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Campaña obscena

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| gob. PBA

Por estos días, buena parte de la dirigencia política oficialista y opositora está embarcada en el frenesí de reuniones y diálogos para definir candidaturas electorales. Semejante vendaval de rosca suena obscena en medio de la tragedia sanitaria y socioeconómica.

De este desenfreno no escapa casi nadie. Una de las pocas excepciones parecería ser el ex presidente Mauricio Macri, pese a que los motivos están lejos de ser más loables: prefirió irse a Europa a presentar su libro y a vacacionar.

Su sucesor en el cargo también podría ser una rara avis en este fragor. Pero Alberto Fernández no participa activamente por la demanda de la gestión (de hecho hay demasiados ejemplos de sus horas ociosas) o por falta de interés, sino por la delgadez interna que tiene respecto a este tema sobre Cristina, Massa, Kicillof, Máximo y los gobernadores peronistas.

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Son Ella y ellos quienes protagonizan las tertulias públicas ya en tono de campaña, como la que protagonizaron el jueves en Lomas de Zamora la vice y el mandatario bonaerense. Y también las privadas, como la que tuvieron la semana pasada CFK, Massa y Kirchner Jr.

Mientras el oficialismo aún no aceleró para la presentación de listas del 24-J, la oposición rompió en los últimos días todos los velocímetros.

El PRO hirvió con Larreta como cocinero principal para imponer el menú: Vidal en Capital y Santilli en Provincia. Esto ya precipitó que se baje Bullrich de la pelea porteña. Larreta gana así su primer round en el combate de fondo con Macri por el liderazgo opositor.

El otro socio central de JxC también entró en una etapa movida, gracias al revulsivo que le significa que Manes haya aceptado subirse como candidato.

Convendría que la política ecualizara con equilibrio su modo campaña con ocuparse de los problemas. Casi 100 mil muertos por covid y la gravísima crisis social y económica del país le pueden pasar una factura abultada a favor de la antipolítica. El efecto va más allá de un resultado electoral, aunque lo incluya.