En nuestra era una imagen tiene la chance de representarse sólo a sí misma, es decir, no ser su función representar a otra cosa más que a sus propios colores y formas. Una señal que avisa de un posible riesgo químico puede también convertirse con los años en una remera para adolescentes o publicistas y el nombre de un grupo de rock. Nadie cree que un fanático de Biohazard (grupo de rock) es un riesgo ecológico, puede serlo para sus padres aunque en otro sentido o para el desarrollo cultural de la humanidad, pero no como motor del calentamiento global. Los símbolos dan vuelta por el mundo desprendidos de su origen.
Pero pobres los símbolos, ellos tienen en su inicio la finalidad de representar algo. Ellos mismos condensan sentido; en su geometría visual poseen formas, colores, espacios donde se los muestra y expone y otros tantos cuerpos que los llevan ahora encima. En sus comienzos casi todo está pensado e imaginado para perdurar de acuerdo a cuál fue su estado puro, con el sueño además de que aquel que lo mira, en el momento y año que sea, comprenda todo perfectamente.
Pero los símbolos se mueven, circulan por la sociedad casi con vida propia. Se los toma y utiliza para adornar, representar una idea, mostrar queja por algo y tantas cosas por allí. El “Che” Guevara va desde las tapas de los discos, pegado en el cuerpo de Maradona en forma de tatuaje y utilizado en cualquier marcha. Todos creen en su derecho a utilizarlo y todos también consideran que ese símbolo (no ese hombre) está perfectamente conectado en su realidad con la de ellos mismos. La validez de su circulación social no la da su conexión con alguna realidad, sino su legitimidad propia de símbolo. Se vende ropa deportiva con las siglas de URSS sin importar el terror stalinista, sólo porque son lindas y cancheras.
El traspaso de la humanidad real, de la persona, al símbolo, al afiche, al dibujo, supone un cambio de estado. Cambia el protagonista de la acción, porque ya no es el del afiche el que habla, sino los que lo diseñan o lo pegan. Y estos que se encargan de difundirlo, hacen de esa imagen algo que vaya uno a saber qué mostrará el tiempo.
Si Cristina aparece poco hoy día, parece que es tiempo de afiches y fotos. A días de su regreso, gran parte de la Ciudad de Buenos Aires quedó retratada con una suerte de dibujo de la Presidenta con el eslogan “vuelve”. No era justamente una foto, una imagen real, era en formato de dibujo y los dibujos no existen. En realidad es una foto que simula ser un dibujo, pero esa modificación pone al símbolo en una lógica lejana a nuestra vida cotidiana.
Cuando regresaba la fragata Libertad se hizo directamente una imagen de tipo caricaturesca con Cristina simulando ser la capitana del barco y señalando un destino. De Kirchner se ha construido ya casi un personaje de historieta con su representación del Eternauta, algo recurrente en especial en la militancia joven y en todo acto kirchnerista. Tal vez la caricatura más insólita es la de Cámpora, pero es su caso el que muestra perfectamente la lógica de los símbolos. Importa lo que quieren que represente y no su estado verdadero.
Desde su operación, Cristina es más un afiche, un símbolo, que alguien verdadero. Aparecen fotos de un mundo lejano, atemporal, por ejemplo con el embajador de Paraguay o incluso en una risa enorme con el sacerdote Molina. Ya casi no es ella, ya tal vez no quedan rastros de la senadora que fue, es ahora un personaje de los dibujantes o los diseñadores gráficos de La Cámpora. La juventud maravillosa lo ha logrado, finalmente para algunos el peronismo se ha terminado y no hará tanta falta comprar imágenes del Che.
La irrupción de Capitanich sólo es posible con el paisaje de afiches y dibujos. El no representa la ficción, sino la realidad; y se le cede el espacio para 2015 ahora porque Cristina ha encontrado el mejor modo para no ser triste el día que el poder la mire de lejos, que es ser un personaje eterno, un símbolo. Ella vive a partir de ahora, para los demás, en sus imágenes.
No nos habíamos dado cuenta, pero Cristina empezó a alejarse del poder cuando empezaron a dibujarla.
*Sociólogo. Director de Ipsos-Mora y Araujo.