Fue una semana políticamente muy movida que, en el final, dejó un saldo positivo para el Gobierno. El paro general –de fuerte acatamiento en los grandes centros urbanos favorecido por la adhesión del transporte público– dejó mucha tela para cortar. La fisura entre la CGT y los movimientos de izquierda que salieron decididos a tomar la calle aun cuando no estaba convocada una movilización le permitió al oficialismo poner en marcha el demorado protocolo antipiquetes que catapultó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, al centro de la escena. Desde la CGT aseguran que el objetivo del paro se cumplió y que en el Gobierno no deberían hacerse los distraídos y mirar para otro lado. Prefieren, sin embargo, dejar que corra algo de agua bajo el puente para definir futuras acciones. Desde sectores de la CTA fueron algo más concretos. Su postura es más contundente: “No se puede decir al que está disconforme que espere a las elecciones para expresar su voz en las urnas, el Presidente debe gobernar para todos, eso mismo había dicho CFK y así le fue”, resaltaron.
Apoyo. El éxito inesperado del #1A representó para Mauricio Macri y su administración un apoyo en la calle del cual tenía una indiscutible necesidad. Sus consecuencias políticas al interior del oficialismo fueron varias e importantes. Una de ellas fue la consolidación de la idea de trabajar en una lista puramente “amarilla” para competir en la provincia de Buenos Aires en las elecciones de octubre próximo. “Ya no importan tanto los nombres; quizás haya que recurrir al semillero PRO. Después de lo de ese sábado, habrá que darle la razón a Jaime Duran Barba, que apoya esa postura. Lo difícil será completar algunos distritos, en especial la ciudad de Buenos Aires. Por otra parte, los candidatos que sonaron por fuera del oficialismo no cumplieron las expectativas cuando fueron sondeados en la opinión pública: Facundo Manes no midió lo esperado; el resto de los experimentos resultó un fracaso y Jorge Macri –el único puro del PRO– hubiera sido más un problema que una solución”, confesó una voz del oficialismo acostumbrada a repasar las opciones electorales. En rigor de verdad, el único nombre que continúa en danza es el del ministro de Educación, Esteban Bullrich, aunque todavía es un plan que debe madurar.
Con este panorama, está claro que aún no se ha definido la cabeza de lista. Por ende, quizás haya que esperar a la tan publicitada reunión Macri-Carrió para que el panorama se clarifique. Hablando de la líder de la Coalición Cívica, parece que su humor no fue el mejor por estos días y su enojo con el Gobierno, difícil de disimular. Estaba molesta porque aceptó subirse a la idea de bajarle el perfil a la movilización del sábado pasado –ya que pocos dentro de Cambiemos confiaban en el éxito que finalmente tuvo– y terminó desestimándola y siendo blanco de fuertes críticas en las redes sociales por no haber apoyado la convocatoria. “Ahora no se suba al éxito ciudadano”, podía leerse en varios tuits. Para muchos el #1A significó una reacción en favor de la república y la democracia; para otros, una muestra de apoyo directo al gobierno de Mauricio Macri. De una forma u otra, en algo hubo una coincidencia absoluta: el no a Cristina Fernández de Kirchner y su circunstancia. El oficialismo vivió la previa de la marcha con incertidumbre, pero cuando estuvo seguro de su éxito no demoró ni un segundo en salir a capitalizarlo.
Algo similar ha sucedido con la conflictividad gremial. De no haber sido por el transporte, el paro del miércoles se hubiera sentido mucho menos. En las ciudades más pequeñas y en los barrios de las grandes capitales, la actividad fue casi normal. La medida de fuerza fue producto de las internas sindicales que le arrancaron la decisión al triunvirato de la CGT. La crisis social existe y los reclamos justos también, junto con la convicción de que con la huelga hoy no se soluciona nada. Curiosamente el paro dejó “contentos” a todos. A los líderes de la central obrera porque aquietaron las presiones internas, a las organizaciones de la izquierda porque pudieron tener visibilidad con los cortes y al Gobierno porque enfrentó la medida con el capital político que le dio el #1A y porque logró aplicar el código antipiquetes.
Judiciales. En el ambiente de la política muchos creen que el tiempo para ver a la ex presidenta presa ya pasó, cosa de la que en los tribunales federales de la avenida Comodoro Py al 2000 no están tan seguros. “Si encima, el Gobierno les sigue bajando dinero para obras a los intendentes peronistas, apaga los conflictos en la calle con dinero para ayuda social y no capitaliza nada de esto haciendo política para nutrir a Cambiemos de nuevos aliados, la gente seguirá votando al peronismo”, razona una fuente municipal que apoya la teoría de Emilio Monzó que reclama más política y menos marketing. A propósito del armador político del PRO en la Cámara baja, son varias las fuentes que aseguran que la relación con la cúpula amarilla “atraviesa su peor momento”. Quizá sea una de las causas por las que mandaron a precalentar a Diego Santilli.
Por otra parte, el retardo en la reactivación de la economía continúa siendo un tema central. Aun siendo optimistas y reconociendo el final de la recesión, los tiempos para que la mejoría llegue a la gente común, en especial al segundo y tercer cordón del Conurbano, no tienen nada que ver con los tiempos de la macroeconomía. “Cuando la situación mejora, uno de los primeros síntomas en una fábrica o en una empresa de rubros no industriales es la contratación de personal temporario que luego podría pasar a planta dependiendo de las necesidades y capacidad de la compañía. Más allá del repunte en algunos sectores, nada de eso está sucediendo de manera significativa”, asegura un economista que conoce el mercado. Las expectativas de crecimiento de la economía también se ralentizan. A principios de año se hablaba de un 3% o 3,5%. Hoy desde el Gobierno se esperanzan con un 2,8%, mientras que las consultoras privadas calculan que el número estará entre el 2 y 2,5%. La mejoría llegará, pero el camino habrá de ser largo. “Largo y escabroso es el camino que del infierno conduce a la luz” (Willliam Somerset Maugham).
Producción periodística: Santiago Serra.