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DAR PELEA

Con o sin internas, Lousteau ya ganó

Estas elecciones legislativas son su trampolín para convertirse en candidato presidencial en el 2019. Y robarle a Macri la posibilidad de relección. Es una arma de doble filo, peligrosísima para el Gobierno.

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El. “Carilindo y carismático, juega al poder con todo el mazo y no reparte cartas”. | Marcelo Aballay
Martín Lousteau varias veces funcionario y varias candidato. Hoy a los 46 años desafía a Macri y a Carrió montado en  la esperanza radical de no dejar de ser. Estas elecciones legislativas son su trampolín para convertirse en candidato presidencial en el 2019. Y robarle a Macri la posibilidad de relección. Es una arma de doble filo, peligrosísima para el Gobierno. Cuestionará a Cambiemos, por no ser democrático al rehusar las internas, demostrando que Macri y el PRO tienen el mismo operandus que los K, no quieren competencia en su distrito clave. Atacará a Carrió porque defiende valores republicanos que no practica, salió de la reunión con el Presidente y dijo: “Ya arreglamos las listas” y defiende a un gobierno que cuestiona.

Su soberbia y seguridad fueron marcadas a fuego por el Colegio Nacional Buenos Aires. Su carrera política lo llevó a presidir el Banco Provincia en épocas de Felipe Solá y a convertirse en ministro de Economía, a los 37 años, protagonizando el escándalo de “la 125” y la pelea con Moreno, ambos hechos provocaron su fuga rápida en tres meses.
La ambición por el poder hace que no respete pactos, acordó con Macri disputar la elección porteña en el 2019, nunca antes. Volvió de Washington y dejó clavado al Presidente en la cumbre con Trump. Tiene todos los vicios de la new politique, individualista, poco confiable, pero con el condimento de una capacidad deslumbrante y  sólida, matizada con sus parejas estelares de clara conveniencia política, Juanita Viale, Rosario –“la Orteguita”– y su matrimonio con Carla Peterson.

Con internas o sin internas, se puede decir que Lousteau ya ganó. Le entorpece al Presidente su armado fundacional, Cambiemos, y pone en jaque la alianza con el radicalismo. Cualquier intento de negociación, espacio de poder, será por lo tanto rechazado por él como por el radicalismo. La apuesta no tiene grandes costos para ambos.
De Martín Lousteau se pueden decir muchas cosas, pero nadie como él disputó internas, se jugó varias veces, algunas ganó y otras no. Ahora le viene el gran desafío, sostenido por el partido radical que elige al chico, no tan chico, de rulos, despeinado, de discurso brillante e impecable, un libero que nunca se definió como radical ni integró el PRO, aunque tuvo la viveza de jugar electoralmente con la UCR, con Terragno, y aceptar un lugar privilegiado en el gobierno del PRO, embajador en EE.UU.

Carilindo y carismático, juega al poder con todo el mazo y no reparte cartas. Disputa la Ciudad. Tiene a su favor la libertad del que no tiene que demostrar su honestidad en el manejo público y remarca el crecimiento escandaloso del presupuesto porteño de 3.200 millones de dólares en el 2002 a 10 mil millones actuales. “Hacer cosas no es lo mismo que mejorar la calidad de vida de los porteños” declama.

Al igual que otras figuras políticas, Lousteau piensa que el fenómeno de Cambiemos se debe transformar en Sumemos, y la tarea de Macri es fortalecer y legitimizar esta alianza. Elige como emblema de campaña “El fin de la grieta” que es el único  y verdadero camino para el crecimiento. Al contrario del PRO que se abroquela en pasado/futuro, que se sectariza en  un grupo cerrado, dejando de percibir aún el peligro inminente de quebrar el apoyo fundacional de radicales+Lilita. Primero es la rebelión radical en Capital, sumándose rápidamente las provincias. A Macri, que no tiene ningún pretexto para no dejarlo competir, le quedarán sólo los perdedores de la interna, Jesús Rodríguez y Facundo Suárez Lastra, hoy con cargos, y el convidado de piedra a la mesa de las decisiones, Ernesto Sanz, del que se dice “no gana ni una interna en San Rafael, Mendoza”.

*Socióloga y periodista.