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Cambiemos: ¿Alianza bis?

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Tanto el kirchnerismo como el menemismo contaron con dos elementos fundamentales para asegurar su extensa durabilidad y la discrecionalidad con que gobernaron: en primer término, una coyuntura internacional favorable que significó disponer de una cuantiosa masa de ingresos provenientes del comercio internacional en el primer caso, y de préstamos abundantes junto a recursos provenientes de las privatizaciones en el segundo. Además, contaron con una sólida y disciplinada mayoría parlamentaria dedicada a complacer la voluntad del Ejecutivo.

El actual gobierno, en cambio, se asemeja más a la Alianza. En ambos casos, sin mayoría en el Congreso y un contexto internacional bastante más complicado. De hecho, la Alianza se desmoronó cuando dejó súbitamente de recibir financiamiento externo. Actualmente, el precio de los principales productos de exportación cayó significativamente y las reservas dilapidadas por el kirchnerismo hacen imperioso el financiamiento externo. Otros rasgos comunes son que ambos escogieron a sus candidatos presidenciales mediante un proceso electoral, ambos heredaron efectos perversos de los gobiernos que los precedieron. En ambos también hay un partido principal que define el rumbo central y ocupa los lugares claves del Ejecutivo y otro en segundo lugar con participación acotada en dicho Ejecutivo, y los dos, en el intento de resolver la herencia, chocan con una sociedad que no quiere que se le hable de penurias y levantisca contra quienes no resuelven rápidamente los temas críticos. Por supuesto que hay algunas diferencias significativas, como haber ganado la provincia de Buenos Aires, que sólo el tiempo dirá si constituye una ayuda o una carga.

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Uno fracasó, el otro quiere éxito. Para éste, si todo marcha bien y se van superando los para nada pequeños problemas heredados, es posible que la división del peronismo opositor permita resolver las necesidades legislativas del Ejecutivo y de esta forma se avance hacia un nuevo esquema de relaciones políticas en la Argentina. Para ello sería preciso un cambio significativo en el contexto internacional que implicara una mejora sustancial para los bienes y servicios que la Argentina exporta o una corriente importante de inversiones que sacudan el aparato productivo nacional. Préstamos internacionales también pueden servir, siempre y cuando no se reedite la experiencia menemista.

Si no se avanza en estos aspectos, no debe descartarse que a medida que se vayan presentando problemas de envergadura, como consecuencia de las medidas de saneamiento tomadas y a tomar o de problemas como la inseguridad, donde no se produzcan avances perceptibles, disminuya el apoyo de la población y el legislativo vaya resultando cada día más “caro”, hasta que un día los dispersos opositores peronistas, luego de que el desgaste haya producido su efecto, decidan unirse para aspirar a retornar al gobierno, sin el cual les es muy difícil sobrevivir, explicando ello la ferocidad que han exhibido históricamente para mantener el poder o reconquistarlo.

Tanto la tarea de poner al país en pie nuevamente como la de realizar cambios de fondo en su estructura social y económica requieren de un gobierno capaz, decidido y con poder para ello. Si la coyuntura internacional no coopera demasiado, sin un gobierno de coalición que asegure una mayoría parlamentaria estable, dichas tareas tienen una probabilidad nada pequeña de fracasar. Una coalición con mayoría legislativa es una necesidad si no se quiere sufrir mucho y terminar fracasando. Que se entienda bien: mayoría parlamentaria no para evitar el debate y rechazar el aporte de las fuerzas minoritarias. Sí para evitar sistemáticos “palos en la rueda”.

Ahora bien, el gobierno de coalición necesario es uno donde los líderes de las fuerzas integrantes constituyen la mesa chica del gobierno con sede en el gabinete nacional, el ámbito de toma de todas las decisiones importantes. Cambiemos es una base significativa, pero no alcanza; y en vez de ir hacia el inseguro y agotador trabajo de conseguir una por una la aprobación de las leyes necesarias, quizás valga la pena comenzar a pensar en invitar a algún sector de la oposición a ser parte del gobierno. Dejar de ser una Alianza para constituirse en gobierno de coalición.

 

*Sociólogo; www.aldoisuani.com