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Campos mórficos

Mi mama solía contar cosas extrañas. Por ejemplo, una vez me dijo que la única vez que vio a su papá fue porque ella había puesto las piernas sobre las vías del tren.

Mar del Plata 12022019
Playas de Mar del Plata | Cedoc

Mi mama solía contar cosas extrañas. Por ejemplo, una vez me dijo que la única vez que vio a su papá fue porque ella había puesto las piernas sobre las vías del tren (quería saber qué pasaba con sus piernas cuando las ruedas la pisaran) y este la vio y corrió presuroso a socorrerla. “Me llevó en andas y aún recuerdo su bigote cerca de mi cara”. Según ella, nunca –ni antes ni después de ese salvataje– lo vio. Era una nena, pensaba yo, puede haberlo inventado. Está bien: el padre invisible que aparece para salvarle la vida.

Contaba mi mamá que en 1954 en Mar del Plata, una ola de 20 metros se abalanzo sobre ella

Otra cosa que contaba mi mamá es que una vez estaba de vacaciones en Mar del Plata y de golpe una ola de 20 metros se abalanzó sobre la playa y ella consiguió escapar, pero muchos no. “Era como si se te viniera encima un edificio de agua”, me dijo. Cada vez que le preguntaba a mis amigos marplatenses  por esto, me decían: “¿Un tsunami?, nunca”. Pensé que mi vieja ya era adolescente como para inventarlo, pero nunca se sabe. Hay personas que crean una fábula y después hacen que su vida se ajuste a esa creación. La idea de mi madre escapando a un edificio de agua siempre me persiguió en mis ensoñaciones, me daba terror.

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Enrique Di Pietri, un psicoanalista junguiano que me salvó la vida a los 30 años, me dijo: “Esa imagen de tu mamá a punto de ser sumergida tiene que ver con tu miedo a nadar en lo instintivo, a dejar de lado la razón”. Leo en el diario que en Mar del Plata, en 1954, hubo un tsunami y que recién hoy los expertos creen haber encontrado la razón: movimientos que provocaron un suave tsunami local por causas meteorológicas. Y se habla de ondas meteorológicas que surcan el aire sin ser percibidas y que pueden –según sea leve o baja la presión– mover el oleaje violentamente. Estas ondas no se perciben. Son como los campos mórficos: el dueño sale del trabajo en Retiro y al mismo tiempo el perro mueve la cola en Ramos Mejía.