba de Macri.

—¿Y la grieta? –pregunto.

Carla me mira fijo, se queda así un momento, se ríe.

—Iba a contestarte una grosería –dice–. Pero prefiero parafrasear a Lenin: “El fernandismo, etapa superior del kirchnerismo”.

—¿Fernandismo por Alberto Fernández?

—Por Alberto y por Cristina. ¿Quién iba a decir que el apellido Fernández iba a terminar siendo más determinante que el apellido Kirchner?

—Por lo pronto, en el Frente de Todos ya están entusiasmados con empezar a gobernar, ¿no?

—No sé si a gobernar, porque el país es un caos –responde Carla–. Pero sí hay una expectativa muy grande por empezar a arrancarse los ojos y hacer rodar cabezas. La unidad tiene esas cosas…

—¿Vos decís que no van a tirar todos para el mismo lado?

—No es lo mismo Fernández que Fernández. Pero por el momento pueden matarse. Total, el Gobierno está muy cansado.

—Sí, pobre Macri –digo–. Duerme mal, pide disculpas y cuando duerme bien confunde días y horas.

—No es fácil para él vivir en un país con un súbito ataque de chetofobia. Lo bueno es que todo empieza a volver a la normalidad.

—¿Qué cosa? –pregunto.

—El peronismo vuelve a gobernar. La UCR va a volver al rol que mejor le queda: oposición. Bueno, eso si queda alguien como para desempeñar ese papel. Y lo más importante: cuando la gente se queda sin plata se molesta y esa molestia incide en el voto.

—¿Vos decís que inflación mata grieta?

—Mucho más que eso –concluye Carla–. Si hay algo que dejó en claro esta elección es que, así como billetera mata galán, bolsillo mata big data.