La próxima Cumbre América del Sur-Africa (ASA) que en noviembre reunirá a los presidentes de las dos regiones en Caracas y que es coordinada por Brasil y Nigeria, que pusieron en marcha este mecanismo bianual dos años atrás, puede ser una oportunidad para avanzar en una agenda común, que hasta el momento ha sido poco sustancial, pero que tiene múltiples posibilidades de cooperación.
El instituto International Policy Network elabora anualmente un Indice de Calidad Institucional basándose en ocho indicadores relacionados con las libertades políticas y económicas, que a su vez son elaborados por instituciones como el Banco Mundial, Transparencia Internacional y el Foro Económico Mundial –entre otros– para luego determinar la calidad institucional de cada país.
El criterio que adopta dicho organismo es el 0 como el nivel más bajo y 1 el más alto, resultando interesante establecer una comparación entre los 52 países africanos y los 20 latinoamericanos –aunque los 8 ubicados al norte del Canal de Panamá no participarán de la Cumbre–, ya que entre sí ambas regiones muestran algunas semejanzas en este aspecto.
Sobre 72 países, Chile es el mejor calificado de todos, con 0,84, seguido de Sudáfrica con 0,71.
Así, no es sorprendente que para el mundo desarrollado el primero suela ser presentado como el modelo para América latina y el segundo para Africa.
Tercero está otro país africano, Botswana con 0,69 y luego están Uruguay con 0,68 y Costa Rica con 0,67.
Estos tres países de América latina (Chile, Uruguay y Costa Rica) a su vez son considerados los mejores de América latina –junto con Argentina– en dos mediciones clave: el Indice de Desarrollo Humano de Naciones y el de Calidad de Vida que elabora la revista The Economist.
Nuestro país ocupa el puesto número 11 en Calidad Institucional para América latina, pero el 18º lugar entre los 72 países africanos y latinoamericanos, estando así por debajo de 7 países de Africa.
En el índice que también elabora Transparency International, sobre la autopercepción en cada país respecto al grado de corrupción que existe, la Argentina ocupa un lugar muy similar, el puesto 12.
Lo curioso de nuestro país es que tiene índices de calidad institucional y autopercepción de corrupción por debajo de la mitad de los 20 países de America latina, cuando en Desarrollo Humano y Calidad de Vida está entre los primeros.
Cuba (0,24) ocupa el decimoctavo lugar sobre los 20 países de América latina, entre Etiopía (0,26) y Ruanda (0,22), y Venezuela (0,13) es el penúltimo de la región, entre Eritrea (0,13) y República Centro-Africana (0,13).
Finalmente, Haití (0,12) es el último de los 20 de América latina y el número 64 de los 72 que suman ambas regiones, con una calidad semejante a Angola y Guinea, ambos con 0,11.
Si bien los países latinoamericanos en promedio guardan una mejor calificación institucional que los africanos, las diferencias no son tan sustanciales como hoy tampoco lo son en crecimiento, ya que Africa, en promedio, ha crecido más durante la década en curso por la creciente demanda de materias primas al igual que sucede en América latina.
Esto ha tenido consecuencias económicas muy concretas en la relación entre Argentina y este continente. En la primera mitad del año, las exportaciones hacia el mismo crecieron 22% en volumen y 91% en precio.
La razón es simple, la demanda de materias primas permite a los países africanos reducir la pobreza y en consecuencia, como sucede con Asia, destinar más recursos a mejorar la calidad de la alimentación.
Hasta hace no mucho tiempo, pensar en Asia como potencia económica era impensable. Observar que en Africa, y en particular en algunos países de este continente, se están dando cambios positivos puede ser una actitud útil para la Cumbre de noviembre que reunirá a 64 países de Africa y América latina.
* Director del Centro de Estudios Nueva Mayoría.