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Brasil, decime qué se siente

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Bolsonaro. Pese a tener un 15% en las encuestas, no llegaría a ganar una elección. | Cedoc Perfil

Quedan cuatro meses cortos para la primera vuelta. La mención no es casual. Hay un mundial en el medio donde el foco de atención estará puesto en una verdeamarela que, con pocos méritos recientes, tendrá encima la presión de cortar con una sequía de 16 años sin ganar el premio mayor. También de lavar el papelón del 0-7 versus Alemania en Brasil 2014. En ningún caso, esa eventual alegría podrá generarla la política. Los tres candidatos que hoy lideran las encuestas, por distintas circunstancias, no tienen chances de coronar. Lula, arriba de 30% cómodo según la última encuesta de Datafolha, tendrá que conformarse con ungir algún candidato de su partido desde la cárcel, sea el ex gobernador de Bahía Jaques Wagner o el más probable ex intendente de San Pablo Fernando Haddad. Por otra parte, quienes siguen a Lula en el ranking rondando el 15% de las preferencias cada uno, tanto el duro militar Jair Bolsonaro o la líder ambientalista Marina Silva, no tienen ningún espacio nacional que pueda sostener con seriedad sus sueños presidenciales.
En tal sentido, esta elección será un laboratorio que mostrará con crudeza la inviabilidad del experimento Trump o Macron en el ámbito de la política brasileña. A la hora de la verdad, resulta impensable que un outsider estilo Trump se apropie, de la nada, de una de las tres grandes estructuras partidarias tradicionales, sea el Partido de los Trabajadores (PT), el Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB) o el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, hoy MDB). De igual forma, tampoco puede esperarse que una figura del sistema político tipo Macron logre imponer con eficacia una nueva fuerza dentro de una geografía política donde aquellas tres grandes estructuras tradicionales controlan el 70% de los gobiernos estaduales y alrededor del 50% de las prefecturas o gobiernos municipales de Brasil.
Por ello, hay que tomar los sondeos actuales como fuegos de artificio. El partido político del actual presidente Temer, MDB, tiene como candidato a un Henrique Meirelles que hoy no despega en las encuestas. No mueve la aguja, apenas 1%. Sin embargo, esta fuerza gobierna casi el 20% de los municipios brasileños. Tal situación no anticipa de ninguna manera un triunfo suyo, pero sí le otorga importancia a cualquier política de alianzas que despliegue el partido, especialmente en una elección donde pesará más la rosca entre los líderes de las estructuras clásicas que la pobre taquilla actual de los candidatos en danza. En este marco, la larga lista de nombres hoy con cartel francés en los medios debería reducirse a una lista corta donde, además de Haddad más Wagner por el PT y Meirelles por el MDB, habría que incluir con mención especial al actual gobernador paulista, Gerardo Alckmin, por el PSDB, hoy apenas rondando los 7 puntos de intención de voto según nuevo sondeo del portal brasileño Poder360.
Brasil, decime qué se siente pasar por el calvario de la dirigencia política en general que disparó el Lava Jato, para que en las próximas elecciones tus votantes tengan que optar entre las pocas variantes ofrecidas por el viejo sistema partidario. La respuesta a tal desafío imaginario toca a la naturaleza de la actividad política. El sistema no tiene capacidad para adaptar velozmente su oferta a los desafíos que imponen circunstancias hoy cada vez más cambiantes. El tercer gran actor partidario más reciente, el PT, fue la resultante de más de veinte años de actividad política bajo la batuta de Lula. En lo que toca a la experiencia argentina, si bien en las antípodas ideológicas, el propio partido del actual presidente Macri, el PRO, también representa un recorrido político de más de una década. El sistema no tiene otra forma de ofrecer nuevas variantes en el menú. En tal sentido, no hay aforismo más oportuno que aquel pronunciado por Cristina Kirchner en 2011: “Si quieren tomar decisiones, armen un partido político”. Teléfono desde Brasil para Tinelli, De Nárvaez y Manes. Nadie ofrece una estructura valiosa llave en mano. Quien lo hace seguro que vende humo.

*Politólogo, Analista internacional.
(@DanielMontoya)