COLUMNISTAS
división de poderes

Realidad disociada

Como Carlos Menem, Cristina impulsa ampliar la Corte Suprema. Una tradición del peronismo.

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Carlos Menem 2021. | Pablo Temes

Lo más significativo del alegato de Cristina Fernández de Kirchner fue no solo la falta de refutación de índole jurídica a las acusaciones en su contra, sino que, además, aburrió. Fue una larga catarsis llena de consideraciones políticas, razonamientos rayanos con el disparate y mentiras. A la ex presidenta en funciones se la vio desenfocada y desangelada. Su oratoria ha perdido fuerza. Le falta el punch que supo tener en otros momentos. La causa principal de ello es la imposibilidad de rebatir el peso de las evidencias de las maniobras de fraude al Estado pergeñadas por su difunto esposo y continuadas por ella durante sus dos presidencias. Puede que sea difícil probar la existencia de una asociación ilícita. Pero, más allá de ello, de lo que no hay duda es que los negocios entre los Kirchner y Lázaro Báez constituyeron delito que dio pie a una defraudación al erario público. Todo es tan claro que, lo único que le quedó a la vicepresidenta y a su abogado, Carlos Beraldi, fue el ataque a los fiscales Diego Luciani y Sebastián Mola a quienes se los vinculó con el fallido atentado criminal del que fue víctima CFK. Como se ve, el pensamiento delirante de la ex  presidenta en funciones no tiene límites.

En su alegato, la vicepresidenta insistió con un concepto más propio de las monarquías absolutistas que de las democracias republicanas. Para ella, el hecho de haber sido elegida por medio del voto popular la hace intocable ante las investigaciones judiciales originadas por delitos cometidos en el ejercicio de la función. Es un pensamiento exactamente similar al de Donald Trump. Si este dislate tuviese viabilidad, la posibilidad de luchar contra la corrupción en los estamentos del poder quedaría aniquilada. Sería imposible. Por ello es que, para CFK y sus secuaces, la división de poderes es un drama; un problema sobre el cual hay que poner manos a la obra. De ahí el intento de ampliación del número de miembros de la Corte Suprema. Fue lo que hizo el ex presidente Carlos Menem no bien asumió el gobierno. La institucionalidad y el concepto de república siempre han sido un problema para el peronismo desde su fundación. “El remanido argumento de los discursos de odio, la idea de una falsa persecución política y judicial, la fantasía de que toda esa telaraña en su contra es porque no se le perdona el bien ejercido sobre las clases populares en sus doce años de gobierno, se caen de un plumazo con los resultados sobre la mesa. La gente está cada vez peor, parada en la vereda de enfrente de dirigentes políticos y sindicalistas millonarios”, –aseguró un diputado nacional del peronismo que no comparte esos argumentos.

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Anidan en el fondo de las creencias erróneas y enfermizas de la vicepresidenta y sus acólitos las ideas de ingratitud e incomprensión, propias de los gobernantes que se creen todopoderosos y exigen para sí mismos un lugar de máxima grandeza en la historia. Algo bastante parecido a un culto personal disociado de la realidad. El odio y la persecución son los nuevos hilos conductores de un relato, que hace agua por todos lados, y que las principales voces del oficialismo repiten a coro en todos los medios de comunicación.

En la fase política del plan de subsistencia, el próximo paso será terminar con las PASO. Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias fueron creadas por el kirchnerismo en el año 2009 con el argumento de lograr una mayor apertura de los partidos en la selección de candidatos, evitar los personalismos y las elecciones “a dedo” en el seno de cada agrupación. Apenas 13 años más tarde el oficialismo pugna por borrar con el codo lo que había escrito para perjudicar a la oposición, facilitar la contienda electoral a los gobernadores peronistas y encolumnar al partido, si fuera necesario, tras una única figura que evite la dispersión del voto. Cambiar las reglas de juego de manera antojadiza es otra característica diferencial que está en la génesis del kirchnerismo. “Si vamos a ser justos, también hay que decir que en la propia oposición hay posturas divididas, pero es cierto que no es lo más sano cambiar de cancha en la mitad del partido. Acabar con las PASO beneficia directamente al oficialismo que necesita un poder concentrado, sin desafíos o rupturas internas y, al mismo tiempo, le quita una herramienta de orden interno a JxC que hoy por hoy no está haciendo pie a la hora de definir candidaturas”, –aseguraron en el entorno de un gobernador del Norte argentino.

En la arena política dan por sentado que el proyecto de ampliación de la Corte Suprema no pasará la prueba en la Cámara baja. Pero nadie se anima a decir lo mismo respecto del destino de las elecciones internas.

Mientras los juegos perversos del poder se mantienen a la orden del día, millones de argentinos hacen malabares para llegar a fin de mes. La inflación es el problema central que se mantiene sin respuesta. En los próximos renglones del plan “vamos viendo” dos cartas asoman en el sin fin de manotazos de ahogado: el comienzo del Mundial y la aceitada máquina de imprimir billetes. Pan y circo para una sociedad cada vez más abrumada.