En las últimas décadas asistimos a una verdadera revolución del conocimiento. El trabajo en equipos interdisciplinarios y los desarrollos tecnológicos fueron factores fundamentales para este gran avance. Todos los días nos sorprendemos con las novedades de extraordinarios avances en la biología y medicina, de súper robots, de drones que nos sobrevuelan y de autos conducidos por computadoras. Nada de esto sería posible sin la actividad obstinada de equipos que investigan, que prueban, que publican, que se exponen a las críticas. De esto se trata la tarea científica. Y ponerla a la luz de la sociedad debe ser un elemento constitutivo del campo y de la práctica. La comunicación de la ciencia a la sociedad es cada vez más reconocida como una responsabilidad de los científicos. Veamos por qué.
Cuanto más conocemos sobre algo, más lo aprovechamos, más lo cuidamos, más lo potenciamos. Eso solemos decir, por ejemplo, cuando comunicamos los avances ligados al campo de las neurociencias. Pero pongamos ejemplos más drásticos para dar cuenta de la importancia sobre esto: se ha demostrado que la información impacta notablemente en la salud de las poblaciones. En los últimos años, la mortalidad infantil ha disminuido en todos los grupos sociales. Aun las familias muy pobres sufren menos muertes de niños hoy que familias en condiciones semejantes diez años atrás. La razón principal fue el avance del conocimiento, que ha hecho posible nuevas drogas y vacunas, mejores prácticas sanitarias, la información sobre todo esto y las maneras de prevención. Así como los comunicadores son los encargados de transmitir de manera clara, sencilla y, a la vez, fiel y responsablemente los grandes avances en el conocimiento científico y en las tecnologías, también son responsables de transmitir a la población medidas de prevención para la salud, y las causas y factores de riesgo de las enfermedades.
Además, la divulgación científica es fundamental ya que la sociedad tiene un rol clave que debe cumplir y, para eso, debe tener acceso a la información. Son numerosos los dilemas éticos que se plantean y que en el futuro se plantearán en función de los avances científicos. Permítanme ejemplificar otra vez a partir de mi área de investigación: las neurociencias. Son múltiples las posibilidades de tratamiento y de conocimiento que abre la tecnología para el estudio del cerebro en el futuro. Todos estos desarrollos sorprenden y también generan necesarios debates. Por ejemplo, debemos advertir que ciertos avances ligados a la interfaz cerebro-computadora y la posibilidad de leer ciertos pensamientos generan y generarán dilemas que la sociedad debe abordar. La comunicación eficaz de la ciencia da al público general información precisa para la toma de decisiones. Otro riesgo es que se haga principal hincapié en el avance de las tecnologías y no así en las ventajas para los seres humanos para los cuales esas tecnologías fueron desarrolladas. Por eso, estos y todos los descubrimientos no pueden quedar reducidos a los laboratorios, sino que deben involucrar a toda la sociedad. Es un deber dar a conocer los avances y que se logre el desarrollo sostenido de una ciencia responsable, ética y sólida. Y para esto, otra vez, el rol de la divulgación científica es fundamental.
El otro punto clave es la posibilidad de despertar inquietudes sobre la tarea científica en chicos y jóvenes –y no tan jóvenes. En ese sentido, conocer a las personas que exhiben sus pasiones, sus esfuerzos y sus desafíos en el campo de la ciencia genera proximidad y empatía con aquellos que están buscando su desarrollo profesional. La divulgación científica permite dar cuenta de que la ciencia está hecha por científicos, y que los científicos no nacen sino que se hacen a través del estudio, la dedicación y los sueños.
Divulgar sobre la ciencia, la tecnología y la innovación promueve de manera constante el valor del conocimiento para las personas y las comunidades. Y esto es fundamental comprenderlo, pero sobre todo establecerlo como una prioridad pública, y para eso debemos estar comprometidos como comunidad. El conocimiento hace a las sociedades desarrollarse con equidad. Por eso es clave saber de qué se trata.
*Rector de la Universidad Favaloro.