Es una campaña polarizada y bastante aburrida. No hay casi disputa de encuestas. Todas las consultoras coinciden en la ventaja que Cambiemos tiene sobre Unidad Ciudadana en la provincia de Buenos Aires. Por ende, gran parte de la atención se encuentra centrada en la situación interna que atraviesa cada una de las fuerzas políticas a la búsqueda de su sostenimiento y su reconstrucción futura. La tensión y el enigma acorralan al peronismo y sus variantes.
Encuestas. El repaso de los números respecto de la intención de voto tanto en Capital Federal como en territorio bonaerense muestra que los tres primeros puestos en CABA no sorprenden, de acuerdo con la última encuesta de Poliarquía. Carrió podría superar la abultada ventaja de más de treinta puntos sobre Filmus; por su parte, Martín Lousteau se sostiene con una cosecha muy similar a la obtenida en las PASO. La única sorpresa sería el crecimiento del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), que, con Marcelo Ramal como candidato, podría arrebatarle el cuarto puesto a Matías Tombolini, de 1País.
Para la provincia de Buenos Aires, la mayoría de los encuestadores sostiene que la ventaja del oficialismo estará entre cuatro y siete puntos. Los votos que suma Cambiemos provienen de 1País y les restan caudal a Sergio Massa y Margarita Stolbizer. La explicación más razonable radica en la mejora de los índices y el crecimiento de la economía, que, ahora de manera más visible, llegaron justo a tiempo para darle aire al Gobierno.
Mientras tanto, el peronismo continúa en estado deliberativo, y la CGT –debilitada en su conducción– trata de hacer pie poniendo en discusión los puntos ásperos de la reforma laboral que propone el macrismo y buscando soluciones y apoyo peronista, donde probablemente no lo haya. Es que el peronismo es hoy una masa heterogénea de dirigentes que van y vienen. Ahora, la palabra de moda es “unidad”. La propia Cristina Fernández de Kirchner quiso apostar a ello luego de haber dividido el movimiento con saña. Sergio Massa trabaja en el mismo sentido, y los gobernadores justicialistas y la CGT intentan –sin visos de lograrlo hasta ahora– darle forma. La tarea será difícil, las aguas están agitadas.
CFK es el límite. Una fuente de primera línea dentro de las filas de Randazzo aseguró: “El peronismo tiene que ser capaz de construir una opción que exprese futuro y sea competitiva para ganar las elecciones de 2019. Las cosas no están para cerrarle las puertas a nadie, pero no hay que contar a CFK en esa reconstrucción, porque ella expresa un pasado de división y desacuerdos”. En esa visión coinciden los gobernadores peronistas de la nueva camada y la cúpula de la CGT. Uno de los triunviros expresó: “Buscamos encontrarnos y no parece posible que las opciones de desencuentro tengan lugar en un movimiento que ya no quiere la discordia como forma de construir”. El tiro por elevación a la ex presidenta es claro. En el massismo se quejan de la polarización y cimientan por lo bajo el acercamiento al peronismo y el encuentro opositor como la mejor forma de poner límites al oficialismo. Parecen haber caído en la cuenta de que los componentes personales hoy no le juegan a favor al ex intendente de Tigre.
En ese sentido Sergio Massa cosecha críticas, aunque sin llegar a ser una divisoria de aguas: “Sergio se fue del peronismo y tiene, además, un gran problema de credibilidad producto de las decisiones políticas oportunistas que ha venido mostrando. No podemos dejarlo afuera porque necesitamos a todos los actores, pero inteligencia no es lo mismo que ventajismo”, asestó un peronista que apuesta por la reconstrucción.
El gran problema del movimiento es la ausencia de un conductor o jefe. Nadie cosechó la cantidad suficiente de votos como para mostrar una espalda capaz de generar conducción en la provincia de Buenos Aires. “Hay un voluntarismo para encontrar en los gobernadores ese eje de conducción, pero si vamos al terreno real, Urtubey o Uñac son opciones interesantes que expresan futuro, pero sin nivel de conocimiento y liderazgo alguno al día de hoy”, reflexionó un analista. Este desagregado de figuras lleva directamente, a nivel nacional, a pensar en un peronismo representado por dos figuras: Florencio Randazzo y Sergio Massa. El dilema peronista es la falta de simpatía que existe entre ambos: “No tenemos relación. No hay diálogo ni puentes; el tiempo dirá”, dijo un randazzista que tomó distancia del tigrense.
Intentos. Cristina parece esforzarse por mantener su folklore. Esa misma conjunción en la que abundan la reiteración de frases hechas, sus contradicciones, su no hacerse cargo de ninguna de las cosas malas acaecidas durante su gobierno y su personalidad les ha ganado a los cambios de forma implementados en las PASO, circunstancia que le cierra las puertas a su proyecto presidencial de 2019.
“Es ella, con o sin maquillaje. Punto. Es cierto que mantiene un núcleo duro de votantes, pero está más aislada en su círculo que nunca. Wado de Pedro, Andrés ‘Cuervo’ Larroque, Oscar Parrilli, la juventud camporista y no mucho más”, asegura un ex cristinista que supo correrse a tiempo. La novedad es la entrada en esa pequeña logia de Vinicio Alvarado, a quien llaman “el Duran Barba de Cristina”. “Es el único jugador nuevo al que escucha, y le hace bastante caso. Pero te diría que le divierte, lo toma como un juego y no deja de someter su estrategia al tamiz de su pensamiento propio. Es como si ella validara las ideas del especialista y las hiciera suyas”, indica la misma fuente.
Mientras tanto, los desafíos de la Argentina siguen en pie. Son retos que requieren acuerdos políticos como condición sine qua non. Lo saben el Gobierno y buena parte de la oposición. Es lo que espera la mayoría de la ciudadanía después del 22 de octubre. “No preguntemos si estamos plenamente de acuerdo, sino tan sólo si marchamos por el mismo camino” (Johann Wolfgang von Goethe).
Producción periodística: Santiago Serra