El discurso que el Presidente dio cuando caía la tarde del viernes en Mar del Plata en el cierre del Coloquio de IDEA fue malo. No es novedad. Todos los discursos de Alberto Fernández son malos. Los tibios aplausos que le brindaron los empresarios que lo escucharon fueron el reflejo del clima de entusiasmo declinante que generó la alocución del jefe de Estado. Las caras mustias que se veían entre los que escuchaban lo decían todo.
El azoro era inocultable. La falta de autocrítica hacia la gestión de su gobierno, así como también los mensajes con aires de chicanas destinados tanto a Mauricio Macri, como a Cristina Fernández de Kirchner fueron tan evidentes como burdos. “No escuchamos ni una sola propuesta de acción gubernamental concreta para solucionar alguno de los graves problemas que acechan a nuestro país”–se quejó un empresario. Otros prefirieron apuntar al Frankenstein político que arrastra desde su génesis el Frente de Todos: “No hay certidumbre ni horizonte posible cuando el Gobierno es oficialismo y oposición al mismo tiempo”. Su descripción es tan gráfica como cierta y la ausencia de un plan económico, que fue sustituido por un parche detrás del otro, tiene que ver con esta situación anómala.
"No puede haber certidumbre cuando el Gobierno es oficialista y oposición"
Es por eso que el destino haya querido que el discurso del Presidente fuera en el mismo día que se conoció el índice de inflación de septiembre, es una de esas coincidencias que hace más patética la situación. El 6,2% del Indec encierra cifras que no son las que realmente afectan a vastos sectores de la ciudadanía y, en especial, a los más pobres. Esto es así porque el rubro alimentos está claramente por arriba del número de septiembre. Esto está generándole un delicado problema a Sergio Massa, porque las proyecciones para el mes de octubre auguran una situación todavía peor.
La inflación en alimentos ya se hizo sentir en la primera semana del mes y se proyecta una suba del rubro en torno al 7,3%, mientras que el IPC ascendería más cerca del 6,5%. Los que conocen la interna del Frente de Todos contra Todos señalan –sin dudarlo– que Axel Kicillof está “taladrando la cabeza” de CFK con un tema recurrente: el congelamiento de precios. Es una medida totalmente superada y anacrónica. Nunca dio resultados en el tiempo por la total ausencia de eficacia de esta metodología. No funcionó con el peronismo en su esplendor. Así que menos va a funcionar con un gobierno en decadencia permanente.
Massa ya hizo saber su desacuerdo con esta iniciativa. Sin embargo, el gobernador de la provincia de Buenos Aires no se da por vencido. Por lo tanto, está dispuesto a insistir, insistir e insistir.
Paradójicamente desde Juntos por el Cambio se jactan de su responsabilidad institucional como adversarios políticos, pero la realidad desnuda su impericia. No hay santos republicanos, hay hombres y mujeres incapaces de ocultar sus propias miserias.
Por lo pronto, para dar idea de que algo se va hacer al respecto, AF decidió convocar para el próximo lunes, a los empresarios de las firmas alimenticias a una reunión. No es casualidad que ese día sea 17 de octubre. “Es que el Presidente algo tenía que hacer para no quedar sin agenda en medio de tanto acto que hará el peronismo dividido en distintos lugares” –se sinceró un histórico analista del PJ.
En este caso, la competencia político-institucional es del ministro
Otro síntoma de la decadencia en la que está sumida el oficialismo está marcado por la desmedida y burda ceremonia de asunción de las tres ministras elegidas por el Presidente para tapar los agujeros de su gabinete. Ya no importan los nombres. No revisten ningún peso político, todo lo contrario. “Parece que se creyeron lo del cargo. La fiestita de las recién llegadas no tiene nada que ver con lo que vivimos adentro. Hay desgano, enojo y la convicción de que se termina una etapa. Estamos de salida”, reconoció un hombre de contacto frecuente con la Rosada.
Un cosa es segura: en el Gobierno no miden lo que resta de mandato como una unidad temporal de más o menos, año y monedas. Lo dividen en tres postas a las que hay que arribar como sea.
El primer hito es el Mundial de Qatar. El segundo es pasar diciembre sin sobresaltos, algo que solo el peronismo podría lograr, y el tercero es el receso de verano donde gran parte de la gente intenta olvidar sus penurias.
El resto es la bandera de largada de la campaña electoral. Los movimientos internos, dentro de ambas coaliciones anticipan un período sombrío de polarización y ataques personales muy lejos de las ideas y propuestas para salvar un país, que está cada vez más cerca del abismo.