Argentina avanza en el camino de multiplicar sus vínculos diplomáticos expandiendo sus oportunidades de desarrollo y profundizando sus relaciones con países y con bloques regionales, y un ingreso al grupo de los BRICS potenciará todo ello.
Sin prejuicios, sin falsos antagonismos, sin corset ideológico alguno, el faro que guía este camino es el del desarrollo nacional, un objetivo mayor que, naturalmente, requiere de una inserción global inteligente.
En esa dirección, que desmiente las distorsionadas consignas electoralistas según las cuales el país está “aislado del mundo”, Argentina tiene firmes posibilidades de sumarse al grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), países emergentes de creciente influencia mundial: explican el 24% del PBI mundial y concentran un 42% de la población global.
El acrónimo BRICS, nacido del marketing financiero en informes de bancos de inversión en los 2000, se formalizó con cumbres de líderes celebradas desde 2009.
La primera cumbre del grupo de emergentes se celebró en Ekaterimburgo, Rusia, con cuatro países. En 2010 Sudáfrica fue invitada a sumarse a los BRICS.
Visto en retrospectiva, la conformación del bloque de los BRICS es consecuencia de un último proceso de globalización que, en su caso, alentó sustancialmente el intercambio económico, comercial y diplomático entre países y regiones periféricas.
Los BRICS se consolidaron a lo largo de los últimos años como un espacio de articulación alternativo a los organismos tradicionales de la posguerra. Desde entonces, este bloque abrió un canal de diálogo autónomo frente a las agendas de los países desarrollados y favoreció nuevos equilibrios globales, ante un orden financiero multilateral que continúa dominado por las naciones centrales.
Financiamiento propio. En ese sentido hay que destacar la creación de una entidad financiera en 2015. Con un capital inicial de 50 mil millones de dólares, el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD, por sus siglas en inglés) promete convertirse en una alternativa a las instituciones multilaterales tradicionales.
El banco de fomento de los BRICS está volcado a la financiación de proyectos de infraestructura en el territorio de sus cinco países miembros, pero también ofrece créditos para proyectos en otros países en desarrollo. Dilma Rousseff, expresidenta de Brasil, ha sido nominada recientemente para conducir la entidad.
Las condicionalidades y sobrecostos que suele impulsar el Fondo Monetario Internacional (FMI) en las negociaciones con los países que requieren financiamiento son conocidas por todos y cuestionadas una y otra vez.
Así, el surgimiento y la consolidación de organizaciones financieras alternativas, con una orientación diferente y despojada de la tradicional vocación ortodoxa, suponen una ventana de oportunidad para el desarrollo de los países emergentes.
Argentina está cerca de incorporarse al grupo de los BRICS. Tenemos, como país de renta media, la oportunidad de explorar intereses comunes con esas naciones y afianzar a través de esa participación multilateral un camino propio de crecimiento sostenido.
En los últimos meses, tres de los miembros del bloque –Brasil, India y China– confirmaron efectivamente que evalúan sumar a Argentina a los BRICS. De hecho, las máximas autoridades diplomáticas brasileñas expresaron públicamente que nuestro país será el candidato impulsado por el presidente Lula da Silva.
La posición del gobierno brasileño se sumó a otras anteriores y públicas en favor de la aspiración argentina de sumarse a los BRICS expresadas recientemente por los cancilleres de China y de India.
Por otra parte, Argentina no es el único interesado en incorporarse a los BRICS. El Ministerio de Relaciones Exteriores sudafricano confirmó que Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Argelia y Nigeria también buscan formar parte del grupo.
Oportunidad en la “policrisis”. Estamos ante un escenario global de “policrisis”, es decir, de crisis superpuestas (pandemia, guerra e inflación) que evidencian que el mundo está intensificando sus conflictos y se torna más fragmentado, menos cooperativo y más incierto. En ese contexto, la potencialidad que tiene la incorporación de la Argentina a los BRICS es enorme, porque permite multiplicar y diversificar los foros en los que participamos.
La relevancia de que un país forme parte de este tipo de instancias multilaterales de alto nivel de articulación, cooperación y negociación cobra vuelo en un momento de fragilidad financiera global y crecientes dificultades macroeconómicas internas.
Los beneficios, sin embargo, no están garantizados por el simple hecho de pertenecer al bloque. De confirmarse su incorporación a los BRICS, Argentina tendrá el desafío de promover una articulación al interior del grupo que fortalezca la voz del Sur global en foros como el Grupo de los 20 (G20). Y, sobre todo, que impida la reproducción de los vínculos tradicionales Norte-Sur que se construyeron durante la segunda mitad del siglo XX.
A su vez, la ampliación de los vínculos diplomáticos, políticos, económicos y comerciales del país debe promover la articulación de posiciones conjuntas que eviten replicar las políticas neoliberales imperantes en la relación alentada desde los países desarrollados.
Solo así será posible pensar en un multilateralismo que estimule la reducción de la desigualdad y la mejora de las condiciones de vida de las sociedades.
Una incorporación exitosa de Argentina a los BRICS tendrá la ocasión de buscar la instalación de una agenda centrada en la promoción del desarrollo sostenible. Para el caso de nuestro país, ello supone desafíos tales como la industrialización de recursos naturales estratégicos –el litio o el hidrógeno, por ejemplo– a partir de la potenciación de nuestras capacidades científicas y tecnológicas.
En definitiva, para Argentina se trata de estar más vinculados para crecer más y con más industrialización, más empleo, menos pobreza y más igualdad. Los países que más crecen son también los que más comercian. Nuestra búsqueda de relacionamiento global avanza en esa dirección.
* Embajador de la Argentina en los Estados Unidos. Sherpa argentino en el G20.