COLUMNISTAS
legado de un pensador

Conversando con Manolo

Manolo es un gran exponente del ensayo en la mejor tradición de la literatura nacional política y social.

Manuel Mora y Araujo.
El sociólogo falleció este viernes. | Cedoc

Nos tomamos unos gin tonic y conversamos”. Voy a extrañar ese convite que Manuel Mora y Araujo me hacía de tanto en tanto para que revisásemos algún tema de trabajo juntos o simplemente para intercambiar pareceres sobre el tema que siempre lo apasionó: nada más y nada menos que la Argentina. 

Manolo fue una rara combinación de académico, hombre público, empresario y dandy quizás ya de otra época. Un intelectual dueño de una cultura amplísima al que no se le escapaba nada que valiera la pena para leer, mirar o escuchar. Un académico con una muy sólida y amplia formación, en la que se destacó como pionero de la medición de la opinión pública en toda América Latina, tanto en su faz metodológica como la comercial. Con Manuel uno podía charlar de los clásicos tanto como de la vanguardia. El interlocutor era el que fijaba el nivel de la conversación. 

Mora fue asimismo un analista político modelo para todos los que incursionamos en esos atrevimientos y combinaba su enorme conocimiento con información producto de sus charlas con todos los que había que charlar. Fue un columnista de lujo, un emprendedor, un creador de instituciones, un gran conferencista, un publicista del liberalismo en serio y un brillante profesor –tuvimos la suerte de contarlo en el plantel docente de la carrera de Ciencia Política de la UBA desde sus inicios–. También un fino sibarita y gourmet, un conversador cálido y, sobre todo, un amigo entrañable muy, pero muy generoso. Ah, y con una pinta y un charme de galán de cine. A sus 79 años seguía conservando esa baby face de siempre.

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Manolo es un gran exponente del ensayo en la mejor tradición de la literatura nacional política y social, y con prosa casi de formato anglosajón, despojada y directa, trataba periódica y calificadamente la actualidad. Sin embargo, mis favoritos siguen siendo sus artículos aparecidos en las revistas de ciencias sociales donde trató los problemas estructurales de la Argentina y, obviamente, su libro clásico de las ciencias sociales argentinas –en un país con poquitísimos libros clásicos–, El voto peronista. 

Una sentencia de Manolo que siempre tengo presente es que “la Argentina no es un país atrasado, más bien, adelanta los problemas que luego sufren los países avanzados”. El porqué de la cuestión era sencillo: un país con una extensa clase media pero con una productividad y competitividad que no estaban a su nivel era muy sensible a los shocks externos que adelantaba. 

Otro aporte de Mora fue la disección de la doble estructuración del voto peronista: populista y obrerista en los grandes centros urbanos pero conservador popular en las provincias más rezagadas. Y, de allí, otra conclusión, inscripta en la tradición del legendario Instituto Di Tella que integró, y que consideraba un factor desequilibrante la ausencia de un partido de derecha: que su emergencia dependía de que absorbiera parte de los sectores altos –los que votaron como mal menor a Alfonsín, y después optaron por la Ucedé, partido en el que intentó ser elegido diputado– y parte de los sectores más humildes, en manos del peronismo. Cuando uno analiza hoy el electorado del PRO en la Ciudad de Buenos Aires, precisamente ostenta esas características: gana en las comunas más ricas y las más pobres, mientras que la avenida Rivadavia a lo largo y a lo ancho, expresión de la clase media-media porteña, le resulta esquiva.

Pero sus contribuciones e ideas han sido tantas y en campos tan diversos que seguramente cometo una injusticia mencionando sólo algunos de los que más me impactaron. Lo que sería otro motivo de charla de los que teníamos con Manolo. Vamos a seguir conversando con él, ahora tomándonos unos gin tonics a su memoria.

(*) Politólogo. Ex director de la Carrera de Ciencias Políticas de la UBA.