Por esos azares de los viajes, en 2003 mi marido y yo (por entonces no estábamos casados) llegamos al Pabellón Español de la Bienal de Venecia, al que solo se podía acceder mostrando el pasaporte del Reino de España.
Una vez más, por puro azar (porque no es mundano andar con el pasaporte por las calles y porque mi marido tiende a no usar documentos en ninguna parte), mi marido tenía el pasaporte con él. Yo, que soy fatalmente argentino, lo esperé paseando por los Giardini, esperando el relato minucioso de lo que había visto adentro: nada, adentro no había nada.
La obra de Santiago Sierra se centraba en los límites de lo nacionalitario, la limitación de los movimientos poblacionales y la paranoia fronteriza: “la patria y la identidad son hándicaps, algo a superar. Con sus fronteras amuralladas, las naciones me parecen cárceles”, dijo.
Hoy la obra de Santiago Sierra vuelve a la primera plana de los diarios. Su envío para ARCO, “Presos políticos en la España contemporánea”, fue levantada del stand de la galería Helga de Alvear antes de su inauguración. No se recuerda un caso similar en la Feria madrileña (en 2012, el entonces presidente de Ifema pidió que se retirara la obra Always Franco de Francisco Merino, pero la galería decidió mantenerla).
El presidente de ARCO se ha desvinculado de la decisión, y trasladó la responsabilidad de la censura al director de Ifema (la Institución Ferial de Madrid donde ARCO funciona).
“Presos políticos en la España contemporánea” mostraba una colección de 24 retratos pixelados entre los que figuraban desde Oriol Junqueras, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart (además de otros independentistas catalanes) hasta miembros de la ilegalizada organización juvenil de la izquierda abertzale Segi y dos titiriteros detenidos en Madrid en 2016.
Interrogada sobre su decisión, la galerista dijo con total franqueza y algo de franquismo: “Yo lo que quiero es vender”.