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Cristina enamorada (parte II)

"Que no se confunda nadie, la que decide es esta Presidenta por mandato popular", dijo Cristina.
| CEDOC

 (Aclaración del autor: No sea guarango, lo de “enamorada” tiene que ver con “enamorada de sí misma”, y para entenderlo debe leer la nota de ayer. Si no lo hizo, recuerde comprar PERFIL los dos días del fin de semana.)

Mientras la Presidenta inauguraba en Aeroparque un hangar ya inaugurado, la soja se hundía a 412 dólares la tonelada en Chicago y el riesgo país medido por el Banco de Inversión JP Morgan se elevaba a los mil puntos, como en los buenos viejos tiempos de Fernando, El Aburrido.(Brasil tuvo 247, México 205, Uruguay 244 y Venezuela 1.292). Es cierto que, aunque en España el mismo índice le costó el gobierno a Zapatero, aquí el riesgo medido por el lobby internacional de los mercados dejó de importar hace tiempo. Pero decíamos ayer que ese pequeño brote de sincericidio en el Relato, que se expresó con la justa quita de subsidios que ellos mismos impusieron, se había marchitado luego: y sucedió precisamente en Aeroparque, donde Cristina acudió a apuntalar los vapuleados ánimos de esa “juventud maravillosa” que regentea los destinos de Aerocámpora con nuestro dinero.

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“Que no se confunda nadie, la que decide es esta Presidenta por mandato popular”, dijo Cristina, maternal, frente a Recalde hijo.
El mandato popular, es obvio decirlo, habilita para gobernar pero no exime a nadie, que se sepa, de equivocarse. La infalibilidad fue abolida por el Vaticano en el siglo XIX respecto al Papa, por lo que se presume que sería exagerado aplicarla en un presidente.

Confiada en que un escándalo taparía otro, la Presidenta dio a conocer, por primera vez, los salarios de los empleados que el Estado mantiene en Aerocámpora: $ 16.680 cobra un trabajador de APTA, un jerárquico $ 21 mil, uno de servicio de a bordo $ 12.780 y un piloto $ 37.800. En el caso de los pilotos, aun calculado con el dólar Moreno, el salario es equivalente al de cualquier aerolínea del mundo, unos 10 mil dólares al mes. Cristina buscó, en su discurso, tapar otros salarios, como los difundidos por este diario el domingo pasado bajo el título de “La vida por Banelco”: Recalde hijo superó los $ 70 mil mensuales durante 2011, cobrando además un adicional por el manejo de Austral, hecho desde el mismo sillón y en el mismo horario. Eduardo “Wado” De Pedro, vicepresidente de Aerocámpora, declaró en 2010 un ingreso de $ 478.890 por militar allí, junto a $ 4.860 al mes como director de Austral.

“Todas las aerolíneas pierden”, insistió Cristina reinaugurando el hangar inaugurado que tiene 25 años de antigüedad y, según Cirielli, sufrió una remodelación que costó el triple que otra similar hecha por LAN.

Esto es parcialmente cierto: o sea, es mentira.
Algunas aerolíneas pierden, y otras, la mayoría, ganan. Si la Presidenta quisiera, podría suscribirse a la revista Air Transport World y pedirle a alguien que se la traduzca. El Poder Ejecutivo cuenta, según el Presupuesto 2011, con $ 59.500 de gastos para “libros, revistas y otros elementos coleccionables”, con lo que podría pagar la suscripción anotándose en atwonline.com. La mencionada revista especializada en el mercado aéreo publica estudios periódicos sobre los balances de las compañías en el mundo. Si se la compara con otras compañías de la región, Aerocámpora pierde, como Suriname Airways y Pluna, pero el resto da ganancias: Aeroméxico ganó 194 millones de dólares, Avianca-TACA ganó 50, Copa Airlines ganó 241, Gol ganó 128 millones y LAN, 420 millones.

Aerocámpora es una de las tres compañías que más pierden en el mundo, junto a Kuwait Airlines y Air India.TAM, la aerolínea brasileña, fue valuada en 2.395,8 millones y premiada recientenmente como “la mejor aerolínea de América del Sur”.
Recalde hijo ya lleva perdidos $ 2.100 millones y proyecta perder otros 387 en este año: la hubiéramos comprado entera. Esta parte del Nuevo Relato, al menos, es completamente falsa. Y tuvo el insólito aporte de Carta Abierta, un organismo que, como conocemos, tiene amplia experiencia aeronáutica y de gestión de empresas.

Ante experiencias tan distintas –la convocatoria a la gesta patriótica por renunciar a tres aumentos y la mentira franca en el caso de Aerocámpora–, es difícil prever cómo será el Nuevo Relato; a menos que se piense que esto termina acá, la plata alcanza y no habrá ningún conflicto.
El discurso puede preverse pero, más allá de cualquier estrategia, la realidad salta encima como un gato cuando menos se lo espera: hace algunos días la palabra “inflación” salió de la segura boca presidencial; hasta entonces, Amado tocaba la guitarra con “reacomodamiento de precios”. Con la crisis mundial pasó algo similar: primero estábamos “blindados”, ahora, de pronto, “interconectados” e indirectamente vulnerables. Hasta ahora, cuando quiso cambiar las cosas, el Gobierno actuó como si recién llegara o perseverando en el error (con las últimas medidas sobre el dólar, claramente anticonstitucionales, terminó fomentando el mercado negro).

En retórica, una “tautología” es una “afirmación obvia, vacía o redundante”: un can es un perro, por ejemplo. Voy a terminar con otra: la realidad existe.

* Por estar de viaje, Jorge Fontevecchia volverá con su habitual columna el próximo sábado.