Seguimos asistiendo atónitos a subas incesantes de la moneda virtual bitcoin. No me animo siquiera a nombrar un precio, para no quedar en ridículo con una referencia que rápidamente quede desactualizada. Esta dinámica fue calificada como la burbuja más grande de todos los tiempos. ¿En qué consiste este fenómeno?
Si bien no todos los economistas creen que existen, las burbujas se definen como el precio de un activo que cotiza muy por encima de su “valor fundamental”. Definir con claridad ese valor no es fácil, pero hay pistas que nos pueden ayudar.
Tomemos el caso de las acciones de una empresa, cuya suma por definición debería reflejar su valor. Una firma vale por su capital, más lo que rinda en el futuro.
Descontando adecuadamente estos rendimientos, obtenemos el valor actual neto de esta empresa. Pero los rendimientos futuros no siempre son ciertos, y la acción se moverá si hay información que cambie la percepción sobre estos retornos. Pero esto no termina aquí. Como esta acción puede comercializarse en Bolsa, será el mercado el que finalmente decida su precio.
Entonces lo que importa no es nuestra percepción particular del valor de la firma, sino qué es lo que la mayoría piensa sobre este negocio y su futuro. Debemos, por tanto, estimar las estimaciones de los demás. Esta maraña de expectativas produce subas y bajas bruscas en las cotizaciones. Pero el precio no puede ser cualquier número, porque las acciones de una empresa que promete transformar agua de mar en oro no valen nada.
La moraleja es que las empresas tienen algún valor intrínseco a partir del cual estimamos su precio, y que nadie compraría algo que en el fondo no tiene valor. A menos que…
A menos que cada comprador piense que puede comprar un activo al precio actual y venderlo luego a un precio superior, caso en el cual el valor fundamental se vuelve completamente irrelevante. ¿Y qué nos indica que podremos comprar hoy y vender más caro mañana? Fácil: una historia de subas continuas del precio. Lo que “viene subiendo” podrá, con buena probabilidad, seguir haciéndolo. Esto abastece demanda presente y futura suficiente para que la profecía se cumpla a sí misma.
Valores. Si todo activo tiene un valor fundamental más o menos definido que contribuye a determinar su precio, ¿cuál es el del bitcoin? El bitcoin se presenta como una moneda alternativa, la cristalización de un sueño libertario del dinero fuera del alcance de los caprichos de los bancos centrales. Ahora bien, ¿cuál es el valor fundamental del dinero? Una forma de capturarlo es recordar sus funciones. El dinero sirve como medio de intercambio, reserva para ahorrar y denominador de contratos (préstamos, alquileres depósitos, etc.). Cualquier “cosa” útil como dinero debería cumplir al menos alguna de ellas.
El peso, por ejemplo, funciona en Argentina bien como medio de cambio, medianamente como denominador de contratos, y pobremente como ahorro.
¿Cumple el bitcoin con estas propiedades? No todavía. Su extensión como medio de pago es limitada (¿qué ha comprado usted con bitcoins últimamente?)
y, que yo sepa, no existen contratos denominados en esta moneda (¿alquilaría un departamento o tomaría un crédito UVA en bitcoins?). La razón de este fracaso es simple: los precios del bitcoin en relación con los valores de los bienes y otras monedas es espantosamente inestable, lo que hace imposible que ejerza esta función. La inestabilidad del dinero es muy poco deseable. De ella nos quejamos cuando hay inflación, y el mismo argumento vale cuando es al revés, y es la moneda la que sube violentamente de precio.
Algunos sostienen que el bitcoin es un gran activo como reserva de valor, debido a que sube continuamente de precio. Pero este argumento no es muy consistente: el dinero sirve como ahorro porque permite comprar bienes mañana. Y como hemos visto, esta función todavía no se cumple satisfactoriamente. El mismo argumento vale para el blockchain, que no es otra cosa que un registro seguro de las transacciones en bitcoins. ¿Qué ventaja es tener un registro de transacciones si la moneda no se comercializa?
El único “valor fundamental” del bitcoin es la promesa futura de que se transforme algún día en un medio de cambio efectivo.
Pero las dificultades para determinar el valor actual de este servicio son virtualmente insuperables. Dado que sería poco razonable que el mercado pueda calcular de manera efectiva el “fundamento” del bitcoin, lo más prudente es suponer que las expectativas de los que compran sigan la simple regla del “venderle a un tonto mayor”, casi la definición de una burbuja.
Además de la inestabilidad, que ha hecho millonarios sin mérito alguno a muchos (si venden a tiempo…), la fiebre del bitcoin mantiene ocupados miles de megavatios de energía para “minar” monedas virtuales, y hay sospechas de que la moneda ha sido usada para financiar actividades ilegales. El sueño libertario, por ahora, parece transformarse en pesadilla.