Para vivir en Argentina hay que naturalizar la incertidumbre, que alcanza a casi todas las dimensiones de la vida. Tal vez, la única excepción sea el endeudamiento. La deuda es la única previsibilidad. Este parece ser el horizonte circular que tenemos por delante. El gobierno anterior tomó una deuda sin precedentes obviando pasar por el Congreso y no explicó en qué se gastó ese dinero. ¿Inversión? Prácticamente no. ¿Pago de otras deudas de arrastre? Apenas un fragmento.
¿Fuga? Algunos marcan esa puerta giratoria que se dio entre “toma de deuda-fuga” y que se encamina a ser uno de los argumentos centrales de la renegociación. Sorprende la falta de información pública al respecto –es decir, qué pasó con el dinero de los préstamos– así como el silencio de la oposición en el marco de la discusión por la renegociación, fenómeno que está cooptando el grueso de las preocupaciones del Gobierno. Tal vez sea esta tierra movediza –la indeterminación sobre la cuentas públicas– lo que a la opinión pública le cueste entender para poder evaluar el impacto y el dimensionamiento que la renegociación de la deuda tiene para el país. Por lo pronto, en materia de opinión pública, no es unívoca la lectura sobre su impacto en la vida cotidiana ni las responsabilidades de los actores políticos que participaron en la toma de deuda.
Voces. La cuestión es cuáles voces políticas se levantan o se escuchan en el tablero local. Es y no es lo mismo. El habla social y el hablar político están sometidos a las mediaciones de la memoria, de los medios, a los prejuicios, a las afinidades políticas y a tantos otros lentes que tienden a deformar discusiones y a tergiversar el sentido.
El rasgo de época es la disputa permanente por el sentido de las cosas que nos afectan. Controversias en sistema de cajas chinas. La estructura de la narrativa de grieta, entonces, primera caja china, promete las clásicas diferencias de sentido entre amarillos y azules. Pero a su vez, promete desplegar otras cajas en su interior. Es lo que estamos viendo con las tensiones en torno a los presos políticos/detenciones arbitrarias o Berni versus Frederick.
Cristina. La tensión más fuerte en este juego de cajas chinas se cristaliza hoy en las palabras de Cristina Kirchner, que ya están en el centro del candelero. Los rumores de internas entre el Presidente y Cristina, solapadas en las polémicas recientes, terminaron de desdibujarse luego que Fernández respaldara los dichos de su vice en el reclamo de una quita al FMI, considerando que el organismo incumplió sus normas al aprobar créditos por U$S 57 mil millones durante la gestión de Macri. A través de su cuenta de Twitter, Cristina Kirchner mostró una imagen con el estatuto del organismo y puntualizó: “Ningún país miembro podrá utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una corrida considerable o continua de capitales”. Kristalina Georgieva, titular del FMI, respondió inaugurando la nueva caja china de la estructura de grieta. Básicamente, rechazó las palabras de Cristina y elogió el “diálogo constructivo” que viene manteniendo con Alberto.
Articulación. ¿Es tan evidente esa grieta? No se puede negar que el Gobierno contiene expresiones de posiciones diferentes. Pero también es posible conjeturar sobre el ejercicio de una articulación. Después de todo, el propio Guzmán, con tono suave y tranquilo, planteó argumentos similares. Un día después, en la misma línea, el Presidente aseguró que la observación de Cristina “es muy pertinente, porque muchas veces en campaña yo les marqué a los directivos del Fondo cómo habían incumplido normas”.
Este señalamiento sobre el incumplimiento encierra en sí mismo una figura que pone en relieve un conflicto entre cuestiones de distinto orden. Traduzcamos. Aquí entran en tensión los argumentos normativos con los morales. Hacer justicia o pagar lo justo (argumento ético) presupone transgredir los principios normativos que a su vez, como en una caja china, estaría justificado por transgresiones previas y por el hecho cuestionable de afectar a las mayorías.
La vicepresidenta se pregunta “cuando dicen ‘no, no se puede hacer una quita al capital del FMI porque su estatuto prohíbe hacer quitas’. ¿Pero cómo que el estatuto del FMI prohíbe hacer quitas? También prohíbe que se den préstamos para permitir fugar el dinero. ¿Y por qué vamos a hacer valer una prohibición y la otra no?”. La decisión del organismo de no permitir una quita plantea la no aplicación de una norma en una situación y la aplicación de la norma ante otra. Para justificar esta decisión, el Fondo posiblemente se quede sin argumentos sólidos –el argumento normativo ya ha entrado en crisis por sus acciones previas–, más allá de dejar en evidencia los verdaderos intereses que representa. Justificar la norma cuando favorece a un sector y omitirla cuando no lo hace. Por ello, no se trata ya de un problema de interpretación, sino de una clara defensa de intereses.
Ante este esquema, cobran entonces otro sentido las palabras de Máximo Kirchner criticando al organismo, que lejos de ser una consigna repetida de manera automática, plantea la situación que atraviesa las bases de esta puja. “Vamos a dar la única pelea que importa, que es terminar con la extorsión de los buitres, del Fondo y de los acreedores”, dijo durante un acto en Escobar el titular del bloque de diputados del Frente de Todos. Para respaldar el planteo de Cristina, el diputado precisó que tras los préstamos del FMI, las reservas eran de 77 mil millones de dólares y cuatro meses después esas reservas se habían ido a 44 mil y después a 33 mil. “Si eso no fue violar este artículo del Fondo, debería explicarles a los argentinos y argentinas qué sería violarlo”.
Y ese conflicto de intereses, donde un gobierno se alió con un organismo para favorecer a un sector (el financiero y especulativo) en perjuicio de la mayoría, choca de frente con las intenciones de un nuevo gobierno que tiene como principal objetivo revertir ese esquema, poniéndole un límite a la pobreza. Las palabras que pronunció Máximo Kirchner ponen luces en esa dirección. “En Argentina tenemos que volver a recuperar el sentido de solidaridad y equidad para poder desarrollarnos como sociedad. Venimos de cuatro años en los que el ser humano fue relegado en la gestión pública del Estado. Donde el centro de la acción del Estado fueron el mundo de las finanzas, la especulación y el ser humano quedó relegado a ser un saldo de planilla de Excel”. La pregunta final será entonces si el organismo permitirá que ese saldo sea positivo para la gente, y por una vez les toque perder a los que siempre ganan.
*Analista. Directora de Trespuntozero.com